Se apagó el altavoz de los pueblos de Sayago y Aliste: muere Domingo Carvajal

Fallece a los 87 años Domingo Carvajal, vendedor ambulante durante el último medio siglo

Regentaba un comercio histórico en Bermillo de Sayago, que su hija quiere conservar como museo

Nacido en Fresno de la Carballeda, salió a trabajar a los 13 años para quitar una boca de casa en una saga de ocho hermanos

"Mi padre ha sido una persona muy dura, muy valiente, que ha disfrutado de la vida casi hasta sus últimos días" evoca su hija María Jesús

Domingo Carvajal en una fotografía de 2017 junto al mostrador de la tienda de Bermillo. | |  LORENZO FERRERO

Domingo Carvajal en una fotografía de 2017 junto al mostrador de la tienda de Bermillo. | | LORENZO FERRERO

"La vida de mi padre fue salir a vender, no se quedó nunca en la tienda, lo suyo eran los pueblos, hablar con la gente". La vida de Carvajal, el tendero Domingo Carvajal, no se entiende sin su furgoneta, altavoz en mano. "¡Señoras, que llegó Carvajal!. Todas, todas a comprar".

Aunque hacía unos años que había aparcado definitivamente el viejo camión con el que recorrió "Sayago entero y verdadero" y parte de Aliste, la memoria de Carvajal sigue estando muy presente en los pueblos. Su voz se ha apagado definitivamente. El histórico tendero, natural de Fresno de la Carballeda pero asentado en Bermillo de Sayago desde que se casó con Consuelo Silvestre, fallecía el 21 de enero a los 87 años. "Mi padre ha sido una persona muy dura, muy valiente, que ha disfrutado de la vida casi hasta sus últimos días".

Los recuerdos se amontonan en la memoria de María Jesús Carvajal, consciente de que con su padre se va un estilo de vida libre y comprometido con su oficio. Vendía y vivía, disfrutaba desplegando el género en la plaza del pueblo tanto como parloteando con mujeres y hombres que se acercaban en cuanto escuchaban el soniquete. "Llegó Carvajal…". No abandonó ninguno de los pueblos de Sayago, por pequeño que fuera, y en Aliste era fijo dos veces al mes en las plazas de Fonfría, Fornillos o Samir de los Caños, donde se quedaba a dormir, evoca su hija. "Yo salgo por el vicio de quitarle medio día al día" le contaba a esta periodista en una mañana de venta en la plaza de Torrefrades.

Tal era su pasión por la venta ambulante que "hasta hace unos años" María Jesús no recuerda haber comido con su padre el día de Navidad. "Se iba a vender a Abelón y se juntaban en casa de Tito, mi padre, el zapatero y Antonio, que vendía las legumbres de Videmala. A lo mejor ni abrían el puesto, pero les encantaba ir a casa de Tito y echar la partida".

Domingo Carvajal con su camión de venta ambulante en la plaza de Torrefrades en 2017

Domingo Carvajal con su camión de venta ambulante en la plaza de Torrefrades en 2017 / I. G.

Así era Carvajal. Primero los pueblos y luego la tienda. Un emblemático comercio fundamentalmente textil, situado en el centro de Bermillo que el tendero y su hija han cuidado con mimo desde su creación en el año 1961. "Con lo que tenemos ahora servíamos para otro ‘Cuéntame’" describe María Jesús Carvajal, dispuesta a conservar el legado familiar como un museo.

"Debería ser un templo de la memoria, un elemento protegido, donde el género acumulado durante décadas, sirva para explicar un mundo que se acaba y una tierra que tras la marcha de Domingo queda aún más abandonado y silencioso" ha escrito el contador Guti en su despedida a quien fue uno de los "resistentes" del libro "Cuaderno de últimas voces", creado al alimón con la ilustradora Leticia Ruifernández.

Porque en el señor Domingo habitaban vivencias que, con suerte, ya solo quedan para los libros. Carvajal también para eso era generoso. Abría las puertas de su tienda-casa y solo había que poner los oídos y deleitarse con la vista ante aquel babel formidable donde, más allá del textil, junto a los mostradores y estanterías que visten las paredes de piedra, lo mismo aparece una bombilla que hilos, alubias, productos de limpieza, lanas, mantas o botes de cconservas.

No es raro encontrar a curiosos mirando por la ventana cuando la familia está en casa para contemplar aquel museo de un comercio rural antaño floreciente que ya pisara el antropólogo peruano José María Arguedas cuando realizó un trabajo de campo para su tesis doctoral en el año 1958. La tienda también ha formado parte del recorrido de los alumnos del Máster de Antropología de Iberoamérica de la Universidad de Salamanca estudiosos de la obra arguediana como un rosario de añoranzas absolutamente singular.

Y así seguirá porque "estas son nuestras raíces" defiende María Jesús Carvajal. El icónico comercio de Bermillo permanecerá, por deseo de su familia, como un homenaje a una época y a un hombre irrepetible.

Aquel muchacho de Fresno de la Carballeda

Domingo Carvajal Míguez nació en Fresno de la Carballeda, de donde salió a trabajar a los 13 años para quitar una boca de casa en una saga de ocho hermanos. "Fue un señor de Carbajales de la Encomienda buscando alguien para el comercio ambulante y me hizo un contrato; el primer año sin dinero, solo me daba de comer, ni una propina. Para volver a casa en verano desde Veguellina de Órbigo (León), mi padre me tenía que mandar las 60 pesetas que me costaba el viaje" evocaba el octogenario en un reportaje para este diario en el año 2017 cuando con sus 80 años aún recorría los pueblos. Evocaba las interminables jornadas recorriendo los pueblos de la montaña leonesa, tirando de un carrillo hasta la Maragatería vendiendo lienzo, pana o sarga de camisa y en verano a segar "de sol a sol por 60 pesetas al día".

Aguantó 7 años de arriero, hasta que un viajante de Pereruela lo convenció para trabajar en una tienda de comestibles en Bermillo. "Me fui de mala gana, pero al final me decidí y el 26 de agosto de 1956 llegué". En realidad, nunca volvería a Fresno de la Carballeda. Después de la mili se asentó en Bermillo y adquirió su primer coche para empezar a funcionar como vendedor ambulante. "Un Citroen B12 del año 1929 que compré en Zamora a Juanito el Carbonero por 30.000 pesetas. 3.200 kilos vacío, ese coche me dio mucho dinero. Luego tiré con un Ebro, después con otro y ahora éste" contaba Carvajal. Después se casaría con Consuelo, hija de Juan el Gordo quien regentaba bar y carnicería.

Aquella casa de 1908 ha albergado durante más de medio siglo un comercio histórico que ahora María Jesús Carvajal quiere conservar como museo.

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