"Violencia obstétrica"

La asociación Creciendo Juntos reivindica el "parto respetado" y denuncia que una mala praxis durante el alumbramiento puede derivar en secuelas no solo físicas, sino también psicológicas

Dos madres pasean con sus bebés. / Jose Luis Fernández

I. Barahona Fernández

A pesar de que el término de violencia obstétrica se mencionó por primera vez en el siglo XIX, no fue hasta 1985 cuando la OMS dio la voz de alarma por ser "un problema de salud pública y de derechos humanos". Frente a cientos de definiciones, se puede delinear una idea general de lo que comprende: prácticas perjudiciales para la salud de la madre y de su bebé ejercidas por el personal médico durante el parto.

En España son muchas las asociaciones que reivindican la necesidad de reconocer la existencia de este problema para concienciar a la sociedad y emprender el camino hacia el parto respetado. En la ciudad, Laura López Fuentes, asesora de lactancia materna en la asociación Creciendo Juntos de Zamora y coordinadora de la Semana Mundial del Parto Respetado que organiza la misma, explica en qué consiste la violencia obstétrica, y apunta que esta "es expresada en un abuso de la medicalización, de la posición de poder medico-paciente y de la patologización de los procesos naturales". Aunque en España aún no está reconocida desde los organismo públicos, Laura afirma que "es cuestión de tiempo que un organismo como la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia se haga eco de las recomendaciones de la OMS".

Desde la asociación se hace hincapié en el concepto de "parto respetado", entendido como aquel en el que el personal médico acompaña a la mujer respetando sus deseos y preferencias. "No hay un solo tipo, sino tantos como mujeres. Para algunas la epidural formará parte de él, para otras la libertad de posición". En el extremo opuesto, un parto traumático puede desembocar en duras consecuencias psicológicas para la madre y el bebé que comprenden desde "dificultades en el inicio de la lactancia materna y en la instauración del apego", hasta "depresiones postparto y síndrome de estrés postraumático en los casos más duros". "Las secuelas físicas están tan normalizadas que no las reconocemos como tal", prosigue Laura, en referencia a técnicas que conllevan riesgos durante el parto. "La maniobra de Kristeller consiste en presionar la barriga para "sacar" al bebé. Está totalmente desaconsejada por las sociedades médicas por los riesgos que entraña para el bebé y la madre". El listado de intervenciones desaconsejadas lo completan otras como la maniobra de Hamilton, el fórceps y los tactos antes de estar en fase de parto. Aún así, Laura puntualiza que a pesar de la dureza de estas prácticas y de su riesgo, " las intervenciones en sí no son violencia obstétrica, sino la consecuencia de una mala práctica asistencial y de acompañamiento en la mayoría de los casos".

El trato durante el parto es la otra cara de la violencia obstétrica. Desde la asociación Creciendo Juntos ponen el foco en los estándares profesionales de cuidado, que en muchos casos, se incumplen: ausencia del consentimiento informado, negligencia, abandono, discriminación, maltrato verbal, maltrato físico, comunicación ineficaz y pérdida de autonomía de la mujer. "Cambiar la mentalidad es el primer paso", explica Laura.

Las miles de voces que protestan contra la violencia obstétrica repiten que se ha normalizado el sufrimiento durante el parto. Para Creciendo Juntos es importante que se diferencia entre dolor y sufrimiento, pues aunque "el parto es doloroso y cada mujer tiene un umbral del dolor determinado, no debería implicar sufrimiento. Hace años las mujeres sufrían en sus partos por falta de asistencia profesional, por falta de matronas. Actualmente el exceso de la medicalización del parto, tal y como apunta la OMS, es la razón por la que las mujeres pueden tener sufrimiento y secuelas físicas o psicológicas.". Aquí entra en juego la excesiva instrumentalización del parto que se denuncia desde los colectivos. Desde la OMS sitúan el porcentaje recomendado de cesáreas entre el 10% y el 15% de los partos, lo que supone la mitad de lo que actualmente constituye la realdad española. En el caso de la episiotomía, la misma organización recomienda que no superen el 20% de los casos. "En España se desconoce la tasa real de episiotomías," informa la OCU, "pero existen datos parciales que muestran que podría ser de más del 40%", aún así, hace 20 años la tasa de episiotomías estaba en un 89%, lo que significa una gran mejora en el sistema sanitario español.

Desde las asociaciones se apuesta por una mejora. "¿Cómo se entiende que haya hospitales donde menos del 10% de las mujeres "necesiten" una episiotomía para parir y otros superen el 50%? ¿Es posible que haya una diferencia tan grande entre hospitales en lo referente a las tasas de estas dos intervenciones?", se preguntan desde la asociación zamorana.

Existen excepciones, y es que "aquellos centros sanitarios en los que se llevan a cabo buenas prácticas, se actualizan los protocolos a la evidencia científica y, lo más importante, hay un cambio de mentalidad en el personal sanitario, es donde las tasas de cesárea y, sobre todo, de episiotomía, están por debajo de los porcentajes que recomienda la OMS". En el caso concreto de Zamora, el Hospital Virgen de la Concha ha disminuido el porcentaje de cesáreas en los últimos años, de un 24,7% en 2016 a un 20,5% en 2017. En el caso de la episiotomía, el porcentaje también disminuyó, de un 61% en 2016 a un 54% durante el año siguiente.

En el camino hacia la naturalización del parto se encuentra el equipo de Ginecología y Obstetricia del Hospital Virgen de La Concha, el cual ha iniciado una andadura para certificarse como Hospital IHAN, siglas correspondientes a Humanización de la Asistencia al Nacimiento y la Lactancia, una iniciativa lanzada por la OMS y UNICEF para "animar a los hospitales, servicios de salud, y en particular las salas de maternidad a adoptar las prácticas que protejan, promuevan y apoyen la lactancia materna exclusiva desde el nacimiento", como informa la propia organización. Desde las diferentes asociaciones, entre las que está Creciendo Juntos, se celebra la iniciativa que además "consiste en la individualización de la atención, en escuchar, apoyar y acompañar a las mujeres en sus partos", y forma parte esencial de su objetivo, que busca "devolver a la mujer el protagonismo que debe tener en su parto y que ha sido desplazado por el uso, a veces abusivo, de las intervenciones que, en pocas ocasiones, son necesarias y salvan vidas", finalizan.

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