Opinión

Recuerdo del padre y el tren que nos mece en brazos

Mi infancia está ligada a los trenes que ahora se llaman convencionales y deberían llamarse "normales"

TREN DE LA M.Z.O.V. LISTO PARA PARTIR HACIA 1909

TREN DE LA M.Z.O.V. LISTO PARA PARTIR HACIA 1909

Cuando yo era pequeña de edad, los ferroviarios constituían una gran familia en la ciudad de Zamora en general y en mi barrio de los Bloques junto con el de San José Obrero en particular. Dicho todo a ojo de buen cubero de la autobiografía de la infancia, sin pretensiones demográficas.

El tren era el sostén y traqueteo / en cuyos brazos segura dormía, / de la estación del pueblo a la de Oviedo / –dice mi madre– desde pequeñita.

Mi padre era factor ferroviario, / con uniforme azul, con una insignia / de nuestro tren que, con orgullo, ufano, / mi hermano cuando niños presumía.

Además de ser compañeros eran muchos los empleados de la Renfe en Zamora capital y en los pueblos por donde pasaba y a veces paraba el tren. Algunos de ellos también me han parado por la calle porque eran compañeros de mi padre, para decirme que no le olvidan.

Un lector de este diario me agradece / a través del mensaje de una amiga / un escrito que aquí me publicaron: / "Tren de Villada", el título decía.

Era del tren que acercaba personas / dentro de los vagones. Y las vías / que unían apeaderos y estaciones: / acercando a los pueblos y a sus vidas.

Con el tiempo, algunas rutas de ferrocarril cerraron y los empleados de la Renfe se fueron reduciendo en Zamora. Pero aunque ahora sean menos, la asociación de amigos del ferrocarril mantiene el recuerdo sentimental y soñador, transformado en reivindicación de ese tren romántico que vivieron o que han heredado de la gran familia ferroviaria zamorana, y que se simboliza en el desaparecido tren Ruta de la Plata.

En homenaje al padre y en su día, / con el recuerdo de quien fue mi guía, pues me enseñó a viajar siguiendo normas / que ayudan a moverse por la vida en ese tren que un mal día perdiste / porque tu marcha no fue de justicia. Por eso cuando escribo estas palabras / hoy se me escapa alguna lagrimilla. Y oigo tu voz que vuelve a decir: «Lauri, / no asomes tanto por la ventanilla, que el humo del recuerdo con el viento / los ojos te llena de carbonilla»

"Procedente de Sevilla –anuncian– / tren de la Plata destino Gijón". De Salamanca a Benavente llega, / hasta Astorga nos lleva, para en El Perdigón. Menos veloz que el AVE pues frenaba / a los pies del andén de la estación, / donde el jefe le daba la salida: / gorra, silbato, banderita ¡adiós!

Mi infancia está ligada a los trenes que ahora se llaman convencionales y deberían llamarse "normales", como defendía Agustín García Calvo, gran defensor a su vez del tren y del habla del pueblo. De mi pueblo hablo.

Desde Zamora a mi pueblo en tren llegar se podía / por la Vía de la Plata o pasando por Medina. / Por la primera en Astorga comíamos la tortilla / en la fonda, o tal vez era en la llamada cantina.

Comprábamos mantecadas que vendían en cajitas. / Dos o tres horas muy largas en la maragatería, / donde el reloj de la plaza sonaba con alegría.

¡Alegría de viajes donde no había tanta prisa/ por llegar! porque importante –como me enseñó la vida– / no es llegar solos deprisa, sino hacerlo en compañía.

Si en vez de ir por Astorga nos íbamos por Medina, / trasbordo en Valladolid, ¡dos trasbordos! no había prisa: / barquillos en Campo Grande, darle a los patos comida. ¡El tren era una aventura, peripecias, correrías!

El tren que acercaba personas en el vagón y pueblos en las estaciones, también era una escuela de geografía.

Ventanillas: paisajes desfilando, / nombres de merecida metonimia, / torres de iglesias, casas, huertas, campos. / Saludando a los trenes las familias.

Escuela de economía:

Campos verdes de mar en primavera, / en verano ya secos y amarillos. Las espigas que viajaban en trenes / hasta el mar, guardadas en los silos. Desde el mar también en tren viajaban / cada noche hasta los puertos secos/ alimentos que en el mar se pescaban, / y en los mercados se compraban frescos.

Escuela de arquitectura e ingeniería:

Estaciones de ladrillo en Campos, / de piedra hasta Sanabria vía Galicia. Cables de luz sostenidos por postes / de madera, también telefonía.Túneles y viaductos, construcciones / maestras, muestras de ingeniería.

El tren era una escuela de educación que los viajeros, sin prisas, compartíamos. Y que mi padre nos inculcaba desde niños.

Viajar seguros era lo importante: / No acercarse al andén cuando el tren llega;/ no abrir la puerta antes de que pare / aunque te espere el abuelo y la abuela;/ dejar asiento a personas mayores; / decir "¿gustan?" antes de la merienda.

Y el tren era sobre todo una escuela de vida, que aprendimos de pequeños de nuestro padre, ferroviario como mi abuelo, como mi hermano.

El viaje en tren era un aprendizaje: / caminos de hierro que al hacer se hacían/ caminos al viajar. Y por las noches / conocer vidas que iban y venían.

Compartiendo el vagón, conversaciones. / Alguna vez café en cafetería/ -donde nunca comimos, era caro. / ¡Mejor el pan de hogaza con tortilla,/ pimientos y filetes empanados!, / que para no marearnos siempre había.

Como en el río cuando era verano / y a nadar en las Pallas se aprendía.

Donde mi padre a nadar me enseñaba, / como a viajar segura por la vida.

Si había algún retraso o accidente / como factor de Renfe lo sabía:/ sus compañeros también ferroviarios / se trataban como esa gran familia/ que decía al principio de este escrito / porque desde la infancia lo sabía.

Por eso he querido recordar a mi padre que me enseñó a vivir y a amar el tren normal desde pequeña.

En homenaje al padre y en su día, / con el recuerdo de quien fue mi guía,/ pues me enseñó a viajar siguiendo normas / que ayudan a moverse por la vida/ en ese tren que un mal día perdiste / porque tu marcha no fue de justicia.

Por eso cuando escribo estas palabras / hoy se me escapa alguna lagrimilla.

Y oigo tu voz que vuelve a decir: "Lauri, / no asomes tanto por la ventanilla,/ que el humo del recuerdo con el viento / los ojos te llena de carbonilla".

Y a la gente que en Zamora no olvida al tren que conocieron o heredaron y siguen reivindicando su reapertura, yo les digo desde el vagón del tren de la utopía que aprendí en ese tren desde pequeña y en los brazos de toda mi familia:

Sabed que ganaremos: que el tren vuelve / a mecer nuestros sueños de viajes/ cada vez que un niño o niña duermen / en brazos de su padre o de su madre.

Mecidos por el suave traqueteo / del tren que aunque perdamos algún día / parará en el andén. Y otros viajeros / seguirán nuestro viaje a la utopía.

(*) Portavoz de IU en la Diputación

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