El papel del obispo de Zamora en el "cuadro para la historia" de los Comuneros de Castilla

El lienzo se encuentra en proceso de restauración con motivo del V Centenario de las Comunidades

Cuadro sobre los comuneros de Castilla de Juan Planella.

Cuadro sobre los comuneros de Castilla de Juan Planella.

ICAL

Las Cortes de Castilla y León celebrarán el próximo 17 de noviembre una jornada divulgativa abierta al público que, bajo el título ‘Los Comuneros de Castilla: un cuadro para la historia’, dará a conocer información de interés sobre el lienzo de Juan Planella, que se encuentra en proceso de restauración.

El presidente de las Cortes de Castilla y León, Carlos Pollán, y el director de la Fundación de Castilla y León, Juan Zapatero, junto con el consejero de Cultura, Turismo y Deporte, Gonzalo Santonja, y el director general de Patrimonio, Juan Carlos Prieto, conocieron el proceso de restauración del cuadro ‘Los Comuneros de Castilla’, de Juan Planella y Rodríguez, impulsado por la Fundación de Castilla y León con motivo del V Centenario de las Comunidades.

El presidente de las Cortes Carlos Pollán recibe al consejero de Cultura Gonzalo Santonja y al director general de Patrimonio Juan Carlos Prieto para conocer los trabajos de restauración del cuadro ‘Los Comuneros de Castilla’, de Planella

El presidente de las Cortes Carlos Pollán recibe al consejero de Cultura Gonzalo Santonja y al director general de Patrimonio Juan Carlos Prieto para conocer los trabajos de restauración del cuadro ‘Los Comuneros de Castilla’, de Planella / Cortes Castilla y León

La jefa del equipo de restauración, Ana González, explicó a los asistentes el proceso de recuperación, que arrancó el pasado mes de junio, y la fase técnica de estucado y relleno en la que actualmente se encuentra. 

También han podido ver, ya montado y esperando al lienzo, el bastidor del cuadro, que se ha realizado con madera de pino de Soria sin nudos, sin aristas y sin componentes metálicos, con un diseño especial que permite soportar la tensión y peso de la tela en un cuadro de estas dimensiones.

Adquirido al autor por Real Orden de 14/11/1887 al precio de tasación de 4.000 pesetas, durante casi un siglo peregrinó de La Escuela de Bellas Artes de Barcelona al Ayuntamiento de Barcelona y, posteriormente, al Museo de Arte de Cataluña. Sería en 1986 cuando ‘Los comuneros de Castilla’ se depositaría en el lugar para el que había sido adquirido, el Museo del Prado, donde permaneció hasta su reciente traslado a las Cortes de Castilla y León. 

El presidente de las Cortes Carlos Pollán recibe al consejero de Cultura Gonzalo Santonja y al director general de Patrimonio Juan Carlos Prieto para conocer los trabajos de restauración del cuadro ‘Los Comuneros de Castilla’, de Planella

El presidente de las Cortes Carlos Pollán recibe al consejero de Cultura Gonzalo Santonja y al director general de Patrimonio Juan Carlos Prieto para conocer los trabajos de restauración del cuadro ‘Los Comuneros de Castilla’, de Planella / Cortes Castilla y León

Antonio de Acuña, el obispo de Zamora

El gran óleo sobre lienzo de 468 x 757 cm, galardonado con una medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1887, representa la salida de Valladolid hacia el campo de batalla de los comuneros, con Juan Padilla y el obispo de Zamora, Antonio de Acuña, al frente. 

Ajusticiados ya Padilla, Bravo y Maldonado (los líderes Comuneros que lucharon contra los privilegios de las clases altas) Antonio Osorio de Acuña continuó por su cuenta con la revuelta hasta principios de mayo de ese mismo año 1521, aunque su fin fue igual de trágico que el de los guerrilleros castellanos.

El obispo Acuña era el máximo responsable de la iglesia en Zamora en los años de la revuelta, de 1520 a 1522, y aunque nació y murió en Valladolid, también descendía de familias zamoranas. Su figura significó mucho para la causa comunera, que contó con el apoyo de uno de los "últimos obispos guerreros, de una iglesia que luchaba con espada y que significaba el tránsito entre el mundo medieval y el renacimiento", explicaba el historiador zamorano Miguel Ángel Mateos a este diario en 2014.

Intrigante y bélico, el obispo Acuña reclutó un ejército de más de 2.000 zamoranos, la mayoría de Fermoselle, según detalla Mateos, y que pagó de su bolsillo para llevarlos a la lucha contra un rey, Carlos I, "que no se preocupaba de su pueblo, estaba en Holanda, y aquí los ciudadanos estaban soportando muchos excesos por parte de la clase dirigente".

Sin embargo, varios historiadores señalan que el obispo saqueó los bienes de la iglesia y también de la nobleza castellana para sufragar la causa, algo que al parecer ya hacía antes de levantarse en armas.

Hasta el Vaticano cayó en las redes de este estratega, que se sacó de la manga el título de obispo de Zamora, un cargo que hasta ese momento no existía. Y es que Acuña luchaba por la causa comunera, pero tenía como objetivo alzarse tras la victoria con el título y la influencia del cargo de arzobispo de Toledo.

Acuña y el hermano de uno de los líderes de la revuelta comunera, Pedro Maldonado, fueron las dos figuras más destacadas que quedaron fuera del Perdón General que el rey promulgó tras la guerra. El obispo zamorano fue ajusticiado en el castillo de Simancas, Valladolid, en 1526, donde estaba encarcelado y de donde se intentó escapar matando al carcelero. A raíz de esta ejecución, Carlos I fue excomulgado por ordenar el ajusticiamiento de un prelado de la Iglesia.

La Guerra de las Comunidades es considerada como una de las últimas guerras medievales o una de las primeras revueltas burguesas de la era moderna.

Zamora aún recuerda a este relevante personaje con una avenida en su memoria, en la zona de los Tres Árboles, y también, aunque no es su retrato real, aparece en la sala de la galería de los obispos zamoranos.

La relación de Los Comuneros con Zamora fue muy estrecha, especialmente durante el Trienio Liberal, de 1820 a 1823, ya que se difundió la idea de que Padilla, Bravo, Maldonado y el propio Obispo Acuña estaban enterrados en Zamora, concretamente en la capilla de San Pablo de la Catedral. Hasta las Cortes de Cádiz así lo hicieron constar, y muchas personas se desplazaron a la capital para honrar a los comuneros enterrados en la Catedral. Sin embargo, "años más tarde se concluyó que los restos no eran suyos, aunque la historia quedó grabada en el imaginario popular", destaca Mateos.