La batalla de un pueblecito de Zamora para no perder el bar

Olmo de la Guareña se resiste a quedarse sin lugar donde poder reunirse los vecinos

Perteneciente al Ayuntamiento de Vallesa, es el pueblo más pequeño de la comarca de La Guareña y la única pedanía

"He venido con 20 euros y a este paso me voy a ir con 25. Ahora que tenemos dinero, no hay donde gastarlo" bromea Arturo Manceras ante el panorama que se presenta en el pueblo, por primera vez sin el bar abierto. Con el retorno de los emigrantes ya jubilados, muchos de Bilbao, cuando llega la primavera, Olmo de la Guareña despierta del letargo de un invierno donde apenas resisten unos 15 vecinos. Estamos ante el pueblo más pequeño de la comarca y también la única pedanía, con Vallesa como Ayuntamiento.

Arturo y Begoña han vuelto y abierto la casa para los próximos seis meses. Pero por primera vez se encuentran sin ningún lugar donde reunirse, departir con los demás en la barra o echar la partida. La "cantina", que los últimos años ha gestionado un vecino de Vallesa, se cerró en octubre y han tenido que pasar más de seis meses para que el antiguo hostelero devolviera las llaves del local.

Los insistentes requerimientos han dado por sin resultado, aunque en Olmo no ocultan un indisimulado malestar "porque durante medio año no hemos podido hacer uso de un local que es del pueblo". Desde la tarde del lunes la llave está en manos del Ayuntamiento. La cuestión ahora es decidir cómo se gestiona el uso del bar que tanto echan de menos en este pequeño pueblo situado en el valle del Guareña, en el límite con la provincia de Salamanca.

Fachada del bar, que se cerró el pasado mes de octubre. | Ana Burrieza

Fachada del bar, que se cerró el pasado mes de octubre. | Ana Burrieza / Irene Gómez

"Queremos un sitio donde podernos reunir" reclaman las vecinas mientras acuden a por el pan, ahora el único punto de reunión, más allá de la Iglesia, para quienes acuden a misa o a la celebración de la Palabra el fin de semana, o la consulta del médico, el primer miércoles de mes. Fernando Viruega, comerciante de Vallesa, garantiza cada día pan reciente y productos de primera de necesidad o básicos en la casa, gracias al pequeño comercio que abre a diario. Allí son fijos todo el año Consejo Hernández y Teodoro García, a sus 96 años el olmero más anciano con una envidiable salud y vitalidad que le permite seguir desplazándose con su inseparable bicicleta y cultivar el huerto.

La llegada de la furgoneta con Carolina al volante es una excusa para comentar el problema que trae de cabeza a los vecinos. ¿Cuándo se abre el bar? Nadie quiere pensar que el local situado en el corazón del pueblo, a escasos metros de la iglesia, que antaño acogió la escuela de los chicos y fue arreglado por los propios vecinos a prestación personal, como se encarga de recordar Teodoro, pueda echar el cierre definitivamente.

Con las llaves ya en poder del Ayuntamiento el dilema es "quién se hace cargo de ellas". Azucena Hernández, alcaldesa de Vallesa de la Guareña, asegura no tener "ningún problema en que los vecinos utilicen el local, siempre que haya alguien que se haga responsable". Y así se lo ha hecho saber al pueblo ante las reiteradas peticiones del vecindario, que se resiste a quedarse por primera vez sin bar.

Teodoro García, el vecino más longevo, vuelve con la compra. | Ana Burrieza

Teodoro García, el vecino más longevo, vuelve con la compra. | Ana Burrieza / Irene Gómez

"Les he comentado que pueden crear una asociación con unos responsables, como hacemos en Vallesa con las asociaciones de mujeres y de jubilados, y entonces no habría ningún inconveniente". Pero esa solución no se acaba de ver en un pueblo que fluctúa entre el puñado de habitantes del invierno, el despertar de la primavera con la llegada de los emigrantes y la explosión del verano, especialmente en agosto, cuando "fácilmente puede haber aquí cuatrocientas o quinientas personas" apuntan.

"No creemos que sería tanto problema poner una máquina que sirva el café, el refresco o un vino" sugiere uno de los retornados, que añoran los ratos en la cantina, especialmente cuando el buen tiempo permite disfrutar de la terraza.

Pero la alcaldesa de Vallesa insiste. "No se puede ceder un local así como así, sin nadie que se haga responsable. Necesitamos que haya unas condiciones y que firmen un documento con un compromiso de mantenimiento del local", incide Azucena Hernández, no sin mostrar comprensión con un pueblo que se resiste a perder el único lugar de reunión posible, más allá del local social, muy grande y alejado del pueblo.

De momento, y a la espera de una solución, los olmeros se arreglan "cada uno en nuestra casa. ¡Qué vamos a hacer si no tenemos dónde reunirnos!" lamentan las hermanas Yayi y Leo Martín.

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