Entrevista | Domingo Delgado de la Cámara Crítico taurino

"La tauromaquia es una religión pagana que está en España antes que la fe"

"Los toreros son hombres muy espirituales y unos enormes creyentes porque tienen que encomendarse a la muerte y al Altísimo"

Domingo Delgado de la Cámara en Las Ventas. | Cedida

Domingo Delgado de la Cámara en Las Ventas. | Cedida / Carmen Toro

Domingo Delgado de la Cámara es licenciado en Derecho y procurador de los tribunales. Si bien, es de sobra conocido por los aficionados a la tauromaquia por ser colaborar en prensa, radio y televisión desde 1988 y, actualmente, comentarista habitual de las retransmisiones en televisión de las principales ferias españolas. Este viernes estará en Zamora para participar en la charla-coloquio "Entre la fe y la fiesta", que inaugura el I Encuentro Internacional de Capellanes y Sacerdotes Taurinos que se celebra en la provincia.

- ¿Qué relación guardan la fe y la Fiesta?

Mucha. La religión Católica es en la que cree la inmensa mayoría de los españoles, pero la tauromaquia es una religión pagana que ha estado presente entre nosotros en España incluso antes que la fe católica. Tienen una relación muy estrecha y muy profunda. La mayor prueba son las celebraciones. En todas las fiestas patronales, hay celebraciones religiosas y también, taurinas.

- ¿Están relacionadas desde siempre?

Desde siempre. La Iglesia, cuando se extiende en España, aprovecha las festividades existentes para cambiarlas de nombre y poner un santo católico, pero ya existían antes. San Juan, por ejemplo, se corresponde con el solsticio de verano. Las fiestas paganas fueron aprovechadas por la Iglesia. Y la fiesta pagana más importante son los toros.

- ¿Se podría comparar la liturgia que se da en una plaza y en una iglesia?

Claro que sí. Y hay otra liturgia muy importante y con grandes rasgos de misticismo, que es la de los militares. Son las tres grandes liturgias que existen. En los grandes acontecimientos masivos, se echa en falta que no existe esa mística, la relación con lo antiguo. El culto a Dios en el caso de la Iglesia,; el culto a la Patria, en el caso de los militares; o a la valentía y el heroísmo en el caso de los toreros.

- ¿Ambas, la liturgia religiosa y la taurina, elevan el alma?

Constantemente. Acaba de transcurrir una Semana Santa donde la gente ha asistido fervorosamente a las procesiones que se han podido celebrar y a los cultos religiosos a pesar de la gran ola de descreimiento y ateísmo que nos asola. La gente es religiosa y la religión es eso: la conexión con el más allá y la salvación eterna. Los toros también tienen esa mística; cuando un torero torea, no sólo lo hace por una condición económica, también está buscando la gloria entre sus convicciones y el que se hable de él después de su muerte.

- ¿Esa ola de ateísmo de la que habla en la religión podría ser análoga del antitaurinismo?

El ateísmo está grandemente relacionado con toda la ola contracultural que nos invade. Habría que hablar del llamado marxismo cultural. Antonio Gramsci fue el pensador más influyente del siglo XX y él se da cuenta de que para dominar la sociedad hay que demoler sus valores y sus pautas culturales, y a ello se ha dedicado la contracultura. Uno de sus aspectos es el animalismo y el ecologismo, que es despreciar al hombre como ser superior de la naturaleza. Es un desprecio al hombre creado por Dios y poner a ese hombre por debajo de los animales. El antitaurinismo es producto de esa contracultura.

- ¿Cómo ve el avance de estas corrientes?

Hay una resistencia espontánea de la gente. Todos los gurús de la oligarquía internacionalista creían que iba a imponer sus creencias y que nadie se iba a oponer a ello, que ese adoctrinamiento de masas no iba a tener una contestación, pero existe y es muy marcada. La gente sigue creyendo en Dios, sigue queriendo a sus hijos y a sus ancianos,... hay una enorme contestación y creo que en los próximos años se va a acrecentar. La gente no traga con esta gran mentira que lo que hace es poner al hombre por debajo.

- En esta línea, se dice a menudo que a los jóvenes ya no les gustan los toros, pero recientes datos publicados por el Ministerio de Cultura dejan ver lo contrario...

Esa afirmación es una pura manipulación. La sociedad es muy diversa, pero se ha intentado igualar y manipular desde arriba. Evidentemente, hay mucha gente joven a la que le gustan los toros y mucha gente que, aun no siendo aficionada, no está en contra porque es partidaria de la libertad y de que cada persona actúe en su conciencia. Los antitaurinos dividen a la sociedad entre taurinos y contrarios a los toros, pero hay un tercer sector muy amplio que está a favor de la libertad y de la Fiesta.

- ¿Cree que, en esa sociedad de la que habla, tanto la Fe como la afición a la Fiesta evolucionan al mismo ritmo, de la mano...?

Esa reflexión sería muy profunda. Pero, sí, habría como dos cortes estructurales en los dos mundos. La aparición de Juan Belmonte en la tauromaquia supuso un cambio de valores y algo así se podría decir del Concilio Vaticano II, que también supuso una gran convulsión en el mundo de la Iglesia. Al final, lo que prevalece es la tradición y la fe tradicional. Y los aspectos positivos se incorporan a la tradición, mientras que los negativos se acaban desechando.

- Los capellanes y sacerdotes de plazas de toros son un figura importante para un torero...

Mucho. El torero es un hombre muy espiritual porque ve cara a cara a la muerte. Esto también invita a una reflexión. Los que ven a la muerte cerca son grandes creyentes y el ateísmo florece entre la gente que no tiene relación con la muerte. Los toreros son unos enormes creyentes porque tienen que encomendarse a la muerte y al Altísimo.

- ¿Y para un aficionado qué importancia cree que tiene esta figura?

Entre los aficionados hay de todo porque la afición no es un bloque monolítico. Existen toda clase de personas con toda clase de ideas, pero muchísimos aficionados a los toros son católicos porque digamos que es lo habitual en el pueblo español tradicional: haber sido bautizado y educado en unas creencias que son absolutamente compatibles y entremezclables. El domingo por la mañana vamos a la auténtica religión y por la tarde vamos a la afición pagana.

- En su caso, aplica algo mucho más novedoso que la fe, que es el marketing, a los toros. ¿Cómo entronca algo tan tradicional con algo tan moderno?

No comparto esa oposición que siempre se hace entre lo tradicional y lo moderno. Lo tradicional que es bueno perdura y lo moderno no por serlo es bueno como parece que se nos da a entender constantemente. Yo cojo de lo moderno lo bueno y desecho la basura. En la tradición permanece y se integra lo bueno de lo moderno.

- El programa del encuentro de este fin de semana es variado, ¿cree que servirá mas para aficionar a los capellanes a los toros o para acercar la fe al mundo del toro?

Todos estamos ya muy convencidos de antemano.

- ¿Cómo se aficionó a esa "religión pagana" del mundo del toro?

Soy de un pueblo de Madrid, Morata de Tajuña, donde las fiestas patronales se basan, fundamentalmente, en los toros. Me llevaron desde niño y, por tanto, siempre he sido muy aficionado, estaba en el entorno adecuado para serlo. También por eso soy muy devoto de la Virgen de la Antigua, la patrona de mi pueblo.

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