Beca Amancio Ortega: Conexión educativa entre Sanabria y Canadá

Naroa Ferrero Ballesteros vive la experiencia de un año de inmersión en Nueva Escocia gracias a una beca de la Fundación Amancio Ortega

Naroa Ferrero (derecha), con unas amigas, durante un partido.

Naroa Ferrero (derecha), con unas amigas, durante un partido. / Cedida

Beatriz Blanco García

Beatriz Blanco García

Naroa Ferrero Ballesteros ha cambiado este año las aulas del IES Valverde de Lucerna, en Puebla de Sanabria, por las del instituto Northeast Kings Education Center, en Kentville, Nueva Escocia. El frío de Canadá no ha sido un obstáculo para ella, pero sí el idioma las primeras semanas disfrutando de la beca de la Fundación Amancio Ortega, gracias a la cual está viviendo esta experiencia en el extranjero. "He aprendido muchas cosas y no solo inglés, que también me ha mejorado mucho, sino el conocer a gente increíble y, lo más importante, conocerme mejor a mí misma, valorando las cosas que tengo y que no siempre estarán ahí", resume sobre sus primeras vivencias.

Gracias a esta inmersión, en poco tiempo ya pensaba incluso en inglés. "Es una sensación increíble, te das cuenta de que, sin darte cuenta, has aprendido muchísimo", valora. Otra cosa es el estilo de vida, tan diferente del de España, donde los locales y tiendas cierran más tarde y los planes con amigos son diferentes. "Otra cosa que cambia mucho también es que aquí necesitas utilizar el coche para todo, porque hay bastante distancia entre las casas y no tienen tanto transporte público como nosotros", compara.

Familia de acogida

Parte importante de la integración ha sido la familia de acogida, que a la zamorana le hizo sentir muy cómoda desde el primer momento. "Me demostraron que para ellos era una más, hacemos muchos planes y estoy muy agradecida. Además, se interesan por mí y por mi cultura y me muestran la suya. Siento que con ellos puedo ser yo misma y con la hija que es de mi edad la considero ya como una de mis mejores amigas, tengo una gran conexión con ella", asegura.

Conexión educativa entre Sanabria y Canadá

Conexión educativa entre Sanabria y Canadá / B. Blanco García

Kentville es un pequeño pueblo de 6.000 habitantes, que la zamorana compara con Puebla, aunque "tiene bastantes más cosas, como una pista de patinaje sobre hielo, muchas tiendas, pero se parecen en la gran cantidad de vegetación", describe, aunque subraya que sigue "enamorada" de Sanabria "y ahora la valoro mucho más".

Toda una experiencia

Esta experiencia de vivir en el extranjero durante un curso completo la está compartiendo con otros 15 estudiantes de diferentes países que también están en su mismo instituto. Hay representación de Alemania, Italia, Brasil, México, Turquía, Vietnam, Japón, Tailanda y Corea, además de España. "Muchos de ellos son mis mejores amigos aquí y estoy muy agradecida por tenerlos, estamos muy conectados porque estamos pasando por la misma situación y nos entendemos los unos a los otros", justifica.

Naroa Ferrero Ballesteros (izquierda), con un grupo de amigas tras una prueba deportiva.

Naroa Ferrero Ballesteros (izquierda), con un grupo de amigas tras una prueba deportiva. / Cedida

De nueve a tres es su horario lectivo y, tras quedar por la tarde con algunos amigos, se dedica al estudio, ver algo en la tele con la familia y a descansar para una nueva jornada. "El fin de semana, si no tengo ningún partido de hockey al que ir, suelo patinar con las amigas y después ir a una cafetería", relata. En la escuela de allí, aparte de los estudios, se practican muchos deportes, como voleibol, baloncesto, hockey e incluso rugby, y se multiplican los clubes de diferentes temáticas, además de los conocidos bailes de instituto. "Aquí hacemos mucha vida en el instituto, no como en España, que solo vamos a estudiar. Eso lo cambiaría, deberíamos hacer más actividades y así seguro que muchos no odiaban tanto ir a clase", bromea.

Conexión educativa entre Sanabria y Canadá

Conexión educativa entre Sanabria y Canadá / B. Blanco García

Aparte de la estética del centro, taquillas incluidas, le resulta muy divertido que sean los alumnos, y no los profesores, quienes se cambien de clase con cada asignatura. "También en una misma aula puede haber personas de cursos superiores o inferiores, porque pueden elegir esas asignaturas", explica. De entre sus materias favoritas, destaca biología y baile. La primera le gusta desde siempre y la segunda, nueva para ella, considera que fomenta la creatividad y ayuda a conocer a mucha gente.

Diferente sistema educativo

En el lado contrario están las matemáticas, debido a la manera en la que la imparten, tan diferente a España "y puede llegar a ser muy confuso". Considera que el sistema educativo canadiense es “muchísimo mejor” que el español "ya que todo es más práctico, valorándose más los proyectos y trabajos, no solo los exámenes. Es una manera más amena de aprender, no se trata solo de memorizar, porque eso se olvida en tres días", considera.

Naroa Ferrero Ballesteros , en un baile del instituto con amigos.

Naroa Ferrero Ballesteros , en un baile del instituto con amigos. / Cedida

La amabilidad es lo que más destaca de los canadienses. "También me gusta que es un país que tiene una cultura muy mezclada, ya que hay muchísima gente de diferentes nacionalidades viviendo aquí y puedes aprender un poquito de cada una de esas culturas", aprecia.

Aprendizaje continuo

Aunque le quedan todavía varias semanas por delante, Naroa se queda de esta experiencia el aprendizaje "no solo del inglés, sino de la vida. Es algo que todas las personas deberían experimentar si tienen la oportunidad, porque te hace madurar de golpe, cuando te ves fuera y lejos de tu zona de confort. Ves todo desde otra perspectiva y aprendes a cuidar mejor de ti mismo, valorar los pequeños detalles y sentirte la persona más afortunada del mundo", resume. "Me he dado cuenta de que la palabra casa n son cuatro paredes, sino las personas. Y ahora que tengo dos casas en diferentes continentes en las que siempre me van a recibir con los brazos abiertos", finaliza.

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