Las dos caras de Viogén en Zamora

Una joven zamorana con protección de riesgo alto a la que su expareja agredió y amenazó de muerte y una agente premiada por su lucha contra la violencia machista desvelan los entresijos de la red adarga de las víctimas

Esperanza, una de las víctimas de violencia de género en riesgo alto en Zamora

Esperanza, una de las víctimas de violencia de género en riesgo alto en Zamora / ANA BURRIEZA

¿Qué pasa después de que una mujer se acerque a la comisaría o al cuartel a poner una denuncia por violencia de género? ¿De qué recursos dispone y, lo que es más importante, tiene algún escudo de protección tras salir de ese círculo tóxico en el que se encuentra?

A esas preguntas saben responder bien tanto la agente Isabel Álvarez como Esperanza, nombre que para proteger su intimidad daremos en este reportaje a una de las víctimas de violencia machista de la provincia. Ellas son las dos caras del sistema Viogén, el armazón con el que los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado ofrecen una protección integral a las mujeres que dan el paso de denunciar y hacen un seguimiento especial e individualizado de cada víctima, como adarga frente a su agresor.

Teléfono de atención a
 las víctimas de violencia de género.

La agente Isabel Álvarez en la Comandancia de Zamora , junto a su compañero Basilio, en la oficina Viogén / Ana Burrieza

Ambas resaltan la importancia de que la mujer que ha sufrido maltrato y ha roto por fin con la espiral de violencia física y psicológica a la que le sometía su pareja cuente con un apoyo directo: el número de teléfono personal de un policía o un guardia civil especializado que va a estar disponible las 24 horas del día. Cualquier temor o indicio de que el que ha sido su verdugo durante meses o años pueda volver a hacerle daño basta para llamarle.

Apoyo las 24 horas del día

"Es un teléfono directo y saben que se lo coges tú. Yo he atendido a víctimas a las tres, a las cuatro o a las seis de la mañana, y estamos encantados de hacerlo", explica Isabel Álvarez, que trabaja en el equipo Viogén de la Comandancia de Zamora, uno de los tres habilitados por la Guardia Civil para atender el medio rural zamorano junto a los de Benavente y Puebla de Sanabria.

Esperanza lo corrobora y reconoce que cuando ella estuvo en el sistema Viogén como víctima en riesgo extremo –ahora su caso está calificado como de riesgo alto– tenía un policía a su lado las 24 horas del día que "estaba conmigo hasta para tirar la basura".

De hecho, "si la UFAM de Zamora (Unidad de Atención a la Familia y la Mujer de la Policía Nacional) no hubiera estado ahí, creo que él –su maltratador y padre de uno de sus hijos– me hubiera llegado a agredir y me podía haber matado", reconoce con espontaneidad Esperanza.

Ella tiene desde hace más de dos años un "ángel de la guarda" policial que le da seguridad y apoyo y que ha evitado que la treintena de denuncias que acumula contra su expareja, muchas de ellas por saltarse las órdenes de alejamiento, hayan tenido consecuencias peores.

La agente Isabel Álvarez, reconocida por su labor en protección a víctimas de violencia de género

La agente Isabel Álvarez, reconocida por su labor en protección a víctimas de violencia de género / ANA BURRIEZA

Esperanza sabe bien lo que es vivir con la espada de Damocles de salir a la calle sabiendo que su agresor le ha amenazado de muerte. El temor no se lo quita de la cabeza, pero al menos ahora tiene las cosas mucho más claras que cuando puso su primera denuncia e infinitamente más que cuando su agresor estuvo por primera vez detenido por violencia de género en el año 2020.

En aquella ocasión lo detuvieron de oficio porque ella no se atrevió a denunciar por las justificaciones erróneas en las que caen las víctimas antes de dar ese paso, como que el agresor va a cambiar o que lo hacía por sus hijos. Precisamente, esos hijos fueron el motor que le ayudó a salir adelante y por ellos un día se plantó y dijo ¡basta ya!

Tardó más de un año desde la primera vez que él la agredió, cuando estaba embarazada de siete meses. Entonces no quiso denunciarle para no estar sola en el parto, pero a los trece días de salir del hospital con el recién nacido se dio cuenta de su error: su pareja llegó a casa borracho y se puso agresivo, por lo que tuvo que llamar a la policía. Fue su primera denuncia. A él pusieron una orden de alejamiento pero fue ella misma la que un tiempo después, aún sin haber asumido completamente su rol de víctima de violencia de género, le dejó que volviera a casa.

