Hasta 250 meteoros invisibles cada día

Zamora pudo disfrutar del espectáculo de una bola de fuego hace una semana porque el resto del cometa tenía una trayectoria muy rasante, con una inclinación muy reducida, que lo hacía perceptible al ojo humano

Vista de un meteoro

Vista de un meteoro / Cedida

Si todos los meteoritos fueran visibles, en Zamora formarían parte de la estampa nocturna cotidiana de sus cielos como lo hizo el bólido que cruzó los cielos hace una semana. Y es que cada día surcan la atmósfera entre 50 y 250 de estas partículas de cometas de un mínimo de 10 gramos de peso, explica el físico y profesor zamorano Tomás Gestoso que aporta datos del Instituto de Ciencias del Espacio, perteneciente al CSIC.

El avistamiento del "bólido" o bola de fuego que tuvo lugar hace una semana y dejó a quienes lo pudieron contemplar atónitos. "Ha sido asombroso que haya sido un fragmento tan grande, de unos 20 gramos, en una trayectoria tan rasante, tan visible desde la tierra, con una inclinación tan reducida", apunta Gestoso. Y es que llevaba "un ángulo muy pequeño respecto a la horizontal de las personas que miraban hacia arriba, por eso se visualizó: si el ángulo hubiera sido mayor habría sido imperceptible" al ojo humano antes de explotar en el aire y desintegrarse en las capas más altas de la atmósfera.

El físico zamorano Tomas Gestoso

El físico zamorano Tomas Gestoso / Cedida

No queda ningún resto en la superficie terrestre al contrario de lo que ocurre con los meteoritos, de componentes similares a la Luna, partes de un asteroide, de que se calcula que caen 17.000 al año, pero solo una docena, aproximadamente, se localizan. Aunque la gente cree que la Antártida es la zona terrestre que más meteoritos recibe y que por ello es la principal franja de estudio por parte de los geólogos, lo cierto es que "solo se pueden localizar mejor porque el continente es blanco, la mayoría se detectan en la nieve". En el resto de superficies, resulta más dificultosos por "su color: son rocosos, silicatos, como los más abundantes en la corteza terrestre, metálicos, de hierro y nikel, carbono y azufres". La Tierra también tiene esos componentes, abunda el físico zamorano.

Este espectáculo que en la antigüedad ponía los pelos de punta a quienes lo contemplaban porque les acercaba el fin del mundo, hoy ha dejado atrás esas supersticiones para transformarse en toda una atracción con explicación científica. La física y la astronomía han roto el relato mágico para dar paso al racional.

Por mucho que nos continúen sobrecogiendo, fenómenos como el meteoro -que arde a 120 kilómetros sobre la superficie terrestre y se extingue a 70 kilómetros- o la bola de fuego vista desde Zamora el 18 de mayo que convirtió la no porque ilumina más que la Luna o Venus, "no son extraordinarios", explica Gestoso.

Meteoro al entrar en la atmósfera

Meteoro al entrar en la atmósfera / Cedida

Lo único que los convierte en singulares es que "nuestros ojos no pueden ver todos los que se producen". El famoso bólido que fue portada de todos los medios de comunicación, captado en imágenes y en vídeos, no tenía el suficiente volumen como para causar daños materiales en la superficie terrestre de no haberse convertido en bola de fuego y desintegrarse, ya que "la atmósfera es un escudo" contra esos pedruscos. Sus 20 gramos de peso poco podían hacer por más que entrara a 161.000 kilómetros por hora rozando contra el aire, circunstancia que "lo vuelve incandescente y de un color u otro según el material químico predomine, este era azul por llevar magnesio".

Podría haber sido rojo si hubiera contado con nitrógeno y oxígeno; amarillo si predomina el hierro o violeta, si tiene más calcio; pueden tener arcilla u otros metales como nikel. Los hay con una gran variedad de piedras preciosas o semipreciosas, meteoritos metálicos rocosos, pero "representan un 2% del total, son extremadamente raros".

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