Entrevista | Marta Pérez López Premio Castilla y León de Tauromaquia 2023 y cirujana en el Hospital Virgen de la Concha de Zamora

"Que den un premio a la chica de la coleta que atiende a los toreros es importante"

"Los cortadores no tienen las atenciones que los toreros, se juegan la vida en las plazas todos los días y se merecen recibir lo que dan"

Marta Pérez, en su despacho en el Hospital Virgen de la Concha.

Marta Pérez, en su despacho en el Hospital Virgen de la Concha. / CARMEN TORO

Carmen Toro

Brava como los que propinan esas cornadas que le da vida atender y por las que sujeta la vida de algunos a los que atiende, Marta Pérez López es la más reciente galardonada con el Premio Castilla y León de Tauromaquia 2023. Ejerce como cirujana de Digestivo en el Hospital Clínico Virgen de la Concha de Zamora, pero este reconocimiento le llega por su "entregada vocación" a la cirugía taurina y por el "seguimiento humano" que hace a los toreros heridos. La médica es la primera mujer en recibir este premio y su humanidad traspasa la dimensión de las palabras que pronuncia.

- ¿Qué supone para usted este premio? ¿Ha sido inesperado?

Me hace mucha ilusión porque es un premio que reconoce un trabajo que me gusta mucho, que hago con muchas ganas y mucha ilusión, y que, realmente, te da la gente de los pueblos porque se ha juntado la mayoría de peñas taurinas de muchísimos pueblos de Castilla y León y lo han solicitado. Es un reconocimiento a toda una labor.

- Es el primer cirujano en recibirlo y la primera mujer. Doblemente pionera...

Es así. (Llora) Es como darte cuenta de que algo has hecho bien para que la gente te lo reconozca. Ya no es sólo ir y trabajar, es que hay algo más detrás de eso porque este no es un premio que se dé a los médicos normalmente, se suele dar a toreros, a ganaderos muy importantes,... y que den un premio a la chica de la coleta que va a atender a los heridos de los encierros, a los cortadores, a los toreros,... es importante. Creo que, sobre todo, se pone de manifiesto que hay otra manera de atender estos festejos, que se pueden hacer las cosas medianamente bien o, al menos, intentarlo. Y que la gente se da cuenta de cuando tú lo intentas hacer bien. Es un premio a eso, a intentar hacer las cosas bien.

- El jurado ha destacado su "entregada vocación". Y es que de esa hay que tener mucha para, después de una jornada en el hospital, irse por "afición" a los callejones de las plazas...

Sí, eso lo haces. O le pasa algo a alguien, aunque yo no esté atendiendo el festejo, y le atiendo porque, cuando va un paciente herido por asta de toro a un hospital, es como "otro más, además de lo que yo tengo que atender en mi guardia, vienen estos de las fiestas de los toros". El seguimiento de estos pacientes hay que hacerlo y es como que no encajan en ningún sitio, nadie los quiere atender, nadie se ocupa de ellos y alguien tiene que hacerse cargo. Yo intento hacerme cargo de ellos de plaza en plaza; les voy citando en diferentes plazas en las que estoy y les voy haciendo el seguimiento de las heridas.

- Precisamente, el jurado también ha valorado ese seguimiento "médico y humano" que hace de los profesionales taurinos a los que atiende. Se crean vínculos especiales, ¿verdad?

Mucho porque son situaciones que, a veces, son graves. O, por ejemplo, la mayoría de los cortadores salen al concurso de cortes con alguna cornada del anterior; entonces, les tienes que atender el día que les ocurre, antes de salir a la plaza para que puedan concursar, después porque se les ha abierto la herida... Y alguien les tiene que atender porque son gente que tiene su trabajo, no tienen las mismas atenciones que pueden tener los toreros profesionales, y estas personas se juegan la vida en las plazas todos los días. Y lo mismo que ellos dan se merecen recibir.

- Esa vocación tan acusada por la cirugía taurina surge de manera un poco casual, ¿no?

