La memoria distorsionada

El artista zamorano Javier Erre presenta una veintena de creaciones de su último proyecto “Rosa no es un color” en Marbella

Algunas de sus creaciones.

Algunas de sus creaciones. / JOSE LUIS FERNÁNDEZ

Natalia Sánchez

Natalia Sánchez

Los medios digitales, la fotografía y la pintura van de la mano en las creaciones artísticas que lleva cabo el zamorano Javier Erre.

El creador junto a obras del niño que protagoniza la nueva serie. | Cedida

El creador junto a obras del niño que protagoniza la nueva serie. | Cedida / Natalia Sánchez

El creador trabaja a partir del concepto de la memoria, pero concebida “no como memoria histórica y colectiva, sino como una memoria compartida pero afrontada desde lo individual”, explica el artista que presenta por su proyecto más reciente “Rosa no es color” en la galería Isolina Arbulu de Marbella.

El artista zamorano Javier Erre junto a una de sus creaciones de “Rosa no es un color”. | Cedida

El artista zamorano Javier Erre junto a una de sus creaciones de “Rosa no es un color”. | Cedida / Natalia Sánchez

En esta nueva serie creativa el autor genera una narrativa donde revisa aspectos de su propia infancia y presenta una historia sobre el despertar a la vida, el desarraigo, el conflicto y la autoaceptación a través del personaje de un niño.

“Tiene un carácter seudoliterario, dado que comienzo presentando a un niño al que trabajo a partir de fotografías antiguas en las que hay un doble artificio. A ese niño también le he situado en distintos lugares donde yo nunca he estado para generar una historia”, concreta el creador.

Javier Erre, seudónimo que usa Javier Peña, en sus obras emplea una seña de identidad que le define. Se vale de la distorsión como recurso plástico. “Apareció sin realmente pretenderlo, aunque yo ya lo empleaba como en mi etapa como diseñador”, precisa.

El zamorano recurre a esta disonancia porque “me permite contar muchas cosas desde expresar un malestar hasta una alegría”. “Me interesa introducir una interrupción para que se fije la atención, para hacer parar al espectador en algo determinado y también es una forma de contar o bien una fórmula para decir” sintetiza el autor al que le preocupan asuntos como las imposiciones de la autoridad, los conflictos inherentes a las relaciones humanas o la relectura de la masculinidad.

El artista visual y pintor plantea cada obra a partir de fotografías, bien sean reales (de hecho comenzó a trabajar utilizando álbumes familiares) o bien sean construidas. Esas imágenes, valiéndose de las técnicas actuales las distorsiona digitalmente para luego pintar sobre ellas con óleo “al modo tradicional”, describe.

En su primera exposición individual en la galería marbellí, el zamorano ha reunido 21 óleos sobre madera, lino y lienzo pertenecientes a dos series relacionadas entre sí. Por un lado, algunas propuestas pertenecientes a su trabajo anterior “Distorsiones familiares”, del que surgió el tema del niño-conejo-roja que cobró vida por sí mismo en la serie de “Rosa no es un color”, donde combina cuadros de gran formato con otros de menores dimensiones y en los parte de instantáneas de tamaño carné.

Retrotrayéndose a su infancia en Zamora, Javier Erre menciona que un aspecto que le ha marcado en su vida “han sido las obras de arte que siendo un niño vi cuando acudía a la Biblioteca Pública”, comenta. “Eran piezas de Antonio Pedrero y de Susana Solano que todavía, a día de hoy, recuerdo perfectamente”, atestigua el artista que manifiesta su deseo de exponer en alguna sala pública de su ciudad natal, aunque no se establece el corsé de un plazo determinado.

Licenciado en Bellas Artes en la Universidad de Salamanca, Javier Erre cuenta también con una diplomatura en Diseño Gráfico en el Instituto Europeo di Design de Madrid y un postgrado en Ilustración Creativa y Técnicas de Comunicación Visual por EINA (Barcelona).

En los cinco años que lleva consagrado totalmente a la creación pictórica, Javier Erre ha participado en más de 25 exposiciones individuales y colectivas tanto en España como en Alemania.

Sus muestras colectivas le han llevado a espacios como la galería Alcolea-Nonell de Barcelona, el Museo Cerezo Moreno de Jaén, la sala municipal de las Francesas de Valladolid, la Fundación Pedro Cano de Blanca de Murcia o el Museu de Gavá, en la provincia de Barcelona.

Ha participado también en ferias como SWAB, en Estampa, el Salon du Connaisseur, la Bienal de Pintura Villa de Paterna, ArtBanchel o Affordable Art Fair Hamburg. Además, ha obtenido el primer premio en el LXXV Premi Centelles de 2017, otro primer premio en el Ciudad de Martos en el año 2020 y una mención especial en la segunda Beca de Creación Contemporánea otorgada por la Fundación Villalar.

El pintor ha resultado seleccionado en los últimos tres años, en convocatorias como el Premio de Expresión Plástica de la UNED de Barbastro, el Concurso Nacional de Pintura Casimiro Sainz de Reinosa, el Certamen de Pintura Acor de Castilla y León, el Concurso de Pintura Villa de Fuente Álamo, el Cerezo Moreno jienense o los de las villas de Pego y Álora.

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