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al grano

Zamora reniega de Zamora

Loa a septiembre (con perdón) y la necesidad que tiene esta provincia de encontrar asideros a los que agarrarse

Bosque con diferentes especies de árboles.

Bosque con diferentes especies de árboles. / Unsplash

Celedonio Pérez

Celedonio Pérez

Párense un momento y reflexionen: ¡Se dan cuenta de que andamos obnubilados todos por las necesidades de otros que hacemos nuestras, lo que nos llena de vacíos porque nadie consigue lo que quiere! La insatisfacción es la condición que marca el devenir de las sociedades contemporáneas, al menos en el mundo occidental. Es difícil encontrar a alguien que no se deje abrazar por el fracaso. O por el suyo o por el de los que tiene alrededor. Habría que estudiar a fondo ese afán que nos posee de salir de donde estamos, de consumir a degüello, para buscar algo diferente que casi nunca encontramos porque no existe.

Hoy quiero alabar la sencillez y el disfrute propio con las cosas simples. No hace falta volar al otro extremo del planeta, gastándonos lo que no tenemos, para sentirnos plenos y alegres. Este mes, septiembre, aquí, donde estamos, en Zamora, es ideal para el goce íntimo, para llenarnos de naturaleza y reventar de sensaciones positivas, para aprovechar lo que nos ofrece, gratis, el cielo y lo que sucede debajo de él.

Sé que este septiembre, tras la reata de incendios que han dado una nueva mano de gris a la provincia, no parece el apropiado para salir al campo a contar mariposas. Sé que habrá quien diga "pero este qué se ha tomado hoy para escribir tonterías mirando obnubilado a la luna gorda", lo sé, y que los problemas, los suyos y los míos, no han desaparecido porque arranquemos la hoja del calendario. Pero aun así.

Septiembre es el mes más equilibrado del año, por temperatura y hasta por horas de luz. Es el mes de los frutos maduros, el de pasear sin prisas, mirando lo que ofrece el campo en su justa proporción. Nadie tiene que sentirse mediatizado por el fuerte calor ni por el frío cortante. Es el tiempo que marca la medida de todas las cosas. Es momento este de tener cargadas las pilas con el sol excesivo —y agobiante— de julio y agosto y mostrar la energía, dispuesta y abierta para afrontar el resto del año.

¿A qué viene esta loa del mes de septiembre? A la necesidad que tiene esta provincia de encontrar asideros a los que agarrarse. Pasado ya el periodo de veraneo clásico, Zamora recupera esa sensación de orfandad que mancha el almanaque de grises tirando a negro. Hay que romper el círculo, volver a escuchar la algarabía de los niños en las escuelas, sentir que todo no está perdido, que todavía hay esperanza de romper un bucle que nos está ahogando y que la catarsis es posible aunque tengamos que mentirnos y pedir que nos mientan.

Salgamos a la calle a sentir que estamos vivos y demos una patada a la realidad. Nunca es tarde para que gritemos las verdades del barquero. ¡Zamora reniega de Zamora! ¡Viva septiembre! n

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