"Con el bebé en brazos me abrió la ceja, ahí desperté"

Cuando verdaderamente abrió los ojos fue en junio de 2021 cuando en otro episodio de maltrato él "me abrió la ceja cuando estaba con el niño en brazos y lo puso en peligro", algo que le hizo despertar, según confiesa.

Desde entonces su maltratador le ha amenazado de muerte y con llevarse a su hijo, por no hablar de los constantes quebrantamientos de las medidas de alejamiento. Acumula hasta una treintena de denuncias y en todo este tiempo Esperanza destaca el apoyo recibido de la Fiscalía y de la UFAM de la Policía Nacional. También agradece enormemente el respaldo de Azavi, la Asociación Zamorana Contra la Violencia.

Aprender a resetear

Allí, a través de charlas grupales le enseñaron "lo que es la violencia, cómo evitarla y cómo resetear, detectar si volvemos a sufrirla y aprender a confiar en los amores sanos", explica Esperanza, que pone de relieve la importancia de ese trabajo psicológico, ya que como víctimas algunas tienden a caer de nuevo en hombres agresivos y otras a crearse cierta coraza que les impide tener pareja porque "ya no te fías de nadie".

Hace menos de un mes, en la última de las múltiples causas judiciales, Esperanza vio cómo su maltratador era condenado por saltarse la orden de alejamiento en tres ocasiones. Ahora respira algo más tranquila, con su actual pareja y una vida ya rehecha aún siendo todavía veinteañera, pero reconoce que ha tenido momentos duros, como cuando él se saltaba a la torera las medidas de alejamiento y "ante la desesperación de que el juzgado no hacía nada, salí a las redes sociales a divulgar su imagen para que la gente lo buscara".

Y cuando acabe la orden de alejamiento ¿qué?

Uno de sus temores ahora es lo que pueda pasar dentro de un año, cuando finalice la orden de alejamiento. En ese aspecto, la agente Viogén Isabel Álvarez aporta un dato tranquilizador para ella y las otras 177 víctimas de casos que actualmente están activos en el sistema Viogén en la provincia de Zamora. El seguimiento se prolonga más allá de lo que duran las órdenes de protección. Unos meses después, y hasta un año más tarde, puede continuar aún esa supervisión y protección integral de la mujer que ha sufrido la violencia machista. Además, ese escudo que ofrece Viogén se activa desde el minuto uno en el que se formaliza la denuncia, independientemente de que el juez decida o no establecer una orden de protección.

Álvarez reconoce que las víctimas llegan "con mucho miedo" a denunciar, pero deben tener claro que se les va a acoger con empatía y esmero, se les va a dar su tiempo para que cuenten lo que les pasa, sin preguntas incómodas y con margen para que se expresen en confianza. También se les informa de todos los recursos que disponen para que vean que no están solas y cuentan con la ayuda necesaria para rehacer su vida. Del mismo modo, se les hace una valoración policial del riesgo a través de 35 parámetros que permite determinar el grado de riesgo en el que se les incluye en el sistema Viogén.

"Ni están solas ni lo estarán tras denunciar"

Isabel Álvarez, que lleva en el equipo de violencia de género de la Guardia Civil desde su creación, reconoce que en el medio rural resulta más complicado para la víctima dar el paso que puede cambiarlo todo, el de denunciar. Pese a esa mayor dificultad anima a todas las mujeres que sufren maltrato a hacerlo porque "las vamos a ayudar y a poner a su disposición una batería de recursos para que vean que ni están solas, ni las vamos a dejar solas tras la denuncia".

El trabajo de esta guardia civil zamorana ha sido esta misma semana distinguido con un premio a nivel nacional, el de los reconocimientos por la lucha contra la violencia sobre la mujer que concede el Instituto armado.

Ella lo comparte con su compañero de equipo, Basilio, y le recibe como estímulo para "seguir trabajando más" en favor de las víctimas.

Cuando recogió el galardón en Valencia el pasado martes utilizó una cita de Santa Teresa de Calcuta que ha interiorizado: "A veces sentimos que lo que hacemos es sólo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara una gota". La suya es una gota tan importante como las que pueden aportar las mujeres que sufren la violencia machista, que son capaces de convertir mares en océanos sin lágrimas al reconocerse como víctimas y dar el paso de denunciar.

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