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La Iglesia cierra la denuncia contra un cura de Sanabria por abusos sexuales en el año 77

El Obispado de Astorga da carpetazo al relato de una mujer a quien el anterior obispo Menéndez otorgó veracidad: "Nadie puede poner en duda lo que vivió" | "Seguiré adelante hasta que me quede un soplo de vida" advierte la víctima

Manifestación en Astorga en 2018 para pedir justicia por los abusos sexuales en el seno de la Iglesia. | J. F.

El Obispado de Astorga ha cerrado, “por falta de elementos de prueba”, el caso de una mujer que denunció abusos sexuales cuando era una niña por parte de un sacerdote que durante años fue párroco en varios pueblos del entorno del Lago de Sanabria. En febrero de 2019, la víctima se dirigió por carta a la Diócesis de Astorga relatando los abusos acontecidos en el año 1977 cuando pasaba unas vacaciones en un pueblo de Sanabria. El acusado falleció en 2012.

El propio Obispado ha hecho público un comunicado donde relata cómo a raíz de la denuncia, la Diócesis se puso en contacto con esta persona a través de la Delegación Episcopal de Protección de Menores y Acompañamiento a las Víctimas, “poniendo a su disposición sus recursos para realizar una adecuada acogida, escucha y acompañamiento”.

El obispo en aquellos momentos, Juan Antonio Menéndez, le escribió una carta en la que expresaba el profundo dolor que le causaba la noticia, pedía perdón en nombre de la Iglesia y reiteraba la disposición de la Diócesis de Astorga a apoyarla y acompañarla.

Fechada el 13 de mayo de 2019, pocos días antes de fallecer repentinamente, Juan Antonio Menéndez, otorgaba veracidad al relato de la mujer, al afirmar que, "después de leer su testimonio, nadie puede poner en duda que lo que usted vivió es una de las experiencias más traumáticas que puede vivir una niña: el abuso sexual".

La víctima, residente en las Islas Canarias, contaba en una extensa carta escrita de su puño y letra cómo fue agredida sexualmente cuando tenía 11 años. En el verano de 1977, ella y su hermana disfrutaron de un campamento en el Lago de Sanabria que se concedía a hijos de funcionarios, y fue allí donde conoció al sacerdote, "un hombre en apariencia bueno y cariñoso”.

Quien fuera hasta su muerte inesperada el máximo responsable de la Diócesis asturicense admitía en la misiva escrita dos días antes de su fallecimiento que "ese sacerdote que tenía que acompañarla a usted y a otros en su formación, se aprovechó de su estatus, de la confianza de su familia y de su inocencia para violar su intimidad y con ello, toda su persona y ese hecho se perpetuó a través del acoso que el abusador hizo cuando ya no le era accesible físicamente, ante el miedo de ser denunciado y condenado, conocedor de la gravedad del delito cometido".

El fallecido obispo de Astorga mostraba su comprensión y cercanía a esta víctima "que durante todos estos años habrá tenido que vivir con este "fantasma" y sus secuelas: los sueños, el recuerdo intrusivo de aquella situación ... el miedo, la inseguridad... la culpa, la vergüenza y el esfuerzo estéril de olvidar esos episodios que han marcado su vida".

Tras la muerte del prelado, que había comprometido su apoyo, y el ofrecimiento de ayuda psicológica que la víctima rechazó por falta de confianza y de imparcialidad, el asunto quedó en suspenso hasta que envió una nueva carta en enero de este año 2023 al actual obispo Juan Fernández. A finales de febrero remitía otra donde la víctima reclamaba el resarcimiento económico de daños.

Teniendo en cuenta todos los antecedentes, el obispo inició una investigación, nombrando juez instructor y notario, con el objetivo de esclarecer lo ocurrido. “Queremos informar de que la investigación realizada no ha permitido llegar a conclusión alguna por falta de elementos de prueba". Por el fallecimiento del presbítero acusado "no ha lugar a ningún proceso penal canónico ni administrativo ni judicial".

Apuntan desde el Obispado de Astorga que la Delegación de atención a víctimas volvió a contactar con la denunciante para poner a su disposición los recursos de acompañamiento y reparación psico-espiritual.

Tras comunicar el archivo del caso por parte de la Iglesia, el Obispado transmite a la víctima que "lamentamos profundamente lo ocurrido, así como el daño que haya podido sufrir esta persona; esta empatía y cercanía queremos hacerla extensiva a todas las personas que hayan sufrido abusos y que todavía no han podido sanar el daño sufrido”.

do de las personas, especialmente de los más inocentes y vulnerables, promoviendo una cultura de buenos tratos dentro de la Iglesia”.

"Seguiré adelante"

"Seguiré adelante hasta que me quede un soplo de vida". La mujer que, según su testimonio, a los 11 años sufrió abusos sexuales por parte de un sacerdote cuando disfrutaba de unas vacaciones en Sanabria, no está dispuesta a que la Iglesia no asuma responsabilidades por el sufrimiento y las secuelas psicológicas que arrastra desde niña. "Me voy a seguir defendiendo por mi y tantas personas que han pasado por mi calvario".

Asegura que, lejos de encontrar consuelo y comprensión, las comunicaciones conmigo han sido para tensionarme más. Me he sentido atacada". Apunta la excepción del obispo Juan Antonio Menéndez, cuya carta le abrió una puerta a la esperanza.

El prelado que hubo de lidiar con los escándalos de pederastia en el antiguo Seminario Menor de La Bañeza, destapados por Javier F. L. como víctima reconocida del cura José Manuel Ramos Gordón, atendió y dio crédito al relato de esta mujer. El fallecimiento de Juan Antonio Menéndez dejó en el aire este caso, como el de otras víctimas que mantienen viva su lucha por la justicia. Lamentan el "vacío" de las palabras de la Diócesis de Astorga cuando dice que "el obispo y todas las personas que trabajamos en acciones educativas, formativas y pastorales estamos comprometidos e implicados seriamente en la realización de un importante trabajo de sensibilización y prevención, que responde a nuestro compromiso en el cuida

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