Zamora, retaguardia de una guerra sin cuartel

Problemas de ubicación, financiación e incluso un "constructor a la fuga" retrasaron las instalaciones militares para la lucha con Portugal

Formación en el cuartel de Infantería (1887)

Formación en el cuartel de Infantería (1887) / Estudio de Daniel López Bragado

Carlos Gil Andrés

Carlos Gil Andrés

Irrelevante en la actualidad desde el punto de vista militar, Zamora tuvo otrora una importancia estratégica como retaguardia de las guerras con Portugal. Desde la declaración de guerra de Felipe V en 1704, Zamora se convirtió en un punto de retaguardia del frente de la frontera de Castilla, lo que significó un trasiego constante de soldados movilizados entre las distintas plazas españolas.

Como las tropas empezaron a enclavarse de forma continua en un lugar, los roces con los vecinos no se hicieron esperar, por lo que pronto Zamora solicitó construir un cuartel. Y no fue tarea fácil, tal y como relata Daniel López Bragado en sendos estudios sobre el particular publicados en el Anuario del Instituto de Estudios Zamoranos Florián de Ocampo y la revista Studia Histórica.

Los cuarteles eran del Ejército pero los pagaban los ayuntamientos. "Así ocurrió en Zamora con la construcción del cuartel de Caballería en 1704. Este edificio ubicado en el barrio de La Horta pronto se quedó escaso, por lo que en 1715 las autoridades locales solicitaron la construcción de un segundo cuartel, de Infantería, ya que las tropas continuaban alojándose en casas particulares, lo que producía indisciplina e incluso deserciones".

Zamora, retaguardia de una guerra sin cuartel

Proyecto de cuartel de Infantería, junto al de Caballería, en La Horta / Daniel López Bragado

Para superar el problema económico se tuvieron que aumentar los impuestos al cántaro de vino y a la libra de carne. Pero el principal problema vino de la necesidad de lograr una correcta ubicación para el necesario cuartel.

Hubo tres proyectos para hacer este nuevo cuartel de Infantería en La Horta. Uno es la propuesta de 1721 para construir el cuartel en el extremo suroriental de la muralla, sobre las huertas del Cigarral. El segundo de 1737, proponía aprovechar el fallido Pajar del Rey que se había construido dos años antes, pero que no era capaz de dar el servicio de almacén para el que había sido construido. Un tercero, de 1738, proponía su construcción junto al Cuartel de Caballería, pero más grande y más vistoso.

La ubicación en La Horta facilitaba la evacuación de las aguas sucias, pero tenía el inconveniente de la humedad, que había dañado ya el Cuartel de Caballería.

Cortinas de San Miguel

Por ello se plantea una nueva ubicación en las Cortinas de San Miguel, en un gran vacío urbano que era aprovechado como tierras de labor intramuros. Estaría "entre el convento franciscano de Santa Clara, al que daba la espalda y del que se aprovecharían sus huertas arboladas como aislamiento al ruido, pero sobre el que irremediablemente se asomarían sus ventanas. Por otro lado se situaba el convento dominico de San Pablo, del que estaba distante pero que notaría más la instalación cuartelera, debido a que los accesos y las paradas militares se producirían en la plaza frente a la entrada el principal del convento".

Se pensó también en habilitar el Castillo como cuartel de Infantería, aunque era más propicio para almacenar artillería, "ya que los ejercicios de la tropa serían un gravísimo inconveniente para la Catedral, además de que quedaría demasiado distante del cuartel de Caballería".

Finalmente se optó por "el descampado del Palomar. Representaba un gran vacío urbano intramuros en el extremo nororiental de la ciudad. Era un solar con "bastante desahogo", al estar alto "participa de aires que lo hacen muy sano y recomendable". Situado entre el monasterio de la Santísima Trinidad y la Alhóndiga Mayor, "había permanecido vacío desde la expulsión de los judíos allá por el siglo XV".

La construcción del cuartel en la hoy conocida como Plaza del Cuartel Viejo no estuvo exenta de dificultades: en 1753 se derrumbó la mitad de la galería interior del cuartel en obras y murieron tres trabajadores. Posteriormente el constructor, Miguel de Lafuente que había sido detenido, se dio a la fuga y logró utilizar sus contactos en Madrid para salir bien parado y se le devolvieron los bienes embargados.

La intemperie y el terremoto de Lisboa afectó a la construcción paralizada. A inicios de 1767 el cuartel ya estaba ocupado por el regimiento de infantería del Príncipe, aunque le faltaban las letrinas, tras innumerables peripecias que el arquitecto zamorano Daniel López Bragado ha investigado.

Fue el cuartel de Infantería de Zamora, hasta que ya en el siglo XX se plantea la necesidad de hacer otro y se opta por la ubicación del Cuartel Viriato, hoy Campus universitario. El primer Batallón del Regimiento Toledo estrenó la instalación el 8 de diciembre de 1927.

En el Castillo en 1768, se hizo un proyecto para guardar los carruajes y los efectos de artillería al que se añadió una segunda planta, armería para 11.900 fusiles.

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