Opinión

¿Cómo se forman los diamantes y por qué se pesan en quilates?

Nacidos en las profundidades de la Tierra bajo condiciones extremas, son tesoros naturales

Diamantes

Diamantes

Los diamantes son una de las gemas más valiosas y codiciadas en todo el mundo, conocidas por su brillo y su extrema dureza. Sus características inigualables y su gran valor pueden explicarse atendiendo a su origen en las profundidades de la Tierra, donde condiciones extremas de presión y temperatura permiten la transformación del carbono en estas impresionantes piedras preciosas.

Los diamantes se forman nada más y nada menos que a distancias que superan los 150 kilómetros en línea recta bajo la superficie terrestre, en una región del manto superior. Aquí, el carbono, uno de los elementos más abundantes en la Tierra, es sometido a presiones superiores a las 45 kilobares (aproximadamente 45.000 veces la presión atmosférica a nivel del mar) y temperaturas que oscilan entre los 900 y los 1.300 grados Celsius. Bajo estas condiciones extremas, los átomos de carbono se reorganizan en una estructura cristalina altamente ordenada, donde cada átomo de carbono está unido a otros cuatro átomos de carbono mediante enlaces covalentes.

Precisamente, esta estructura cristalina es la responsable de la dureza excepcional de los diamantes ya que ya disposición tetraédrica de los átomos de carbono crea una red tridimensional extremadamente rígida y estable. Esta disposición no solo contribuye a la dureza de los diamantes, sino que también les otorga una resistencia notable al desgaste, lo que los hace ideales para diversas aplicaciones industriales. De hecho, los diamantes son el material natural más duro conocido, alcanzando un 10 en la escala de Mohs, lo que los hace perfectos para herramientas de corte, perforación y pulido de materiales extremadamente duros.

Durante estas erupciones, los diamantes son atrapados en la lava y una vez que esta se enfría y solidifica, los diamantes quedan incrustados en las rocas kimberlíticas. Con el tiempo, la erosión de estas rocas puede liberar los diamantes, que luego pueden ser transportados por ríos y arroyos, acumulándose en ocasiones en depósitos aluviales

Volviendo al proceso de configuración, una vez formados en el manto terrestre, permanecen allí hasta que son transportados a la superficie a través de procesos geológicos muy violentos. Este transporte ocurre principalmente mediante erupciones volcánicas que forman las chimeneas de kimberlita, rocas ígneas que actúan como vehículos para los diamantes, llevándolos desde las profundidades del manto hasta la corteza terrestre a velocidades extremas, en cuestión de horas.

Durante estas erupciones, los diamantes son atrapados en la lava y una vez que esta se enfría y solidifica, los diamantes quedan incrustados en las rocas kimberlíticas. Con el tiempo, la erosión de estas rocas puede liberar los diamantes, que luego pueden ser transportados por ríos y arroyos, acumulándose en ocasiones en depósitos aluviales.

Por tanto, la formación y el viaje de los diamantes hasta la superficie son procesos extremadamente raros y complejos, lo que explica en parte por qué los diamantes son tan valiosos. Ahora bien, la valoración de los diamantes no solo depende de su tamaño, claridad, color y corte, sino también de su peso. Aquí es donde entra en juego el quilate, la unidad de medida tradicional para pesar piedras preciosas. Un quilate equivale a 200 miligramos (0.2 gramos).

El origen del quilate como medida de peso se remonta a tiempos antiguos, y está relacionado con las semillas del algarrobo (Ceratonia siliqua). Estas tienen una notable uniformidad en peso y consistencia, lo que las hacía ideales para ser utilizadas como

contrapesos en las balanzas de joyeros. Así, los comerciantes de gemas en las antiguas civilizaciones mediterráneas usaban las semillas del algarrobo, lo que facilitaba la estandarización de las transacciones de gemas preciosas. Con el tiempo, esta práctica se extendió y se formalizó, y en el siglo XX, el quilate fue redefinido y estandarizado a su valor actual.

Como curiosidad, una gran parte de los diamantes comerciales se crean de forma artificial en laboratorios mediante el método de alta presión y alta temperatura (HPHT) o el de deposición química de vapor (CVD). En HPHT, se imitan las condiciones del manto terrestre aplicando mucha presión y calor para transformar carbono en diamante alrededor de una pequeña semilla de diamante. En CVD, en cambio, una semilla de diamante se coloca en una cámara con gases que contienen carbono; estos gases se calientan, y el carbono se deposita en la semilla formando capas de diamante como si fueran una impresión.

Los diamantes, nacidos en las profundidades de la Tierra bajo condiciones extremas, son tesoros naturales que han capturado la imaginación y el deseo humano durante milenios. Su formación geológica única y su escasez contribuyen a su valor, al igual que sus propiedades físicas excepcionales. Medidos en quilates, una unidad de peso que tiene sus raíces en la antigüedad y en la uniformidad de las semillas del algarrobo, los diamantes continúan siendo símbolos de lujo y poder. Desde su creación en el corazón del planeta hasta su valoración en el mercado global, los diamantes son verdaderas maravillas de la naturaleza y la historia humana.

Profesor de Física y Analista de Datos

Suscríbete para seguir leyendo