Diez años sin Violeta Guarido Rivera

La hija del alcalde y de la teniente de alcalde de Zamora falleció cuando trabajaba en el psiquiátrico San Juan de Dios de Palencia, asesinada por una interna a la que cuidaba

Violeta Guarido Rivera en 2007.

Violeta Guarido Rivera en 2007. / E. F. (Archivo)

Begoña Galache

A Francisco Guarido, alcalde de Zamora, y a su mujer, Laura Rivera, teniente de alcalde en el mismo Ayuntamiento, se les paró la vida hace hoy diez años. Por la mañana, temprano, una llamada lo cambió todo. De forma inmediata avisaron al coordinador provincial de IU para indicarle que suspendiera el trabajo planificado ese día porque debían salir de viaje por un "asunto grave". Paco trataba de esquivar mentalmente la tragedia: "dime que no Laura, que es mentira, que no es Violeta".

Era el 6 de mayo de 2014, pocos días antes de que diera inicio la campaña de las elecciones europeas. Una interna del psiquiátrico San Juan de Dios de Palencia había asestado varias cuchilladas a Violeta Guarido Rivera, de 29 años, que trabajaba como psicóloga en el servicio de enfermos mentales. Todo fue rápido. Sin mediar palabra. Entró en su despacho con un cuchillo que había logrado introducir en el centro y atacó a la profesional que la trataba por un trastorno delirante crónico e irreversible. Con un hilo de vida, la joven fue trasladada al Hospital Río Carrión donde falleció a consecuencias de las graves heridas que presentaba en el cuello y en el brazo derecho. Junto a ella, sus padres aún incrédulos, como ha rememorado Laura Rivera. "El primer pensamiento en el tiempo para no venirme abajo cuando nos dijeron “entró en un proceso irreversible”, y yo misma afirmé “está muerta”, fue el de hacer todo lo posible para despedirla con la compañía con la que había vivido y la dignidad con la que había muerto pese a que la habían matado: en su trabajo, ayudando a otras personas a vivir".

Bastón de mando al cielo

Poco más de un año después, en junio de 2015, Guarido se convertía en el primer alcalde de IU en la ciudad y el único de una capital de provincia del país. Tras recoger el bastón de mando y salir al balcón del Consistorio para saludar con el puño en alto a las decenas de personas congregadas en la plaza, su mirada se clavó en el horizonte en un instante de intimidad compartida. La misma que le dio fuerzas para continuar en política cuando repetía "no, no… sé que no voy a poder con esto. Con esto no…" ante los restos mortales de su hija mayor, en un tanatorio que congregó a toda la sociedad zamorana. Junto al entonces concejal de IU, que agarraba fuerte el silencio con las manos cerradas, la madre, susurrando una canción frente al ataúd verde que eligieron para que les recordara el color de los campos de la primavera en que nació: "Si se calla el cantor, calla la vida... que no calle el cantor porque el silencio cobarde apaga la maldad que oprime. Si se calla el cantor mueren de espanto las palabras, la luz y la alegría".

Junio de 2015. Guarido, recién elegido alcalde; Laura Rivera y otros concejales de Izquierda Unida saludan desde el balcón del Ayuntamiento a los zamoranos congregados en la Plaza Mayor.

Junio de 2015. Guarido, recién elegido alcalde; Laura Rivera y otros concejales de Izquierda Unida saludan desde el balcón del Ayuntamiento a los zamoranos congregados en la Plaza Mayor. / E. F. (Archivo)

Dos formas distintas de llevar el duelo por la pérdida de una hija. Paco, solo hacia dentro. Laura, convencida de que hay que defender esa alegría como "certeza" en memoria de "mi niña", a la que mantiene viva también cada 6 de mayo con la publicación de textos que hablan de ella, y en los que expresa también el sentir de la familia, su día a día para convivir con la ausencia de una hija, la misma que se aferraba a su poncho con tres años y caminaba despacio junto a la madre mientras ésta sostenía en brazos a su hermana pequeña. "Necesitábamos fuerza para cantarle la canción con la que se dormía, con la que soñaba, con la que confiaba en un mundo mejor que estaba en sus manos, en su trabajo, en su ayuda, en su eterna sonrisa". Y la tuvieron en forma de un interminable abrazo de amistad a Paco, el conserje del Instituto Claudio Moyano diplomado en Magisterio y licenciado en Ciencias Políticas y en Historia, y a Laura, la siempre jovial profesora de EGB, especializada en Ciencias Sociales, Primaria y Educación Infantil. Ese calor llevó en volandas a Guarido hasta la candidatura a la Alcaldía que terminaría ganando y que mantiene desde hace nueve años.

Decenas de zamoranos a las puertas del tanatorio para despedir a Violeta Guarido Rivera.

Decenas de zamoranos a las puertas del tanatorio para despedir a Violeta Guarido Rivera. / E. F. (Archivo)

Doloroso proceso judicial

A. B.S, la mujer natural de León que entonces tenía 39 años y estaba internada desde 2013 en el centro psiquiátrico donde trabajaba la víctima, fue retenida e inmovilizada por el personal del centro hasta la llegada de la Policía Nacional, que procedió a su detención y traslado a la Comisaría de Policía de Palencia para su posterior puesta a disposición judicial.

Una vez practicadas las correspondientes diligencias en un doloroso proceso, el fiscal, la acusación y la defensa llegaron a un acuerdo para que la procesada cumpliera condena de 14 años de internamiento en un centro psiquiátrico penitenciario, ya que fue declarada inimputable penalmente al sufrir un trastorno crónico, el mismo del que la trataba Violeta en Palencia.

La familia Guarido-Rivera conoce por experiencia propia la complejidad de las personas que padecen cualquier tipo de enfermedad mental. Violeta, desde muy niña, supo que su tío necesitaba en ocasiones que "alguien estuviera pendiente" y ejercía de cuidadora con la mayor de las sonrisas. Todo con normalidad, como cuando afloró su temprana vocación por la psicología.

Entusiasta y comprometida

Violeta siempre des-tacó por su entusiasmo por la vida y por su compromiso social. Hoy, diez años después de que se fuera en el mismo mes que nació, mayo, su grupo de amigas más cercanas admiten la influencia de su legado. Daba igual lo que iniciase porque lo hacía convencida y entregada, lo mismo en las competiciones de gimnasia rítmica como en el carnaval, integrada en la Murga "Las Comadres". Todo era compatible con magníficos expedientes académicos. "Empática, racional, cercana, paciente...", se deshace en elogios su "tribu".

Violeta Guarido Rivera.

Violeta Guarido Rivera. / Cedida

La esencia de la joven psicóloga ha ayudado a los suyos a transformar el dolor para metabolizarlo y convertirlo en parte de uno mismo, en ese lugar reservado al reencuentro. "¿Cómo querría Violeta que siguiéramos viviendo? Pues felices y con las mismas ganas con las que ella nos había conocido y llenado de alegría. Siguiendo con nuestro trabajo, nuestros cuidados y nuestras aficiones a cambiar el mundo" (Laura Rivera).