Las veteranas del aula

Natividad Pedrero, de 90 años, y Anita Llamas, de 88, son las alumnas de mayor edad en las clases para adultos en Otero de Centenos

Natividad y Anita en el aula de Otero de Centeno. | A. Saavedra

Natividad y Anita en el aula de Otero de Centeno. | A. Saavedra / Araceli Saavedra

Natividad Pedrero Ferrero de 90 años y Anita Llamas Ferrero de 88 años son las alumnas más veteranas del Centro de Educación de Personas Adultas de Sanabria y Carballeda, CEPA, que asisten al aula de su pueblo, ubicada en Otero de Centeno.

Un aula muy especial donde "repasan" lengua española, oral y escrita. Los alumnos del aula abarcan desde los 21 años hasta los 90 de Natividad y además de vecinos son prácticamente familia. Lectura, poema, canciones, redacciones son las "asignatura" de este primer año de escuela para la clase.

Natividad Pedrero Ferrero, o Adela, como la conocen en el pueblo, explica los tres nombres que tiene. Natividad por el Registro Civil, Adelina por el Bautismo y Adela para acortar en la vecindad.

En Otero no tuvieron buenos maestros, dice de manera suave Natividad.

En Otero no tuvieron buenos maestros, dice de manera suave Natividad. Recordaba uno en concreto del que los niños prácticamente no aprendieron. "Era un señor muy mayor. Tenía tres o cuatro de familia y tampoco aprendieron mucho", rememora. "He sido labradora toda la vida, con la pareja de vacas y ahora sigo con el huerto".

A sus 90 años echa una mano a su nieta, cuidando a la más pequeña mientras su madre lleva a la hermana mayor al colegio en Mombuey. Reconoce que es "muy activa" con su huerto y sus plantas. Enviudó joven y se quedó sola con tres hijos, incluso emigró a Francia, donde vivían dos hermanas, la mayor tiene ahora 96 años y la mediana falleció con 90. En Francia trabajó en una máquina cortando aros para los tiestos. Uno de sus hijos es ganadero en Otero y los otros dos viven en Madrid.

Grupo al completo de las clases para adultos. | A. S.

Grupo al completo de las clases para adultos. | A. S. / Araceli Saavedra

Desde la experiencia y vivencias de sus 88 años Anita cuenta que de pequeña estudió poco en la escuela del pueblo. A los 14 dejó los estudios y la enviaron a Benavente a servir, durante cinco años, para emigrar trascurrido ese periodo a Madrid.

A los 14 dejó los estudios y la enviaron a Benavente a servir, durante cinco años, para emigrar trascurrido ese periodo a Madrid.

"No sé cuántos años estuve y luego fui a Bilbao. Me faltaron cuatro mes meses para poder cobrar la pensión". Con resignación y con su carpeta de estudiante dice una de las frases de nota: "Toda la vida trabando para no cobrar". Se casó en Asturias y allí vivió 25 0 26 años. Al fallecer su marido volvió al pueblo, hace 34 años, según sus cuentas.

"Mi marido fue minero y se retiró muy joven", fue entonces donde su relato vital vuelve a Otero. Reconoce que una de sus grandes aficiones, ahora convertida en asignatura, es la lectura. La otra asignatura que tiene aparcada es la de hacer punto: "tejía colchas, manteles, cortinas". Sus dos hijos viven en el mismo pueblo. Una de sus hijas también participa de las clases de adultos en la misma escuela.

En Otero de Centeno no es necesario pasar lista al comenzar la clase, pero asisten puntualmente, además de Natividad y Anita, Ana Llamas San Primitivo, Dictina Matilla Llamas, Angelines Gallego Cuesta, Elena Cordero Martínez, Luis Pozo Escudero, Teresa Santiago Lobato y Jorgina Dos Santos Daconce. La profesora y directora del CEPA, Concepción Requejo Osorio, reconoce que los hombres tienen más reticencia a apuntarse a las clases.

Luis Pozo es de las excepciones y está perfectamente en el aula con sus compañeras de mesa. Su libro escolar fue la Enciclopedia Álvarez, un compendio de materias que ya estudiaron cuando en Otero hubo maestras en su época. Elena Cordero es la alumna más joven y una gran aficionada a la lectura, y durante más de dos décadas estuvo en el desaparecido Círculo de Lectores. "Tengo cajas y cajas de libros". En este aula de adultos tampoco faltan deberes para casa.

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