Aún no tiene fecha pero es una promesa hecha pública poco después de que el Museo del Prado mostrara la mejor cara de «Nerón y Séneca», el grupo escultórico de Eduardo Barrón, el zamorano de Moraleja del Vino que falleció el 23 de noviembre de 1911, es decir, hace casi cien años. En breves fechas, el diálogo en yeso entre el consejero y el emperador romano llegará al Museo de Zamora para quedarse. Es el «pago moral» de la pinacoteca madrileña al que fuera el autor del primer catálogo de escultura. Su labor como restaurador en Madrid le ha valido el reconocimiento un siglo después de que falleciera de forma prematura, con un compendio de obras importantes a sus espaldas, pero con mucho más por fabricar con sus manos.

Lo cierto es que la historia de «Nerón y Séneca», plagada de anécdotas, tendrá el final deseado por los zamoranos en plena discusión sobre la nueva ubicación de la única obra del escultor en la ciudad, el «Terror romanorum» con el que Viriato preside uno de los vértices de su plaza. Y lo es porque los esfuerzos del Ayuntamiento de Zamora por hacerse con una copia en bronce fueron intensos y complicados y, ni aún así, llegaron a buen puerto, haciendo bueno el lema que acompaña a Barrón, «el artista olvidado». El original durmió el sueño de los justos durante mucho tiempo en las dependencias municipales de Córdoba hasta que el Prado, que había advertido el marco indigno en el que se hallaba la excepcional escultura, recuperó los personajes de la exuberante Roma y los sometió a una profunda restauración a las puertas del centenario del fallecimiento del zamorano.

Los técnicos del Prado no tienen palabras suficientes de agradecimiento a la labor del autor como cataloguista. Tampoco como escultor, elogiado por esta original pieza que se alzó con la medalla de oro en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1904. El galardón llevaba impreso el compromiso de fundir el yeso en bronce, pero la falta de presupuesto impidió cumplir.

Los expertos consideran casi «un milagro» que «Nerón y Séneca», moldeados en yeso policromado, hayan resistido el paso del tiempo. Un tratamiento con la última tecnología permitió realizar una radiografía de la obra y conocer la técnica de Barrón, que empleó anclajes metálicos y hasta papel de periódico en la pieza. Dos años de labores de restauración han logrado devolver a los dos personajes a su edad natal, principios del siglo XX. Aunque hoy por hoy no hay fecha, una de las creaciones más importantes de Barrón vendrán a Zamora y, con ella, regresará el mejor Barrón.