Opinión

Para Dita y Fernando, por fomentar la lectura durante 40 años en Zamora

La continuidad del bibliobús está en entredicho si la Junta y/o la Diputación Provincial no lo siguen sosteniendo

Ilustración con libros

Ilustración con libros

Por un lugar de Castilla y León, de cuyo nombre quiero acordarme, la envejecida y despoblada Zamora rural, un autobús recorre durante el curso escolar la provincia, pasando periódicamente por algunos de sus colegios y escuelas, es el Bibliobús Escolar cumpliendo una de las funciones culturales que mas debiéramos favorecer y valorar, por su importancia en el desarrollo cultural de un país. Se trata de la "Animción a la lectura", del fomento de la lectura y su complemento, el amor a la lectura, el amor a los libros. En él viajan dos grandes profesionales de la animación de resonancias quijotescas, Dita y Fernando "Sornabequetón", Fernándo y Dita, figuras inseparables, no al tópico modo de decir de "Isabel y Fernando", los de "tanto monta, monta tanto", no, sino como Don Quijote y Sancho Panza. Hay que añadir otros rasgos que los caracterizan. No voy a enumerarlos todos, no podría. Mi conocimiento de estos dos personajes novelescos no llega a tanto, más bien a poco, pero sí destacaré algunos. Dita tiene, entre otros rasgos, los de Hada Acaramelada por su dulce voz y su mirada alegre y juguetona, y Fernando, el de "negro zumbón", siempre dipuesto a narrarte las historias de su abuelo o de su abuela, que también sabía multitud de historias. Los acompaña un bibliotecario, José Crespo, haciendo préstamos de libros de la biblioteca del Bibliobús a los alumnos de las escuelas que forman parte de la ruta.

Cualquiera de nosotras, cualquiera de nosotros, más si son niñas o niños, somos capaces de inventar cuentos, de hacer un poema, de adentrarnos en el mundo de la creación literaria

El nada fácil arte de narrar, desarrollado y perfeccionando a lo largo de siglos, es el instrumento básico que Dita y Fernando han utilizado para llevar a cabo su función y hacer que las niñas y niños que han asistido a sus "clases" desarrollen el amor a la lectura, se conviertan en "lectores activos" (sin lectores los libros son objetos sin vida) y tengan la posibilidad de imaginar mundos posibles, un mundo utópico sostenido en un conocimiento crítico del nauseabundo mundo actual, un mundo más libre, más justo, donde la miseria, la explotación, la desigualdad, la violencia, la guerra, el ecocidio y demás miserias no tengan cabida. Tan necesitados estamos de dejar atrás el mundo de barbarie, de engaños y autoengaños en el que vivimos que en ello nos va nuestra propia supervivencia como especie y que no lo lograremos sin el desarrollo de lectores dotados, entre otros aspectos, de imaginación creadora, con el coraje suficiente para plantarse y convencerse que aún no está todo perdido, que aún se puede detener el tren que nos lleva directamente hacia el abismo y así poder cambiar de vía.

En esta aventura y sus desventuras de cerca de cuarenta años, al igual que Don Quijote y Sancho, han tenido que enfrentarse a gigantes que solo eran burócratas insensibles al arte, a la belleza y a la cultura que humaniza, a los batautos haciendo batautadas sin que hubiera un hueco para algo más, hinoptizados por un Hamelin digital cargado de atractivos dispositivos y de la irresistible invitación a entrar en Internet, a lo que parecían grandes ejércitos lo que solamente eran colectivos de iletrados y analfabetos funcionales.

Pero, por suerte, no comenzaron de cero, no descubrieron el Meditarraneo por así decirlo, ni estuvieron solos. Hay personas e instituciones detrás. Más apropiado decir una institución, la Biblioteca Pública de Zamora, dirigida entonces por Concha González Díaz de Garayo, la que ha sido el alma de la biblioteca durante un largo periodo de tiempo. De su iniciativa surge el Seminario de Literatura Infantil y Juvenil con el fin de apropiarse y divulgar el conocimiento en este campo entre los profesionales relacionados con la literatura apropiada para estas edades, bibliotecarios, profesionales de la "animación a la lectura", "cuentacuentos", ilustradores, trabajadores de la enseñanza, maestras y maestros, profesores de Secundaria y demás. La constitución del Seminario fue el resultado de unas primeras jornadas sobre Literatura Infantil y Juvenil organizadas por la Biblioteca Pública de Zamora y protagonizadas por grandes artitas y especialistas en el arte de despertar la creatividad y fomentar la lectura, de enseñar estrategias para lograrlo siguiendo los pasos de Giani Rodari y su Gramática de la Fantasía y de otros, de convertir el encuentro con niños y mayores en una epifanía, en un juego serio como solo saben jugar los niños: Ana Pelegrín, Federico Martín Nebrás, Felicidad Orquín y algún otro autor que ahora no recuerdo. Con ellos aprendimos que cualquiera de nosotras, cualquiera de nosotros, más si son niñas o niños, somos capaces de inventar cuentos, de hacer un poema, de adentrarnos en el mundo de la creación literaria y otras maneras de expresión creativa, en el universo de los libros, con espíritu fraternal, creando comunidad, tan necesaria para estos tiempos.

La continuidad del bibliobús está en entredicho si la Junta y/o la Diputación Provincial no lo siguen sosteniendo. La labor pionera llevada a cabo por y desde el Bibliobus Escolar se perdería y quedaría aparcada, como tantas otras experiencias, en la cuneta de la historia. Es cuentión de que la comunidad educativa, todos sus sectores, se movilicen para que no sea necesariamente así.

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