Entrevista | María Jesús Fuente Catedrática de Historia Medieval

"La ciencia ha ayudado a una maternidad más amable y disfrutable"

"Ya en la Edad Media se tenía muy claro que el problema de no concebir no era solo de la mujer, sino también del hombre"

La catedrática zamorana María Jesús Fuente. | Cedida

La catedrática zamorana María Jesús Fuente. | Cedida / B. Blanco García

Beatriz Blanco García

Beatriz Blanco García

La importancia de la maternidad no es una preocupación actual, sino que las anteriores generaciones han estado muy volcadas en la forma de criar y educar a sus vástagos. Incluso en la Edad Media, como refleja la catedrática zamorana María Jesús Fuente en su último libro, "La luz de mis ojos", donde presenta un pormenorizado estudio, desde distintos prismas y con múltiples fuentes, de lo que significaba ser madre en esa época.

–¿Cómo surge ese interés por la maternidad en la Edad Media para que dé como resultado un libro?

–Porque soy medievalista y llevo muchos años estudiando diferentes aspectos de la sociedad medieval. Estudié Filosofía y Letras con especialidad en Historia Medieval en la Complutense, la primera promoción de esta especialidad, y aprendí que la Edad Media es nuestra "infancia", como dijo Umberto Eco. En ese tiempo encontramos las raíces de muchas de las cosas de hoy, y entre ellas las raíces de la construcción cultural de la maternidad. Para quienes tengan dudas, hay que decir que la Edad Media es una etapa fascinante, aparte de generadora de riqueza. Aquí, en Zamora, iglesias románicas, catedral, que es una auténtica joya o la Zamora sefardí atraen al turismo. Haber nacido en esta ciudad es, para una medievalista como yo, un orgullo, como lo es también haber sido bautizada en La Horta. A la gente le da miedo la Edad Media, piensa en horrores y ranciedad; al ver este libro puede pensar equivocadamente que va a ser "añejo". Y no lo es. La etapa medieval en España es la que más interesa a investigadores de prestigiosas universidades del mundo. Especialmente en este siglo XXI, desde que en 2001 cayeron las torres gemelas, ha crecido el interés por investigar y enseñar temas sobre cómo cristianos, musulmanes y judíos compartieron el mismo espacio en los reinos hispánicos, o un tema como la Reconquista, tan polémico hoy día. Pero aquí, donde tenemos huellas espléndidas de la Edad Media, no la valoramos debidamente. Lo he sufrido en mi propia Universidad, la Carlos III de Madrid, en la que he trabajado treinta años; al tener que jubilarme no sacaron plaza para medievalista, contrataron a un señor de lenguas clásicas, como se puede imaginar saltándose las normas sobre contratación de profesorado universitario, y a mí ahora me llaman "la última medievalista de la Carlos III". Este tipo de cosas espero que no pasen más, ahora tenemos un rector excelente, que, por cierto, es de Zamora.

–¿Fue complicado encontrar protagonistas, fuentes directas, que hablaran de la maternidad en esa época?

–No fue complicado, pero tampoco fue fácil. A la hora de buscar en las fuentes información sobre el tema, lo primero que hice fue reflexionar sobre la maternidad hoy en día. Y es que hay que mirar al presente para entender al pasado, como hay que mirar al pasado para entender el presente. Esta es una famosa idea del historiador Marc Bloch que le he repetido mucho a mis alumnos. Cuando me encargaron el libro y comencé a indagar en las fuentes y empezar la redacción, me di cuenta de que las preocupaciones mayores en el pasado medieval coincidían con las preocupaciones de nuestros días: el embarazo, cómo conseguirlo o evitarlo, las formas de abortar, con sus aspectos legales y religiosos, las maneras de dar a luz, la lactancia materna o mercenaria… No fue fácil conseguir información, pero, con mucha paciencia, encontré cosas muy interesantes en documentos de muy diverso tipo: históricos, literarios, religiosos y artísticos.

Portada del libro "La luz de mis ojos",  de María Jesús Fuente

Portada del libro "La luz de mis ojos", de María Jesús Fuente / Cedida

–Así que ha utilizado fuentes muy diversas.

–En realidad, hay que agarrarse a donde se encuentre algo. Y más con un tema tan difícil del que hay tan poco información. En la historia, te encuentras con reinas y nobles, en la literatura también hay párrafos muy interesantes, y luego están los tratadistas religiosos, que también hablan de este tipo de cosas. Además, la parte central del libro está dedicada a una serie de imágenes bellísimas sobre la maternidad, desde cómo era una sala de parto hasta incluso imágenes de cesáreas.

–Ha hablado de que el aborto era ya una preocupación en esa época, ¿en qué sentido?

–El aborto ha existido siempre, así que en esa época también había mujeres que no querían quedarse embarazadas y recurrían al aborto con unos métodos muy primitivos, que muchas veces no les funcionaban. Incluso hablo de los denominados abortos milagro, con los ejemplos de una monja muy joven que se queda embarazada y cuando está dando a luz, el niño desaparece, o de una abadesa a la que se lleva a su bebé un ángel, según los documentos estudiados.

