Domos, los "iglús" inteligentes "made in Zamora"

Los domos geodésicos fabricados en San Marcial permiten ahorrar energía, generar electricidad y recoger agua a quienes residen en ellos

Domo geodésico en el taller de San Marcial, donde los artesanos constructores prueban y experimentan sus nuevas ideas. | José Luis Fernández

Domo geodésico en el taller de San Marcial, donde los artesanos constructores prueban y experimentan sus nuevas ideas. | José Luis Fernández / Irene Barahona

El pueblo de San Marcial, además de 200 habitantes, acoge un pequeño negocio de construcción en el que se fabrican algo más que espacios bajo los que pasar la vida: los domos geodésicos son mucho más que una vivienda, para sus creadores, son una manera de "cambiar el mundo" dicen quienes están detrás de "Sentral", un negocio rural en plena comarca de la Tierra del Vino.

A pesar de su peculiar forma de iglú, el auténtico secreto de estos refugios de madera que Jaime Sánchez, Joana Vila y Diego Cárdaba construyen con paciencia reside en el aislamiento, la impermeabilización y el uso que hacen de los recursos naturales, como el sol o el agua, que permiten crear casas "activas", relatan sobre el proyecto. Para ellos, es a estos detalles ocultos a los que hay que prestar atención "no que sea redondo o cuadrado", bromea Jaime sobre unas viviendas que nacieron de la idea de lograr un estilo de vida "consciente".

En su taller a las afueras de San Marcial, en domo "en pruebas" da la bienvenida a los visitantes. Es el prototipo en el que los expertos en geometría calculan, experimentan y miden sus nuevas ideas, que se materializarán en todas partes de España. Los Pirineos, Burgos o la sierra de Madrid son algunas de las localizaciones donde este equipo ha levantado algunas de sus construcciones a base de triángulos, la unidad de medida que utilizan.

El prototipo, aunque en un continuo estado cambio, ofrece la oportunidad de experimentar lo que se siente en el interior de un domo. La abundante luz, la calidez de la madera y la forma redonda recogen a los visitantes en un seno espacioso, lejos del caos propio de las casas en construcción.

Pero su forma no solo es importante por la estética: esta consigue crear flujos de calor gracias a que no hay esquinas en su interior, una parte más de su sostenibilidad "activa", asegura Jaime al compararlos con las viviendas habituales, que en su mayoría, no están bien aisladas: "metes más y más energía, pero se está yendo por todas partes, si pusiéramos cámaras térmicas veríamos que es ridículo", sopesa crítico sobre el consumo masivo de las estructuras convencionales con aislantes pobres.

Uno de los domos que el equipo construye como vivienda. | Cedida

Uno de los domos que el equipo construye como vivienda. | Cedida / Irene Barahona

Jaime y Joana, los dos soñadores que se toparon con los domos hace casi dos décadas, no sabían por entonces que su lucha por el uso eficiente de los recursos se replicaría en algunas políticas de la actualidad, que a través de líneas de financiación, promueven la mejora energética de millones de edificios. Por el contrario, sus domos se dibujan desde el inicio como un ejercicio de responsabilidad con el entorno: "El domo nos ha enseñado que hay otras maneras de hacerlo", coinciden.

Estos espacios de madera son entidades "vivas, inteligentes", coinciden. Los de San Marcial acompañan a los domos de estructuras que permiten captar agua y energía, de manera que a lo largo de su vida, el domo también genera recursos gracias a sistemas de recogida y filtrado de agua y placas solares.

Su durabilidad también forma parte de la sostenibilidad del proyecto: El corcho proyectado que lo cubre en el exterior sella las juntas milimétricas que ensamblan los triángulos, un trabajo exhaustivo para hacer realidad un domo que "agota mentalmente más que físicamente", relata Joana sobre un trabajo entre la construcción y la artesanía. Y es que en todos estos años este pequeño equipo de dos –al que Diego se unió hace un año– ha construido una veintena de domos, un trabajo que desarrollan despacio, en un constante proceso de aprendizaje de algo que es mucho más que un negocio.

Jaime, Joana y Diego ven en este oficio la oportunidad de llevar su mensaje más allá, "podemos construir espacios que generen", explican sobre cómo las viviendas pueden formar parte activa de la sociedad y el entorno, y no solo constituir una inversión.

Las personas que comulgan con esta idea llegan desde todos los rincones de España para pedirles domos, destinados a ser desde viviendas a gimnasios para colegios. Tanto es así que el proyecto en el que se encuentran inmersos ahora consiste en construir una vivienda de 150 metros cuadrados compuesta de 160 triángulos, un "reto" para este equipo que colabora con otros pequeños negocios para hacer posible esta vivienda de dos plantas. "Las ventanas las fabrican para nosotros en León", relatan sobre la confianza que depositan en otros pequeños emprendedores que también "se han atrevido" a zambullirse en el mundo de los domos.

El equipo guarda dos sueños: ver el mundo lleno de domos sostenibles y que uno de esos domos sea su propia casa, relatan sobre un negocio rural que les permite "cuadrar las cuentas" familiares, y que tiene como otro de sus principios ser una opción "económica" para el comprador.

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