Panes para la operación retorno
Valdespino de Sanabria honra a la Virgen de la Guía y reparte a los niños los tradicionales bollos de trigo, que muchos comen ya en el viaje de vuelta a casa
La tradicional entrega de los panes de Nuestra la Virgen de la Guía, de Valdespino de Sanabria, a los vecinos y devotos de la imagen tras la procesión por las calles del pueblo. Un acto sencillo pero muy esperado, donde el protagonismo central es para los niños que entregan el pan y los niños que lo reciben, al pie de La Guía.
El templo de San Pedro Apóstol se llenaba para dar comienzo a una misa concelebrada ante la imagen de La Guía, engalanada para su día grande. En la homilía el pastor encomendó a toda la asamblea a la protección y guía de esta advocación mariana, en palabras del párroco, Miguel Ángel Fernández Orduña. La Coral Tierras Altas de Sanabria y Carballeda hizo el recibimiento cantado a los feligreses.
La imagen de La Guía emprendía su viaje, desde el Barriocima, por las calles antecedida del pendón a hombros de sus porteadores, obligados a poner a prueba equilibrio, fuerza y destreza para sortear el profuso cableado y las ramas de los árboles. La procesión iba seguida de la Cruz parroquial y los estandartes de la Hermandad de La Guía, el más antiguo de 1972. Ante el humilladero en el Barrio de la Ermita, punto de retorno del cortejo mariano, el párroco pidió especialmente por los enfermos.
Tras recibir ese sencillo pan, muchos de los veraneantes emprenden viaje de vuelta a sus ciudades de residencia, culminando el tiempo de vacaciones. Algunos de los vecinos recordaban que en otros tiempos el único pan que se cocía en casa era de centeno, el pan negro, mientras que el pan de trigo era “como un caramelo” que el párroco daba los domingos a los niños en misa. El pequeño trozo de pan de trigo era tan apreciado que “competíamos a ver a quién le duraba más” recordaba un vecino.
Si el trozo que recibían ya de por sí era más que minúsculo, los pequeños mordiscos hacían que durara todo el día. Vivencias de otros tiempos que siguen la tradición de dar el pan, especialmente a los niños, aunque todos salen contentos con el bollito de trigo, a veces para el camino de vuelta.
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