El concepto de maternidad

–¿Cuál es el concepto de maternidad que se tenía en el medievo?

–No me atrevo a hablar de un concepto como tal, porque dependía mucho de los grupos sociales. No era lo mismo para una mujer de los grupos elevados de la sociedad que para una de la clase más baja. Las de los grupos privilegiados daban a luz pero, en buena parte de los casos, no se encargaban de la crianza de sus hijos, tenían nodrizas para ello. Les interesan los hijos, pero no por el amor al hijo, sino por lo que decían de ellas mismas, sobre todo en el caso de algunas reinas. Ellas ganan categoría como madres del heredero y futuro rey. Pero a las pobres también hay que tenerlas en cuenta, por supuesto. De hecho, el título del libro lo tomé de un documento que narra cómo una campesina del siglo XII repartía sus tierras entre sus hijos y señalaba que lo hacía porque ellos eran "la luz de sus ojos". Ahí está un claro ejemplo de una madre que sí que parece que tiene mucho interés en sus hijos y les ha dado de mamar, educado y estado con ellos siempre.

–¿Qué ha podido cambiar comparándola con la de la actualidad?

–Lógicamente, han cambiado muchas cosas. Ahora mismo, estamos en un momento donde la maternidad interesa mucho a la sociedad y, en la última década, han aparecido libros, novelas y películas con este tema. En la Fundación Juan March hubo un ciclo de conferencias sobre la maternidad a lo largo de la historia y tuve el honor de ser invitada para impartir una conferencia sobre la Edad Media que se tenía que haber impartido el 17 de marzo de 2020. Con la pandemia se pospuso un año más tarde, todavía con restricciones, así que en la sala de conferencias solo estaban mi hermana, mi hija y una amiga, aparte del personal de la March, porque solo podía haber gente de mi entorno. Pero por el canal había cientos de personas viéndome. Mi sorpresa fue que unos días después me envió un correo electrónico el director de Random House invitándome a escribir el libro para esta editorial y así surgió este trabajo, aunque yo llevaba tiempo estudiando el tema de la maternidad. Con la categoría de esta editorial, no podía decir que no a este libro y me dediqué un año entero a buscar nuevos datos y también a utilizar todo lo que ya tenía recopilado. Pero, volviendo a la pregunta, lo primero que ha cambiado es la sexualidad femenina, asunto que se trata en el libro.

La catedrática medievalista María Jesús Fuente

La catedrática medievalista María Jesús Fuente / Cedida

–Obviamente, sería muy diferente a la actual.

–En la Edad Media, la apuesta cristiana por la castidad llevaba a cuidados extremos y a malos sentimientos de las propias mujeres que se saltaban las normas. Después, los métodos que se conocían para evitar el embarazo eran diferentes de los que se conocen ahora. Los métodos de dar a luz eran prácticamente los mismos, aunque en la actualidad beneficiados por los avances médicos, es evidente. Finalmente, el cuidado de los niños, que tenían un gran peligro de muerte hasta hace muy poco. Ahora las familias tienen muy pocos niños, con tres ya se considera familia numerosa, y reciben unos mimos que no se podían permitir en el pasado de ninguna manera. De forma general, diría que las preocupaciones y la teoría no han cambiado, pero sí todas las cosas que los avances recientes han permitido mejorar. Pero insisto, es muy interesante ver la evolución, desde dónde partimos, porque, aparte de distinguir las raíces, se puede entender cómo algunos problemas son eternos. Así que se puede decir que no hay nada nuevo bajo el sol.

Lo que no cambia

–¿Qué se mantiene, a pesar de todo el tiempo transcurrido?

–Se mantiene la preocupación por los grandes asuntos en relación con la maternidad y, hasta hace poco, se han mantenido muchas cosas que la gente califica de medievales como algo negativo, a lo que me opongo. En las primeras páginas de mi libro expongo un ejemplo que yo viví de niña. Tengo en mi mente el día que nació mi hermana. Estaba en la casa familiar en Valdescorriel, mi madre tenía un gesto de dolor terrible y la sostenían por los brazos las vecinas. A mí me llevaron a pasar el día a otra casa y cuando volví me encontré que había nacido mi hermana con la ayuda de vecinas y del médico del pueblo. Es una situación que aparece también en imágenes medievales. Ahí hay un cambio muy importante, porque yo no sabía que iba a tener una hermana y ahora todos los niños saben que su mamá está embarazada, que va tener un hermanito o hermanita e incluso hay cuentos que explican este tema.

La catedrática zamorana María Jesús Fuente, con su último libro. | Cedida

La catedrática zamorana María Jesús Fuente, con su último libro. / Cedida

–¿Pueden aprender las mujeres de la actualidad algo de la maternidad leyendo sobre cómo la concebían en la Edad Media?

