Ricobayo no cierra el bar

Con 137 habitantes censados, que en invierno no llegan al centenar, el pueblo ribereño revienta la media nacional

El pueblo ribereño está ocho veces por encima de la media de España con tres establecimientos abiertos

María del Mar Álvarez detrás de la barra del mesón que regenta junto a su marido. | José Luis Fernández

María del Mar Álvarez detrás de la barra del mesón que regenta junto a su marido. | José Luis Fernández / Irene Gómez

Con 2,8 bares por cada 1.000 habitantes, las siempre recurrentes estadísticas distinguen a España como "un país de bares", posiblemente sin pensar en muchos pueblos donde el principal referente de ocio y esparcimiento se va perdiendo en un goteo constante y doloroso. No es casual por ello que muchos ayuntamientos prácticamente "regalen" el alquiler de locales en un intento desesperado de no perder el bar del pueblo. Afortunadamente existen excepciones.

Solo hay que mirar a Ricobayo de Alba, donde sus 137 vecinos censados oficialmente –en invierno no llegan al centenar– tienen la posibilidad de elegir tres bares donde tomarse el café, el vino con tapa, y en uno de ellos incluso comer y dormir. "Hasta no hace muchos años había cinco y en verano con el chiringuito de la playa tenemos cuatro" cuenta un vecino entre orgulloso y sorprendido por este "boom" de bares en un puñado de metros cuadrados.

Cinta Rodríguez

Cinta Rodríguez / JOSÉ LUIS FERNÁNDEZ

En Ricobayo la estadística nacional se dispara. Los números sitúan a este pueblo ribereño casi ocho veces por encima de la media nacional en número de bares.

A punto de cumplir 50 años de historia, "Casa Atila", conocido popularmente como el bar de Atilano, es un histórico y un referente para los trabajadores que se mueven por la zona, muchos de Iberdrola y empresas externas que se despliegan en torno a todo el conglomerado hidroeléctrico, y también los que hacen la ruta de ida o vuelta hacia Portugal.

El emplazamiento de Ricobayo como lugar de paso es uno de las claves de la viabilidad de los negocios hosteleros, uno de los pocos servicios que se mantienen en este pueblo anejo del Ayuntamiento de Muelas del Pan. Y en el verano, la playa de Ricobayo, en el curso bajo del río Esla, es uno espacio de baño atractivo y gratuito situado casi a las puertas de Zamora.

"No paramos de trabajar, estoy dando una media de 40-50 menús diarios, con sus más y sus menos. También viene gente a desayunar porque por esta zona se mueven muchos trabajadores, gente de Iberdrola, ahora los de la fibra, tampoco falta el tránsito a Portugal. No nos podemos quejar, pero es a fuerza de estar continuamente al pie de cañón" explica Cinta Rodríguez, madre de dos niños de 7 y 9 años y con 18 años de experiencia en el negocio familiar que inauguró su suegro, Atilano Gago.

Juan Ramírez atienda a unas clientas

Juan Ramírez atienda a unas clientas / JOSÉ LUIS FERNÁNDEZ

"Esto ha cambiado mucho desde que empecé; es verdad que hay menos gente en los pueblos, pero ahora Zamora es bastante más conocido y los Arribes del Duero tienen mucho tirón. El turismo nos está favoreciendo" destaca la hostelera. ¿Qué se cierran bares? "Es que esto hay que currárselo mucho. Yo me levanto a las 6 de la mañana y a la hora del desayuno ya tengo hecha la tortilla y todo preparado para cuando vienen los clientes. Lo que te da dinero es estar aquí y trabajar".

La opinión de los hosteleros

La opinión de los hosteleros / JOSÉ LUIS FERNÁNDEZ

A escasos metros, cruzando la carretera, un joven matrimonio regenta el bar "Casa Segundo" desde hace 8 años. Linda Reina, hija de venezolana y moleño, y su marido Juan Ramírez, que se vino de Venezuela, se sienten "encantados" viviendo en Ricobayo junto a sus dos hijos. Los inicios no fueron fáciles; "el primero año aquí no se movía ni el aire" recuerda Linda. "Había días con cajas de 5 y 10 euros, fue muy duro, pero había que aguantar porque yo estaba segura de que saldríamos adelante".

Hoy Linda y Juan, que compatibiliza el bar con un trabajo en Zamora, ven la luz con su negocio. "Nos da para vivir". Aunque entre semana, y sobre todo en invierno, es más flojo, "los fines de semana te compensa. Ofrecemos nuestras tapitas, el futbolín, los dardos y siempre tienes que estar pensado en cosas para atraer a la gente". Linda se siente especialmente orgullosa de la organización de las "quedadas moteras" que movilizan a muchos aficionados. "Unas cosas atraen a otras y lo importante es que suene Ricobayo porque de lo que hagamos unos u otros, nos beneficiamos todos".

Ángel Barroso y Mª del Mar Álvarez

Ángel Barroso y Mª del Mar Álvarez / JOSÉ LUIS FERNÁNDEZ

En el camino hacia la playa se encuentra el Mesón de Alba y Aliste con Ángel Barroso y Mª del Mar Álvarez detrás de la barra desde hace 22 años. En plena cuesta de enero, los bares no viven sus mejores momentos, especialmente entre semana, reconocen los hosteleros. Aún así, abren a diario, aunque solo sea por fidelidad a los clientes que no fallan. "Los fines de semana esto se anima y en verano la playa tiene mucho tirón, pero aún así los pueblos han perdido bastante vida" comenta Ángel.

"Casi que tenían que dar una ayuda por abrir todo el año" sugiere María, quien siempre tiene dispuesta la cocina para ofrecer un pincho o un plato combinado. "Yo no me canso, es nuestro trabajo" comenta mientras sirve un café a un cliente en una mañana de lunes previsiblemente tranquila. "Esto ya no es lo que era, solo va quedando gente mayor". Aún así, los tres bares que sostienen la vida hacen de Ricobayo un pueblo de otro mundo.

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