La cirugía de urgencias me gusta mucho, no puedo evitarlo, me gustan mucho todas las urgencias. Cuando me vine de Barcelona (de cursar la especialidad), todas las cosas "gordas" que había en las guardias del hospital las operaba yo. Un día me propusieron que, si gustándome tanto, quería "ir a hacer toros". Ni me lo había planteado. El primer día, salí de guardia del hospital y fui para allá, era 15 de agosto en Peñafiel y, cuando llegué, entré en el pasillo que hay desde la calle hasta la plaza del Coso y vi un corneado tras otro puestos en el suelo; dentro, estaban atendiendo a otros dos en las camillas. Yo había quedado para ver cómo era y, en teoría, no iba a trabajar, pero empecé con uno, seguí con otro,... hasta que acabé de operarlos a todos. Y ya me dijeron: "mañana vienes, ¿no?".

- ¿Peligra el relevo generacional en la cirugía taurina?

Espero que no porque, cuando hacemos cursos, tienen mucha aceptación y hay gente a la que le interesa, pero no es fácil, no hay muchos cirujanos que quieran atender festejos taurinos.

- ¿Por qué?

A la gente joven le gusta tener todo muy controlado. Es como que dependemos excesivamente de pruebas diagnósticas que, evidentemente, en una plaza de toros o en una enfermería montada en medio del recorrido de un encierro no tienes y eso asusta un poco. Luego hay que formarse en el campo, haciendo toros, y el problema es que no hay mucha gente que quiera trabajar en los festejos taurinos porque estamos fuera de nuestro ámbito, es una medicina completamente diferente a la que hacemos en un hospital o en una consulta porque todos los medios que tienes a tu alcance allí, no los tienes en una plaza. Tienes que decidir con lo que ves, no tienes nada más y con eso tienes que actuar.

- Hasta agosto de 2022, era una desconocida para el gran público y salta a la palestra por la memorable intervención en la grave cogida que sufre Manuel Diosleguarde en Cuéllar. ¿Cómo recuerda aquella tarde?

Como si fuera ayer. Era el último toro de la tarde y, cuando Manuel entraba a matar, el toro levantó la cabeza y le empitonó y le seccionó por completo el paquete vascular femoral. Cuando Manuel entró en la enfermería traído por su cuadrilla, ya se estaba quedando inconsciente. Cuando abro la herida para explorarla, ya me doy cuenta de la gravedad de la lesión. Me acuerdo perfectamente de los que estábamos allí y luego ya sólo sé que logramos identificar los dos cabos de la arteria y los dos de la vena para clamparlos y, con ellos clampados, nos fuimos todo el equipo en la UCI al Hospital Clínico de Valladolid, donde los cirujanos vasculares estaban esperando para reempalmar la arteria.

- ¿Aquella tarde ha supuesto un punto de inflexión en su carrera o a nivel personal?

Más que para mí, para el festejo taurino popular porque creo que eso dio visibilidad a que puede hacerse una cirugía en buenas condiciones en un pueblo, con un quirófano, con una dotación de material y de personal, aunque sea un pueblo o un encierro, porque en una plaza de primera o de segunda, siempre hay un quirófano, pero en un encierro popular, normalmente, no lo hay y yo creo que debe haberlo y por eso intento que lo haya. Aquella cornada ha puesto de manifiesto que se puede mejorar la seguridad en los festejos taurinos y que debemos intentar mejorarla para que se mueran menos. Hace falta equipación. Simplemente con unas manos no lo arreglas.

- En cuanto al festejo popular, la situación es peor porque el Reglamento taurino no exige apenas nada...

El Reglamento no lo exige, los que tenemos que empezar a exigirlo somos nosotros. Yo siempre intento que haya un quirófano montado donde voy.

- Usted reivindica la tauromaquia como cultura popular...

Es que la tauromaquia es nuestra cultura, nuestra tradición. Y pienso que nadie se tiene que avergonzar ni de ir a los toros ni de que le gusten. No hay un solo pueblo en Castilla y León sin que haya toros en las fiestas; si no hay toros, no hay fiestas en la mayoría de los pueblos. ¿Por qué no somos capaces de sentirnos orgullosos de nuestra tradición, de nuestros ancestros y de lo nuestro? Creo que deberíamos conservar nuestras tradiciones y sentirnos orgullosos.

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