–Leyendo siempre se hace un aprendizaje, pero, en este caso concreto, el libro es una oportunidad para reflexionar sobre la maternidad de cada una de nosotras. Creo que, además, una lectora se puede dar cuenta de cómo la ciencia ha ayudado a una maternidad más amable y disfrutable, a mejorar la vida de las mujeres, tanto en lo físico como en lo mental. Si uno trata de ver qué es eso de ser madre en aquel tiempo, prácticamente no hay grandes diferencias con la actualidad, solo las que la ciencia ha permitido.

Obligación de las clases más altas

–¿Era la maternidad la única obligación de las mujeres en esa época?

–Sí, para las mujeres de los grupos privilegiados, especialmente importante para las reinas. Yo siempre he defendido que las reinas eran las incubadoras de los hijos del rey, para ellas era importantísimo tener muchos hijos, porque los niños se iban muriendo y no tenían herederos. Hoy en día no hace falta eso, la reina Letizia, por ejemplo, con dos ha tenido suficiente. El rey Alfonso X el Sabio decía que la función de la reina era criar y casar. Pero ese criar era solo dar a luz, porque la crianza no la hacían ellas. Precisamente, por su obligación de embarazarse evitaban la lactancia, pues se pensaba que podía servir de anticonceptivo. Algunas sí que dieron de mamar a sus hijos, pero son casi excepciones.

–¿Qué pasaba con las que no podían cumplir con lo que se esperaba de ellas como mujeres y no procreaban?

–Todo en esta vida está muy mediatizado por el lugar que ocupes en la sociedad y en la Edad Media se nota más. Al marido de una mujer pobre que es una campesina sin hijos se le llama el mañero. Y la mañería fue una especie de impuesto, aunque no debió de durar mucho, para las familias que no podían tener hijos, porque el señor feudal se sentía perjudicado, ya que no iba a tener una generación posterior que trabajara sus tierras, aunque no se pudiera hacer nada por evitarlo. Para lograrlo, estas mujeres acudían a lo sobrenatural, rezaban mucho o iban en peregrinación a determinados sitios. Para quien era un grave problema era para una reina, porque se había casado para dar un heredero al reino, el objetivo principal de su matrimonio era tener hijos. En realidad, se puede decir que las mujeres casadas de cualquier grupo social estaban muy interesadas en conseguir el embarazo. Y es curioso en este aspecto que, aunque muchos piensen que la Edad Media eran tiempos terribles, ya tenían muy claro en esa época que el problema de no concebir no era solo de la mujer, sino también del hombre, y había autores muy importantes que así lo reflejaban.

La mujer, en el centro de la historia

–Las mujeres son una constante en sus investigaciones, ¿qué le atrae de ello para haberse dedicado a este tema en numerosas ocasiones?

–En realidad ha sido mi tema de investigación en las últimas dos décadas, durante todo este siglo XXI. Siempre me ha parecido un tema muy atractivo y tuve la oportunidad de percibirlo así porque lo había iniciado mi hermana, quien hizo trabajos muy interesantes sobre mujeres y educación. Después, tengo que confesar que han sido casualidades de la vida las que me han conducido por ese camino y, una vez que entras, resulta difícil salir.

En aquella época, la apuesta cristiana por la castidad llevaba a cuidados extremos y a malos sentimientos de las propias mujeres que se saltaban las normas

–¿Cree que se debe una visión más femenina de la historia, dominada siempre por la visión masculina?

–A partir del que considero mi trabajo más importante, el libro de "Reinas medievales", de 2003, me di cuenta de las carencias en este sentido. En realidad, para mí es muy importante el rescatar vidas de mujeres en general y se está tratando de visibilizar a mujeres que tuvieron un papel en la historia, pero que son poco conocidas e incluso a veces desconocidas por completo. Por ejemplo, cuando estaba trabajando en el tema de las reinas medievales, me di cuenta de que Violante de Aragón, la esposa de Alfonso X el Sabio, un rey muy conocido por su impresionante obra y con innumerables biografías. Su mujer, era una completa desconocida. Los hombres eran los que tenían en sus manos las decisiones políticas, los que podían estudiar en los centros de enseñanza, los que podían desempeñar los cargos en la Iglesia, ¿qué podemos esperar? Que su visión, lógicamente, haya sido la predominante.

Mayor protagonismo

–¿Están ganando las mujeres protagonismo en estos últimos años?

–No solo en novelas, sino en muchos vértices de la cultura contemporánea las mujeres son en estos días muy protagonistas. Sin embargo, en mis trabajos biográficos he defendido que no se puede estudiar a las mujeres de forma aislada, porque todas son hijas, hermanas, madres, abuelas, tías de hombres que han tenido un papel muy importante en sus vidas, aunque a veces haya sido el papel de anularlas, algo que, sin duda, es responsabilidad del patriarcado.

–¿Considera que con sus investigaciones y sus libros contribuye de alguna manera a este cambio de punto de vista?

–Todo autor o autora espera influir de alguna manera en las personas que leen su trabajo y en esta medida espero, con toda humildad, haber aportado algo a mis lectores. Yo estoy convencida de que, como decía el gran José Fontana, el historiador tiene que hacer a la gente pensar. Él lo conseguía y yo, con "La luz de mis ojos", espero contribuir a este fin.

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