Adiós a la última hilandera de Aliste

Fallece Prisca Domínguez Ramos, la niña pastora de Mahíde que esquilaba y cardaba lana para elaborar prendas alistanas

Prisca Domínguez a las puertas de su casa.

Prisca Domínguez a las puertas de su casa. / Chany Sebastián

La Raya de España (comarca de Aliste) y Tras os Montes (Región de Tras os Monte) ha dado su último y emotivo adiós a una de las personas y artesanas mas ilustres de su historia. La "Tí Prisca" de Mahíde, la última hilandera alistana, falleció a sólo 13 días de cumplir los 96 años, tras una larga vida llena de historias y aconteceres.

Prisca Domínguez Ramos nació en Mahíde de Aliste un ya lejano día 18 de enero de 1928. Allí creció y pasó la práctica totalidad de su vida en un paraíso natural a la vera de la ribera del río Aliste, de la llanura alistana y de la mística Sierra de la Culebra. Eran tiempos de penurias, los del reinado de Alfonso XIII, y su padre Vicente Domínguez Garrido, como muchos otros alistanos, se vio obligado a emigrar a la Argentina a buscarse la vida en busca del progreso, por lo cual ella pasó los primeros años de la infancia en la casa de sus abuelos maternos junto a su madre María Ramos Miguel.

Hasta cuando ya tenía siete años en que regresó de América y ella misma reconoce que no lo había visto y "me costó mucho trabajo llamarle padre". Gracias al dinero ganado y ahorrado en Argentina por Vicente la familia pudo construirse su propia casa en la calle "Barro", así conocida porque en aquellos tiempos era la mas embarrada en invierno en Mahíde. Tenía dos hermanos Tomás y Leandro.

Prisca Domínguez teje lana para crear una prenda de abrigo

Prisca Domínguez teje lana para crear una prenda de abrigo / Ch. S.

La vida de la señora Prisca estuvo siempre ligada a su amado pueblo de Mahíde donde como la mayoría de las familias alistanas se dedicó a la agricultura y a la ganadería de supervivencia, aparte de encargarse de los quehaceres del hogar familiar.

Desde muy niña, alternó las clases en la escuela, por la mañana, con el oficio de pastora, por las tardes, pues ella era la encargada de cuidar y pastorear el pequeño "atajo" de ovejas de raza castellana blanca y negra que tenía su familia.

Nunca fueron más de 120 y ella las llevaba a alguna cortina cercana para alimentarlas con la herraña (retoños de cebaba, centeno y trigo), la hierba fresca o los brotes de las jaras y de las escobas. Fue Aliste tierra de muchas e ilustres hilanderas y quizás sea ella la última artesana que aprendió y fue alma, corazón y vida de los hilandares en estado muro.

Ya en su ancianidad gustaba de recordar que ella misma se encargaba de esquilar las ovejas, faena que solía hacerse antaño en Aliste coincidiendo con el 13 de junio, San Antonio, ya que ese día la hacienda (vacas, burras, mulas y yeguas) tenían su fiesta, estaban exentas del trabajo y los amos podían dedicar la mañana a hacer otras jeras como era el caso del esquileo y la posterior "Mela", es decir, poner la marca familiar a las ovejas con pez caliente.

Las manos de la "Tí Prisca" eran un portento de habilidad y ella misma se encargaba de hilarla primero con el uso y la rueca, para después con paciencia y esmero elaborar la ropa para la familia: jerseys, medias, calcetines y chaquetas que tenían de colores con polvos.

La vida pastoril alistana, unas veces sedentaria y otras trashumante, es tan noble y tan digna como otra cualquiera, un orgullo para quienes tuvieron el oficio de pastor o de pastora tras el aprendizaje como zagal o zagala. Ella que comenzó primero de zagala, fue pastora unos ochos años, desde los 12 hasta los 20 años.

Boda en 1948

Dejó la mochila y la cayata cuando en 1948 contrajo matrimonio en la iglesia parroquial de Santa María Egipciaca con Jacinto Carballés Fernández. El casado casa quiere y el nuevo matrimonio se fue a vivir a la calle La Quinta, donde residió la mayor parte de su vida. De la unidad y feliz familia nacieron sus cuatro retoños Juan, Remedios, Ángel y Carlos Carballés Domínguez, contando luego con varios nietos y biznietos: su gran debilidad.

Dice el refrán alistano que "Quien pastor nace, pastor vive y pastor muere" pues es tal el vínculo que se crea entre el pastor, sus ovejas, su perros para el lobo y de queda, y la campiña que son imposibles de borrar. Por ello, ya casada, la "Tí Prisca" continuó teniendo algunas ovejas que ella misma se encargaba de cuidar y de esquilar, para luego cardar la lana e hilarla y seguir haciendo las prendas de abrigo para su familia. Durante la posguerra las prendas más normales que se hacían en casa eran las chaquetas, chaquetos, medias y calcetines.

Prisca Domínguez recibe el homenaje de la Asociación de la Capa Parda Alistana

Prisca Domínguez recibe el homenaje de la Asociación de la Capa Parda Alistana / Ch. S.

Para la elaboración de prendas más grandes tenía que llevar los ovillos de lana al telar que por aquella época funcionaba en La Torre, con los que luego ella misma se encargaba de hacer mantas para la cama o las ancestrales "rodandeiras" que se utilizaban cuando se salió al campo para cuidar el ganado. Aparte de la lana también hilaba lino aunque en este caso los tenía que llevar al telar de Moldones pues allí conseguía largas telas con las que llegó se encargaba de elaborar desde las tradicionales camisas de hombre y mujer a las sabanas para las camas, las sacas utilizadas para lleva el grano al molino con la burra y regresar con la harina, e incluso calzones.

Uno de los golpes mas duros le llegó con poco mas de 50 años cuando murió su marido, enviudó y con cuatro hijos a su cargo. La señora Prisca tiró para adelante y lucho día tras día para sacar adelante a su familia, siempre unida a una de las grandes debilidades de su existencia: Mahíde.

Allí continuo, en su calle de La Quinta, incluso cuando sus hijos emigraron: "toda mi vida he estado en Mahíde y por mucho que quieran mis hijos, de Mahíde no me quiero marchar y es donde quiero morir" sentenciaba a este periódico en 2019 mientras entretenía el tiempo con su oficio de hilandera.

La señora Prisca llevó siempre con honor y orgullo sus orígenes, alistana y de Mahíde, y por ello y por toda una vida dedicada en cuerpo y alma al mundo textil alistano el día 17 de noviembre de 2019 recibió un emotivo y merecido homenaje en la iglesia de San Salvador de Rabanales de Aliste de la Asociación para la Promoción y el Estudio de la Capa Parda Alistana de Honras y Respeto.

La "Tí Prisca", que conoció la monarquía de Alfonso XII, la Segunda República, la Guerra Civil, la Dictadura de Franco y la Democracia, era una fuente de sabiduría e historia. Fue la "Ti Prisca" parte vital de los hilandares o filandeiros alistanos que al son de los usos, cardas y ruecas convertían la lana y el lino en hilo por las tardes al sol o por la noches a la luz y el calor de la lumbre para luego dar vida a la indumentaria tradicional alistana de manteos, gabachas, monteras y Capas Pardas Alistanas. Mahíde, su pueblo, Aliste, su tierra, y sus paisanos, han dado su último adiós a la señora Prisca en la misa de funeral oficiada por su párroco Marcelino Gutiérrez allí donde tantas veces acudió y rezó como iglesia y devota: la iglesia de Santa María Egipciaca.

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