Con el báculo y la espada: obispos guerreros que de nuevo vinculan a Zamora y Toledo

Conferencia del catedrático de Historia Ramón Sánchez González en el X Simposio Internacional de Historia Comunera

Simposio historia comunera- El catedrático de Historia de la Universidad de Castilla-La Mancha e investigador Ramón Sánchez González, a la izquierda.

Simposio historia comunera- El catedrático de Historia de la Universidad de Castilla-La Mancha e investigador Ramón Sánchez González, a la izquierda. / EFE/Mariam A. Montesinos

Tuvieron vínculos familiares y ambos sostuvieron el báculo en una mano y la espada en la otra como prelados de Zamora y Toledo, con una acusada influencia política y una biografía con similitudes que establece paralelismos entre estas dos ciudades y la historia del Reino de Castilla.

El análisis histórico del arzobispo de Toledo Alfonso Carrillo de Acuña (Cuenca, 1412-Alcalá de Henares, 1492) y del obispo de Zamora Antonio (Osorio) de Acuña (nacido probablemente en Valladolid entre 1453 y 1460 y fallecido en Simancas en 1526) como "pastores de almas y bizarros guerreros" lo ha realizado este miércoles el catedrático de Historia de la Universidad de Castilla La Mancha e investigador Ramón Sánchez González.

Este historiador, que ha pronunciado una de las conferencias del X Simposio Internacional de Historia Comunera que se celebra en Zamora, ha sacado a relucir la biografía de estos dos mandatarios eclesiásticos que trazan paralelismos entre Zamora y Toledo, ciudades unidas también por su vinculación con San Ildefonso y las disputas que tuvieron por la custodia de sus restos mortales.

El catedrático de la Universidad de Castilla La Mancha ha expuesto en declaraciones a EFE que esos dos personajes tienen "muchos elementos en común".

Similitudes entre los dos obispos

Fueron dos prelados "importantes en la historia de Castilla", ambos procedían del mismo tronco familiar y hacían un "uso entusiasta tanto de su vertiente eclesiástica como la militar", ha explicado.

"Son dos personas que están muy próximas al poder y a los que quizá ese exceso de ansias de poder y de ambición personal propició ese protagonismo", ha interpretado este historiador.

Los dos eran segundones, por lo que al no ser primogénitos no tenían el mayorazgo y eso marcó su posicionamiento y el hecho de que fueran obispos dispuestos a "exhibir con idéntica destreza y entusiasmo" el báculo y las armas, como "genuinos representantes" de un modelo de prelado "a la par príncipe de la Iglesia y gentil guerrero".

Sobre el arzobispo de Toledo, Sánchez González ha recordado que intervino en los reinados de Juan II, Enrique IV, los Reyes Católicos y en la guerra por la sucesión de la Corona de Castilla junto al padre del obispo Antonio de Acuña en el bando opuesto al de Isabel la Católica.

Miedo a una "explosión de rebeldía" en Zamora

Por su parte, el obispo Antonio de Acuña fue más conocido por su faceta política y de intervención en los asuntos de la monarquía que por su labor como pastor de una diócesis.

Sobre este prelado que participó en la Guerra de las Comunidades de Castilla en el bando comunero y fue ejecutado por ello, el historiador puertorriqueño István Szászdi, que es uno de los coordinadores del simposio, ha señalado que Antonio de Acuña está "rodeado de una leyenda romántica y a veces odiosa del bando vencedor".

Ha hecho referencia a la "gran preocupación" que tenía el rey Carlos I de España porque en Zamora hubiera "una explosión de rebeldía" en su contra como la del obispo Acuña.

Por su parte, el también coordinador y ponente del simposio Dámaso Vicente ha subrayado la vinculación del movimiento comunero con el Renacimiento italiano gracias a que "uno de los grandes motores de las comunidades de Castilla fue el pensamiento de la primera Escuela de Salamanca".