Raigambre

Aquellas primeras segadoras que llegaron a los pueblos de Zamora

Cuando las máquinas llegaron al campo zamorano, supusieron una revolución transformando para siempre el trabajo agrícola

Antigua segadora

Antigua segadora / C. M. F.

Cristina Manías Fraile

Desde la antigüedad, el trabajo en el campo ha sido uno de los más duros. Largas jornadas de sol a sol, doblando el lomo en el campo, arando la tierra, sembrando la simiente, regando, segando, recogiendo la cosecha, trillando…

Durante siglos se ha mantenido casi igual, contando el campesino con herramientas de madera y metal como la hoz, la guadaña, el carro o el arado, movidas algunas únicamente con el esfuerzo de sus brazos, en otros casos utilizando como fuerza motora a vacas, burros o caballos.

Pero en el siglo XX llegaron a nuestro país las primeras máquinas agrícolas que supusieron un gran cambio por su versatilidad y elevado rendimiento, facilitando de manera importante las labores del campo.

Si bien la maquinaria agrícola no llegó a toda España de manera homogénea. Mientras que en otras provincias las primeras segadoras y trilladoras se empezaron a utilizar a principios del siglo XX, en algunos pueblos zamoranos siguieron realizando todo el trabajo a mano, como en siglos precedentes, hasta las décadas de 1950 y 1960, cuando llegaron las primeras máquinas.

Aquellas primeras segadoras

Segadora de aspa arrastrada por un tractor. / C. M. F.

El verano pasado en la localidad de San Juan de Rebollar se realizó una demostración del funcionamiento de algunas de estas antiguas maquinarias, en concreto una segadora y una trilladora, para asombro de la mayoría de los presentes que pudimos comprobar su buen estado de funcionamiento después de tantos años.

Con la ayuda de José María Manzanas Cerezal, conocido como “Tribu”, repasamos la historia de las primeras máquinas que llegaron a los pueblos de Aliste. “Tribu” recuerda que su abuelo el ti Manuel Cerezal compró una segadora a petróleo en los años 60 y el ti Domingo Mezquita, otro vecino de esta población alistana, compró una gavilladora tirada por vacas. A finales de los años 60 llegaron además a San Juan las primeras trilladoras.

Estas máquinas causaron el asombro de los vecinos, que veían cómo estos ingenios agrícolas reducían de forma importante el tiempo y el esfuerzo necesarios para realizar las tareas del campo.

Se compraban de segunda mano, venían de regiones más ricas, donde ya llevaban décadas utilizándolas y decidían sustituirlas por otras más modernas. Los campesinos alistanos aprovechaban y las adquirían a un precio reducido por sus ya muchos años de uso. Aun así, quedaban fuera del alcance de muchos bolsillos.

Cuando algún vecino conseguía ahorrar las 20.000 o 30.000 pesetas que podían costar estos viejos aparatos, les sacaban provecho después alquilando sus servicios al resto de vecinos e incluso en los pueblos cercanos.

Aquellas primeras segadoras

Subiendo los manojos de trigo a la trilladora. / C. M. F.

Las segadoras constituyeron una pequeña revolución en el campo, pues suponía pasar de varios días de duro trabajo doblando el lomo segando los campos con la hoz, a que se hiciera la tarea en unas pocas horas.

La trilladora y la cosechadora también quitaron mucho trabajo a los campesinos, evitándoles dar vueltas y vueltas sobre la parva subidos al trillo y tener que esperar a que soplara una racha de viento para poder aventar la paja y separarla del grano.

Cuenta “Tribu” un dato curioso, que estos campesinos alistanos, que no sabían nada de mecánica ni habían visto un motor en su vida, ni disponían de medios en sus pueblos para comprar material o realizar soldaduras, tuvieron sin embargo que afrontar las averías y fallos de estas máquinas utilizando en ocasiones únicamente su ingenio. Así que los antiguos propietarios, cuando se enfrentaban a alguna avería, se buscaban la vida para arreglarlas y hacerlas funcionar de nuevo.

Estas máquinas antiguas ya no están en uso, pero varios coleccionistas las mantienen en buen estado para exhibiciones. Y a día de hoy, todavía siguen funcionando, algunas de ellas mostrando todavía los “apaños” que les hicieron para repararlas hace varias décadas.

Una de las marcas de maquinaria agrícola más famosa fue Ajuria-Vitoria, que destacaba por sus trilladoras, siendo empresa pionera en nuestro país. También eran muy conocidas las segadoras Olimpia o las BCS, así como las sembradoras y segadoras de aspas Jolpa.

Las primeras segadoras o gavilladoras iban enganchadas a mulos y llevaban una gran cuchilla que segaba varios manojos a la vez. La segadora de aspas a su vez colocaba estos manojos amontonados a un lado, favoreciendo así su recogida posterior.

Aquellas primeras segadoras

Aquellas primeras segadoras / C. M. F.

Las trilladoras funcionaban por la acción de un motor. Se introducían los manojos de trigo en una cinta que los transportaba y metía dentro, donde se trituraban y salían ya separados la paja y el grano. La paja salía por un extremo de la máquina, quedando amontonada en el suelo. El grano salía por otro lado, ya limpio. Incluso algunas trilladoras lo envasaban en un saco.

Las cosechadoras fueron posteriores y supusieron un gran avance, ya que eran capaces de segar el cereal y descargarlo ya limpio en un remolque dejándolo separado de la paja, todo ello en una sola acción.

La empacadora recogía la paja y la comprimía, formando alpacas con forma rectangular que iban atadas con cuerdas.

El tractor también apareció en Aliste a finales de los años 60. Fue otra de las máquinas que vino a revolucionar la agricultura, siendo de mucha utilidad al poder engancharle un arado o una segadora, así como para transportar la cosecha en remolques.

Mi agradecimiento a Jose María Manzanas, “Tribu”, por la información facilitada y al pueblo de San Juan del Rebollar por las jornadas de exhibición de la siega y la trilla tradicionales.

(*) Colectivo Ciudadanos Región Leonesa

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