Un museo de la vida rural sanabresa

Santa Colomba de Sanabria abre un centro etnográfico con objetos recogidos, comprados y restaurados por Pilar García Muela

Llaves antiguas o cerraduras colgadas en la pared, junto a otros objetos. | Araceli Saavedra

Llaves antiguas o cerraduras colgadas en la pared, junto a otros objetos. | Araceli Saavedra / Chany Sebastián

Santa Colomba de Sanabria abrirá este sábado su museo etnográfico con los objetos familiares, comprados, recogidos y restaurados por Pilar García Muela y que engrosan su amplia representativa colección particular.

Una colección muy completa que representa la vida rural de los pueblos de Sanabria hace casi un siglo. El contenido de la exposición sobrepasa el millar de piezas, que esta vecina ha ido coleccionando durante décadas gracias a su afición por coleccionar los objetos cotidianos del siglo pasado.

Pilar no lleva la cuenta de los objetos que ha atesorado muchos de ellos en desuso, desde el carro y la carreta a la aguja y el dedal. De los oficios del campo a los enseres de la casa, la colección se detiene en todos los quehaceres de la vida rutinaria enseres arrinconados como sus nombres por falta de uso.

Documentos y manuales. | A. S.

Documentos y manuales. | A. S. / Chany Sebastián

Entre los objetos familiares se conserva la "rocada" una palabra sanabresa para nombrar el regalo. La leyenda manuscrita para unas tenazas y un tenedor de dos puntas "hoy insólito. Ayer natural y práctico. Regalo de boda a Belarmina y Antonio" del año 1936. El matrimonio tuvo ocho hijos, Pilar es la hermana más pequeña.

Las herramientas de trabajo del campo y los oficios ocupan una parte importante de la colección desde los objetos más preciados como el carro, la carreta y los arados, hasta tornaderas, azadas, guinchos, hoces, etc. hasta los propios de los oficios como los serruchos, las tenazas o las herraduras. Una de las piezas bien conservadas es un cubeto de madera de 1939. Toda una lección de historia cotidiana, vocabulario y vivencias del siglo pasado. Algunos de los objetos han sido restaurados como la tapa de una caja parcheada con una chapa para evitar la entrada de los ratones.

Enagua de lino. | A. S.

Enagua de lino. | A. S. / Chany Sebastián

Del inmueble utilizado para albergar la colección, antigua vivienda y luego cuadra, conserva la parte de la cocina con su lumbre baja y la chimenea francesa, con su escaño su banco, el pote, el caldero y la sartén sobre las trébedes. Los enseres del hogar eran muy limitados. Pilar no quiere hacer cuentas del "dineral" que ha gastado en ira adquiriendo objetos para su museo.

La segunda planta del museo refleja esa vida del hogar con pocos muebles, las camas imprescindibles y la cuna de madera "brizo" en el dialecto sanabrés construida por el carpintero del pueblo, Ángel Saavedra. Hay objetos con muchos recuerdos como el cabás que Antonio hizo en madera para la hermana mayor, en 1940, y que utilizaron todos para ir al colegio. Incluso sirvió como banco para sentarse en la escuela cuando los más pequeños no tenían pupitre.

Detalle de los enseres de la cocina. | Araceli Saavedra

Detalle de los enseres de la cocina. | Araceli Saavedra / Chany Sebastián

Una buena colección de maletas en madera, cartón e incluso una en metal, traída desde Estados Unidos, recuerda los tiempos de la emigración entre los años 50 y 70. Una colección de documentos, cartillas, billetes y monedas de curso en el siglo pasado se exponen en esta casa museo. Cántaros, calentadores de cama, balanzas de plato, romanas, una colección de pipas, reflejan esa sociedad rural ahora casi olvidada, que no desconocida. Los atuendos y vestimentas, incluidas las mantillas de misa –obligatorias para entrar en la iglesia hasta 1970- tienen el valor de su elaboración a mano y con los materiales disponibles, lanas, pardos y linos. Alguna seda para esa mantilla.

Una vecina observa el carro. | A. S.

Una vecina observa el carro. | A. S. / Chany Sebastián

De azabaches y cristales de colores eran las "joyas" que lucían las mujeres. Los adornos de los reclutas obligatorios o los costureros de la época tanto el escolar como el de tejer en casa o cuando se iba de pastora con el ganado reflejan esa autosuficiencia de los pueblos. Los trabajos del lino eran fundamentales en el hogar para obtener telas con las que confeccionar sábanas, toallas, camisas, enaguas, corsés, sacos.

La mayoría de las casas carecían de cuarto de baño, prácticamente hasta el último tercio del siglo XX. El excusado hay que buscarlo debajo de la cama.

Suscríbete para seguir leyendo