Miguel, el compositor telúrico… de la tierra

Tú música es universal, los salmos para el pueblo resuenan en medio mundo

MIGUEL MANZANO ALONSO

MIGUEL MANZANO ALONSO / ARCHIVO / LZA

Luis Santana

Me remonto a los años noventa del siglo pasado en tu casa, me brindaste desde el primer día tu amistad, cercanía y cariño. Yo era por aquel entonces un niño de catorce años repipi, redicho y que todo lo sabía.

Aparecí con tus 24 composiciones corales y con el libro gordo del cancionero zamorano bajo el brazo para que me lo dedicaras: a Luis, con el deseo de que fructifique una hermosa amistad, Zamora 5 de agosto de 1990.

Me inundaste de partituras, libros, discos, información…. lo recuerdo como ahora mismo, generosidad sin límites, inteligencia y sapiencia decimonónica, una lección de humildad como solo los grandes saben hacer.

Me hablabas de tu maestro, Don Gaspar de Arabaolaza como el gran olvidado de esta ciudad y sus aclamaciones litúrgicas de Resurrección, de las siete palabras….

Estando viviendo en Madrid acudí al auditorio nacional de música al estreno de tu obra "Manifiesto" con letra de León Felipe y el coro de la comunidad de Madrid. Nuestra querida amiga María Victoria Martín Adánez, excelente pianista estrenaba el "More Hispano", años después me enseñabas orgulloso esos Spanish Preludes publicados por la mítica editorial de música Boosey & Hawkes.

He crecido escuchando a voces de la tierra, esos discos nos han ayudado a ser lo que hoy en día muchos somos, hemos bebido de tus fuentes, sin ninguna duda has sido la inspiración y el reflejo de los grandes folcloristas.

Tú música es universal, los salmos para el pueblo resuenan en medio mundo. Recientemente he cantado en Costa Rica y visitando su catedral el organista estaba ensayando el "Qué alegría cuando me dijeron"…

La vida quiso que nos juntáramos en la grabación de la Pastorada Leonesa, ¡Qué divertidos días de ensayos en Morales! y los conciertos, los recuerdo con una añoranza entrañable.

Organizamos juntos el centenario de Gaspar de Arabaolaza desempolvando unas canciones para voz y piano que descubriste, arreglaste y reorganizaste dejando un documento importante para la música vocal española.

El regalo de mi vida fue cuando me dedicaste y escribiste pensando en mi voz las maravillosas "Siete Canciones Populares Zamoranas" grabadas para discos EMEC.

Las siete zamoranas las he interpretado en innumerables lugares del mundo y las he puesto en el programa junto a las homónimas de Falla en la próxima gira que haré en Japón.

Miguel, siempre he sabido que te quería, pero no creía que tanto, escribo estas líneas con lágrimas en los ojos, aún no me creo que te hayas ido.

Ayer canté clausurando el festival Starmus en Bratislava y sentí la necesidad de cantarte, era fuera del programa, pero resonó tu versión del Tío Babú. Explícale a un pianista suizo lo de las veinticuatro mozas iban a una boda, no iban veinticinco porque iba la novia….

Ayer Zamora estuvo presente en el corazón de esta ciudad a orillas del Danubio. Ese río que ayer fue el Duero por unos minutos y donde los eslovacos se rindieron ante tu música.

Hoy nos hemos quedado sin las voces de la tierra, las voces del cielo resuenan ante uno de los más grandes compositores y genios que ha dado este país, se nos van yendo los de una generación irrepetible.

Mar y César habrán salido a tu encuentro.

Nos seguiremos acordando de vosotros, vivirás en nosotros porque tu música seguirá resonando en nuestras entrañas.

Un beso a Encarna, a sus hijos y a toda la familia Alollano.

Miguel Manzano, un hombre telúrico, un hombre bueno.

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