Zamora quiere que el Centro de las Ciudades Medievales sirva de recepción de visitantes

l La intención municipal es ofrecer un espacio con toda la información y de carácter interactivo

Mirador en la última planta del Centro de Interpretación de las Ciudades Medievales.

Mirador en la última planta del Centro de Interpretación de las Ciudades Medievales. / EMILIO FRAILE

Luis Garrido

Luis Garrido

El Centro de Interpretación de las Ciudades Medievales ha entrado en la deshonrosa lista de las infraestructuras fracasadas en esta ciudad. Inaugurado en el año 2008 tras consumir más de un millón de euros de fondos europeos, este espacio enclavado sobre una ladera en plena cuesta del Pizarro no ha encontrado nunca su sitio en la oferta cultural y turística de la capital. Un puñado de exposiciones temporales, ciclos de magia y cuentacuentos se han sumado a la única programación fija anual del edificio, que es la del belén navideño. Una dotación infrautilizada que ha terminado por caer por su propio peso. Mantenerla abierta resultaba más caro que bajar la persiana. Y eso es lo que el Ayuntamiento de Zamora ha hecho. Pero no para siempre. El objetivo municipal, de hecho, es ayudarse de este inmueble para dar un giro de 180 grados a su política en materia de turismo y convertirlo en centro de recepción de visitantes. Un proyecto que depende del reguero de dinero que pueda dejar el plan de recuperación.

Christoph Strieder se resigna con los recientes acontecimientos que han colocado al Centro de Interpretación de las Ciudades Medievales en el ojo del huracán. No existe un solo problema con este espacio para el concejal de Turismo, sino que es un cúmulo de situaciones. “Por una parte, tenemos una exposición que no dice mucho más de lo que ya cualquiera conoce de Zamora; es modesta y no cuenta con gran atractivo. Y, por la otra, hemos construido un cubo de cristal para luego tapar todas las ventanas menos el mirador. No tiene sentido”, defiende el edil de Izquierda Unida.

La muy escasa afluencia de visitantes, unido a que es un espacio que ahora mismo se encuentra completamente a desmano del recorrido habitual del turista, han llevado al ostracismo a este Centro de Interpretación de las Ciudades Medievales. Pero las cosas van a cambiar. El Ayuntamiento de Zamora quiere colocar a este edificio en el centro del turismo de la capital. Tanto, que apuesta por convertirlo en centro de recepción de visitantes. La idea es llevar al viajero a aparcar en la margen izquierda del río Duero tras la construcción de distintas zonas habilitadas para tal fin. Desde allí, tras tener una primera panorámica de la ciudad de Zamora, tan solo habrá que cruzar el puente de Piedra y dirigirse hacia el Pizarro para obtener allí toda la información acerca de la ciudad.

La alternativa a este recorrido, para personas con movilidad reducida, discurriría por la plaza de Santa Lucía hasta el elevador que el Ayuntamiento de Zamora quiere colocar para salvar el desnivel con la plaza de Claudio Moyano. Y, desde arriba, conectar con la oficina de turismo conjunta del antiguo palacio de la Diputación Provincial. Un camino invertido al que los turistas realizan ahora desde la avenida de la Feria o desde el aparcamiento de La Marina, que “no tiene mucho sentido” para el concejal del ramo. Nuevo paradigma y nueva vida para las Ciudades Medievales.

Catorce años sin encontrar un hueco en la oferta turística y cultural de la ciudad de Zamora

La exalcaldesa Rosa Valdeón fue la encargada de destapar la placa inaugural del Centro de Interpretación de las Ciudades Medievales en pleno verano del año 2008. Fue el 17 de julio de aquel ejercicio. Apenas veinticuatro horas antes, también la exdirigente popular dio la alternativa a las aceñas de Olivares, cuya rehabilitación veía la luz tras cuatro años de obras para incorporarse al catálogo de recursos turísticos municipales. Bajo el juicio del paso del tiempo, no hay discusión en que la suerte fue absolutamente dispar para estas dos infraestructuras que abrieron sus puertas con apenas un día de diferencia. Mientras los molinos se han convertido en un motor del sector por sí mismo, el edificio del Pizarro ha terminado por cerrar sus puertas ante una falta de atractivo que no ha sabido revertir a lo largo de estos catorce años.

Todo ello ha ocurrido a pesar de que es el propio edificio el que debería obligar a la visita. El continente, en este caso, puede perfectamente primar sobre el contenido, máxime teniendo en cuenta el mirador sobre el río Duero que completa la oferta de grandes vistas que la ciudad despliega al aire libre y donde figuran recursos como el Troncoso o San Cipriano, además de la terraza abierta en la trasera del Teatro Ramos Carrión.

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