Sucesos en Zamora

Un joven se ofrece a una mujer para subirle la compra al piso para robarle las joyas

El ladrón simuló ser un empleado municipal que iba a revisar cañerías para distraer a la vecina mientras su cómplice sustraía alhajas y dinero

El comisario de Zamora, Guillermo Vara Ferrero, junto a joyas recuperadas por la Policía Nacional. | L.O.Z

El comisario de Zamora, Guillermo Vara Ferrero, junto a joyas recuperadas por la Policía Nacional. | L.O.Z / Susana Arizaga

El joven ladrón disfrazó su verdadera intención con un gesto amable: "No se preocupe, que yo le ayudo a subir la bolsa". Mostró su buena disposición justo cuando la zamorana de 87 años había dejado las compras y su bastón al pie de la puerta de entrada al edificio, situado en las inmediaciones del final de la calle de Santa Teresa.

La abordó justo cuando se disponía a abrir, recuerda la mujer, que vive sola. Eran las 13.00 horas. Ya en el ascensor, camino del noveno piso donde reside, la anciana preguntó al joven si era uno de los dos nuevos inquilinos del ático que está justo encima de su casa, el individuo asintió e hiló una historia que, en principio, no hizo sospechar a la anciana de que estaba improvisando para poder acceder a su vivienda y robar.

El joven, que había contado a la víctima que tenía que quitar una cañería y que tenía que revisar todas las de las viviendas. Llevaba una libreta grande, un bolígrafo y un móvil. Para cuando llegaron al interior del piso se había colocado una mascarilla que impedía verle la cara, pero la mujer continuó sin desconfiar. Le pidió a la anciana que fuera abriendo los grifos hasta el tope, primero en la cocina, donde el joven "abría y cerraba el grifo e iba anotando en el cuaderno y manejando su móvil".

En esa parte izquierda del piso, con un pequeño office de acceso, una salita de estar, hay un aseo, hasta donde también se dirigieron para realizar la misma comprobación. La mujer entró en el baño y el hombre cerró la puerta hasta dejarla entreabierta, le pidió que abriera ella el grifo, "que él iba a apuntar".

La mujer escuchó un ruido que parecía venir de la entrada al piso, pero él negó que haber escuchado ningún. Posiblemente, aprovechó que la dueña del piso estaba en el aseo para abrir a su cómplice, quien se encargó de buscar en los dormitorios del lado derecho de la vivienda. "Mire, esto me da muy mala espina, ¡váyase de aquí!", le indicó.

La confianza de la mujer comenzó a fallar en ese momento, ante lo que el joven le dijo que era empleado del Ayuntamiento, lo que incremento las sospechas de la mujer. Le reprochó que "me está gastando mucho agua y los grifos funcionan bien". El joven le dijo que había que repetir la operación 10 veces, ella se negó y él le replicó "me voy que sepa que no he terminado".

La propietaria de la vivienda revisó las estancias y no vio nada revuelto. Al día siguiente, cuando fue coger alguna alhaja para salir a la calle, se encontró con el joyero vacío, "se llevaron una medalla, pendientes, anillos, colgantes...". Da gracias de que solo tenía cincuenta euros en una funda de tarjetas bancarias en otro cajón. También volaron.

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La Policía Nacional ya investiga este robo, que no es nuevo en la capital. La avenida de Portugal acumula los últimos que han terminado en la Comisaría de Zamora, así como las calles adyacentes a las Tres Cruces. Y el método empleado con esta zamorana del entorno de Santa Teresa no es nuevo, de hecho, fue víctima hace dos años de un robo similar, una experiencia que le ayudó a atar cabos cuando el joven ladrón llevaba ya unos minutos en casa, "hablaba muy alto y hacía ruidos continuamente", seguramente, porque su cómplice estaba buscando por las habitaciones el botín.

La mujer llegó a decirle cuando le pidió que se fuera que "no tengo en casa ni dinero ni joyas, las tienen mis hijas", pero ya era tarde. "Todavía está en shock, asustada", cuenta su hija, a la que había visitado esa mañana y a la que llamó para decirle "ay, que me han querido timar, que le he vuelto a meter en casa, pero todo está bien", en la creencia de que no había echado al ladrón a tiempo para impedir el robo.

Los ladrones dejaron las puertas de los armarios y la cómoda cerradas, todo impecable, pero "mi madre se ha quedado sin nada". Solo conserva la alianza de casada y "porque no la debieron ver", relata su hija, también afectada por el suceso.

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