La leyenda centenaria que da nombre a este pueblo de Zamora
Dos leyendas podrían dar el nombre al pueblo zamorano de Otero de Bodas, a menos de una hora de la capital
C. G.
La localidad de Otero de Bodas cuenta con una larga historia y cuyo nombre puede proceder de dos leyendas que han perdurado hasta el día de hoy. Para comenzar la primera parte del nombre, Otero hace referencia a un cerro o montaña, al igual que se encuentra a escasa distancia de la población "El Cerro de la Muela" . Ahora pasamos a descifrar la segunda parte, Bodas cuenta con dos leyendas que pueden descifrar su origen.
La primera de las leyendas datan del Siglo de Oro (1492-1659) cuando un caballero se acercó al pueblo conocido como Otero, para conocer a su futura esposa, que tenía origen portugués y se casarían en la misma comarca.
Otra leyenda
La segunda leyenda y más popularizada entre los vecino del pequeño pueblo zamorano da el normbe un caballero llamado Gil Otero de Biedma, que habría sido caballero de la corte de Enrique IV. Dicho caballero tuvo la mala suerte de deshonrar a una dama, de manera que tras el enfrentamiento con la mujer, esta le maldijo a no encontrar placer en el amor, excepto con una doncella que fuera virgen y tan sólo en la noche de bodas. Gil Otero inició su andadura por desposar a todas las mujeres de la comarcar, para después acabar con sus vidas una tras otra.
De esta manera, el caballero continuó acabando con la vida de innumerables doncellas en la comarca de Otero, lo que le valió el nombre de Otero de Bodas, tras los actos perpetuados por años del caballero Gil de Otero de Biedma. Asimismo, la Sierra de la Culebra tambien se posiciona como protagonista en esta historia, debido a que este lugar se convirtió en el lugar dónde el caballero abandonaba a todas sus esposas que se convertían en alimento para todos los animales que vivían en el bosque así como lobos y alimañas. Este enclave geográfico se denominó Tozoloslobos, muy cercano al pueblo de Otero de Bodas, un paraje inhóspito, alejado de toda civilización y muy temido por todos los habitantes de los alrededores.
Pasado el tiempo, el caballero Gil de Otero comenzaría a arrepentirse de los actos perpretrados durante muchos años y por el daño que habría causado a los habitantes de la comarca, hasta que una noche se encaminó hasta el mismo punto dónde abandonaría a todas las doncellas asesinadas y allí mismo se suicidó ahorcándose.
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