OBITUARIO | Adiós al "hijo del pueblo de los cacharros", al de Pereruela

Familia y amigos despiden al sociólogo zamorano recordado por su hijo Iñaki como "libre, provocador e intenso"

Amando de Miguel pasea por su pueblo, Pereruela en una de sus numerosas visitas.

Amando de Miguel pasea por su pueblo, Pereruela en una de sus numerosas visitas. / L.O.Z.

Donó su cuerpo a la ciencia. El gesto es una muestra más de la generosidad del sociólogo zamorano Amando de Miguel, "hijo del pueblo de lo cacharros" como él mismo se denominaba, recuerda su gran amigo y fiel acompañante hasta sus últimos días, Francisco José Alonso, antes alumno del de Pereruela, allá por los años 70 del siglo pasado. Ese amor por la tierra le permitió ser Embajador de Zamora desde 2016, nombrado por la Diputación Provincial, una tierra a la que siempre se sintió muy apegado.

La familia, amigos y colegas le rendían el último homenaje en el tanatorio de la M-30 con un funeral austero, otra virtud que le adornaba, advierte su inseparable Francisco José Alonso con el que solía comer en el restaurante madrileño Comarca de Aliste, donde se inmortalizaron juntos más de una vez, "¡le encantaba ir!".

El polémico catedrático de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid, padre de la Sociología moderna en España, que vivió una vida plena, disfrutona y llena de contrastes, con la energía que requiere ser un auténtico rebelde, falleció este domingo, 3 de septiembre, con 86 años bien exprimidos, afirma su hijo Iñaki, de 58 años, rendido a la figura de un padre que, sobre todo, "me supo amar y educar en libertad".

Sobre estas líneas, funeral del ensayista y escritor en Madrid; abajo, en una de sus intervenciones en el Club de LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA.| L.O.Z.

Sobre estas líneas, funeral del ensayista y escritor en Madrid; abajo, en una de sus intervenciones en el Club de LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA.| L.O.Z. / Susana Arizaga

Su hijo mayor recuerda que "unos días antes de morir, antes de perder el habla, estuvimos repasando cosas de toda su vida", una retrospectiva que sirvió al primogénito para recordar a un ser humano "muy generoso, muy humilde", tanto que "daba sus textos a los alumnos para corregirlos". Detrás del padre está el ensayista y el escritor "siempre prolífico. Me preguntaba "¿por qué he escrito tanto?", yo le decía porque eres un ser libre y lo tenías que demostrar escribiendo, eso te ha hecho libre e independiente, siempre ha dicho lo que pensaba". Logró mantenerse como una auténtica "celebridad" durante tres décadas largas, "desde los 70, 80 a los 90 del siglo pasado bien entrados". Un periodo en el que se ganó muchos enemigos porque se distinguió por no ocultar nunca lo que pensaba.

Iñaki trae al presente al hombre que "disfrutaba de la vida intensamente, cada minuto", pero sin dejar atrás a la familia, "que siempre estuvo a su lado. Fue un regalo haber tenido a una persona tan comprometida y sin fisuras ni dudas". La tristeza por la pérdida y el vacío se ve aliviada, y mucho, con "una alegría muy grande por la cantidad de gente que ha venido, tantos amigos. Es triste su pérdida, pero no hubiera imaginado que sintiera también alegría por el recuerdo que cada amigo me trae". Pero, sobre todo, mitiga "el regalo de haber estado a su lado".

Adiós al "hijo del pueblo de los cacharros"

Adiós al "hijo del pueblo de los cacharros" / Susana Arizaga

"Impredecible y creativo"

Amando de Miguel "era impredecible" como hombre, como intelectual y como padre, "cada día era algo nuevo para él, nunca hacía dos cosas iguales", apunta Iñaki, que destaca a un ser humano "muy creativo". Fue este hijo mayor el culpable de que el sociólogo escribiera sus memorias, "cuando le dije que lo hiciera, me contestó "¡ya me estás liando otra vez!", pero, al día siguiente, tenía 50 páginas escritas. Siempre fue así".

Parte de esa vida desbocada está en el libro "Una mujer inquieta", "es su autobiografía". La periodista Victoria Prego, que presentó la obra lo captó, se lo espetó ese día, "está muy bien pero toda mujer sabe que esto no lo escribiría una mujer".

A Iñaki le queda una deuda por saldar con el padre, con ese zamorano apegado al terruño desde Madrid o donde estuviera, de donde heredó "el estoicismo, la dureza y el compromiso, esa es la vena zamorana". Hay un viaje de retorno por cumplir, "mis hijas no conocen el pueblo de mi padre todavía, tenemos pendiente ir".

El hiperactivo ensayista y escritor, al margen de su faceta de docente, fue un hombre de contrastes, de blancos y negros a decir de su trayectoria intelectual y política. Pasó de no poder tomar posesión de su cátedra de Sociología durante dos o tres años, en el franquismo, condenado por el Consejo de Guerra de la dictadura, de estar "recluido en Barcelona por escribir una carta contra una homilía de un sacerdote del ejército cuando él era alférez", de tener que huir en 1981 por miedo a represalias políticas por defender la diversidad lingüística, a simpatizar con Vox en este siglo XXI.

Adiós al "hijo del pueblo de los cacharros"

Adiós al "hijo del pueblo de los cacharros" / Susana Arizaga

La reclusión por la dura enfermedad

Atrás quedaba la etapa progresista en la que el ministro Garrigues Walker le ofreció una secretaría de Estado con UCD que rechazó, "pero recomendó al sociólogo Juan Díaz Nicolás, "que lo hará muy bien", le dijo al centrista", resalta Alonso para hablar de un Amando desprendido. Vivió sus últimos años, cinco, aquejado de una grave enfermedad, en Collado Villalba, en la urbanización Fonteneblo, en su casa Camelot, en plena montaña. "Los últimos tres años no salió de casa, tenías que ir a verle. Yo le recogía y comíamos en Villalba", rememora Francisco José Alonso, aún impresionado porque "tenía previsto visitarle hoy -por ayer- o mañana -por hoy-, pero no me dio tiempo, no creía que estaba tan grave".

El sentido del humor y la ironía eran otras dos cualidades del que comenzara su carrera como catedrático en la Universidad de Valencia para pasar a la Universidad de Barcelona, de la que fue vicedecano, antes de llegar a la Complutense de Madrid, apunta el amigo íntimo. Sus alumnos eran su tesoro, "se volcaba con ellos", especialmente con los llegados desde Zamora, "solo con estar con un zamorano cambiaba".

La familia y, el otro gran tesoro, la amistad. El primogénito recuerda a un padre "provocador e intenso". El hijo, "emocionado y agradecido", despidió ayer al "padre entrañable, siempre trabajando, pero siempre sabiéndose preocupar, y querer. Amaba la libertad y siempre nos dejó espacio para vivir. Me he sentido muy querido, absolutamente. No puedo decir más".

Suscríbete para seguir leyendo