Opinión

Castilviejo y Pedrero

A ver si entre todos conseguimos que su obra y la de tantos otros artistas encuentre una casa de acogida perpetua

Antonio Pedrero, con Higinio Vázquez, en el Museo de Zamora

Antonio Pedrero, con Higinio Vázquez, en el Museo de Zamora / ANA BURRIEZA

Ha querido la casualidad que coincidan en estos días en sendas exposiciones, dos de los grandes pintores zamoranos del pasado siglo, cuyo reflejo se deja ver esplendoroso en todos estos años del siglo veintiuno, que camina por un buen trecho de su primer tercio, sin que aún se haya conseguido honrar a toda esa pléyade de artistas zamoranos que alumbró el pasado siglo, uno de los más prolíficos que ha tenido el arte de Zamora e n su historia.

Chema Castilviejo fue impulsor de la desaparecida escuela de San Ildefonso, de la que tomó sus primeras lecciones Antonio Pedrero. Ambos ya no necesitan presentación. Sus obras y sus años hablan por ellos. Maestro y discípulo coinciden ahora unidos en estos días en una rica y variada estela de obras que han sembrado de calidad y hermosura dos salas de exposiciones, con una riqueza pictórica sobresaliente.

Una parte pequeña pero significativa de la obra de Castilviejo se puede ver estos días en la sala de exposiciones de la Galería de Arte Espacio 36. La otra, la de su discípulo más admirado, Antonio Pedrero, en el Museo de Zamora. En ambas se puede contemplar la maravillosa y personalísima obra de ambos, extendida a lo largo de tantos años.

Esta conjunción de la obra de ambos en Zamora es una llamada más de atención a la trascendencia que tuvo el arte zamorano a lo largo del pasado siglo, desde Gallego Marquina a Javier Carpintero, por poner dos nombres a la larga y valiosa colección de artistas que dieron lustre y categoría a las bellas artes del país durante tantos años.

Confieso mi ignorancia en estas lides. Tan solo, como a muchos de los lectores, les llamará la atención una pintura por su belleza, sin entrar en otras consideraciones que dejamos para los entendidos y críticos de arte. Me confieso admirador de ambos. Y de otros muchos, algunos de ellos amigos. Solamente quiero de nuevo otra vez más con estas líneas seguir llamando a las puertas, hasta ahora cerradas a cal y canto, de las instituciones zamoranas para ver si entre todos conseguimos que la obra de éstos y de tantos otros artistas encuentre una casa de acogida perpetua, un lugar en el que Zamora, con el paso del tiempo, pueda presumir de haber tenido tantos y tan excelentes artistas en un pedazo relativamente corto de su historia reciente. Perseverancia. No nos queda otra. Mientras, gracias a Ángel Almeida de Espacio 36 y a la Fundación Caja Rural, otro empujón más a la cultura, y a la Delegación Territorial de la Junta en Zamora por estas exposiciones que deben servir, sobre todo, para seguir marcando ese objetivo irrenunciable, la consecución del museo que recoja la obra de tantos y tan excelentes artistas zamoranos. Por lugares no será.

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