Opinión

Y de repente, a Sánchez le entraron ganas de viajar…

Son legión los analistas políticos que no le auguran nada bueno al "rey de la mentira"

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, durante su última reunión el pasado mes de diciembre para abordar la renovación del CGPJ.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, durante su última reunión el pasado mes de diciembre para abordar la renovación del CGPJ. / José Luis Roca

Desde que el 16 de noviembre de 2023, Pedro Sánchez lograra ser investido presidente por tercera vez (en tal ocasión, como todo el mundo sabe, gracias al voto de los que quieren romper España, a cuyos intereses se plegó el candidato del PSOE para poder seguir en el poder), cada día que pasa se está haciendo más patente el temor que tiene nuestro presidente a viajar por España y departir con el pueblo español, porque sabe que vaya donde vaya va a ser recibido con pitos y abucheos que, dicho sea de paso, se ha ganado a pulso por su indecente e inadmisible afán de querer gobernar al precio que sea, o mejor dicho, nos cueste lo que nos cueste a los españoles que seguimos queriendo una España unida.

Por eso, ahora que ya tiene suficientemente bien aleccionados a sus ministros y a los miembros de su gabinete, para que unos y otros cubran sus ausencias, se dedica a viajar por el extranjero para intentar hacernos creer que lo está haciendo "para arreglar el mundo", cuando, todos los que le seguimos un poco lo tenemos claro, solo lo hace para intentar desviar la atención de los temas que más le preocupan, cuales son, entre otros, la ley de amnistía, que sigue siendo objeto de crítica por parte de la mayor parte de los jueces y fiscales españoles y, de manera muy especial, de la justicia europea, y los casos de corrupción que afectan a su partido y a su entorno más cercano…

Ahora resulta que, de repente, se quiere erigir en adalid de la política internacional, queriendo marcar las pautas al resto del mundo sobre lo que se debe y lo que no se debe hacer para solucionar el conflicto árabe-israelí; un conflicto que lleva enquistado casi ochenta años en el Oriente próximo ( o medio, según sean unos u otros los hechos a los que nos queramos referir), y que, porque tiene muy difícil solución, ha sido y sigue siendo motivo de gran preocupación de los más altos organismos internacionales, incluida la ONU… Ya han salido a la luz voces más autorizadas que la suya enmendándole la plana. ¡Tiene bemoles el asunto!

Es más que evidente que el señor Sánchez, ante lo que está pasando en "sus casas" –conflictos de intereses varios, casos de corrupción por doquier, elecciones vascas y catalanas que no puede manejar…– prefiere mirar para otro lado porque no sabe cómo atajar la que se le puede venir encima caso de que empiece a sentir que se le está acabando el "chollo".

Por eso y por otras razones, que más tarde o más temprano habremos de conocer (seguimos sin saber nada de lo que pasó en Marruecos y de lo que trajo a España la señora Delcy Rodríguez, por ejemplo), a pesar de que está obligado a ello, ha pasado de elaborar los Presupuestos Generales del Estado, porque duda de que pudiera encontrar apoyos suficientes para sacarlos adelante.

"La no aprobación de los Presupuestos sería un motivo más que justificado para tener que convocar elecciones", palabras de Pedro Sánchez, cuando aún no era presidente.

"El principio constitucional de "anualidad" obliga a la aprobación de una nueva Ley de Presupuestos Generales del Estado en cada ejercicio", palabras de la hoy vicepresidenta primera del Gobierno y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, cuando solo era ministra…

Que cada cual saque sus propias conclusiones.

Como se ve desbordado por los problemas que él mismo se ha ocasionado, Pedro Sánchez ha iniciado una carrera por el extranjero que dudo pueda justificar. Son legión los analistas políticos que no le auguran nada bueno al "rey de la mentira, el engaño y la transformación".

Torres más altas han caído

Sánchez sabe que, como le sucediera en la Sierra de La Culebra –agosto de 2022– si pisa territorio patrio para tratar de vender promesas, puede que se encuentre con otro paisano español que, como le sucediera en Otero de Bodas cuando iba diciendo: "no se preocupen, el Ejecutivo actuará con celeridad para hacer frente a los daños causados por las llamas", haya otro valiente que le espete aquello de: "Tu, tu arreglarlo… Tu que va a arreglar…"

Hace unos días le pasó algo similar en Dos Hermanas, Sevilla –otrora histórico bastión socialista– donde Pedro Sánchez, en una rápida visita programada para dejarse ver junto a una promoción de viviendas sociales en obras, fue increpado, insultado y pitado con inusitado desprecio por los obreros que le estaban esperando. Si ni siquiera en Dos Hermanas se ha podido librar de los pitos ¿No creen ustedes que ésta es la razón por la que don Pedro prefiere andar de viaje por el extranjero?...

A Sánchez, que ya ni forzando su histriónica sonrisa consigue convencer a nadie, puede que no le quede mucha vida en la Moncloa si el resultado de los acontecimientos que van a tener lugar en las próximas semanas le son adversos; de ahí su huida hacia adelante, que es todo un síntoma de la debacle que él mismo ya atisba…

Esperando que las tres elecciones que tenemos a la vista sirvan para despejar las incógnitas que tiene planteado el panorama político español, si es que antes no ha cantado algún gallo de los que han sido convocados por el PP o por el PSOE para comparecer en las comisiones de investigación que ya están en marcha, dejo sobre la mesa la siguiente pregunta:

¿Seguirá el pueblo español mirando para otro lado ante el desastre que se avecina?

¡País!

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