Opinión

Paradoja de discordia en la concordia del Villalar festivo y reivindicativo

Con la excusa de extender la celebración a toda la región, no llega a los pueblos afectados por la despoblación

Celebración en la campa de Villalar

Celebración en la campa de Villalar

En pleno debate sobre la paradoja política de la discordia de la concordia o de la desavenencia que ha provocado el proyecto de Ley de Concordia impulsada por el gobierno de Castilla y León, se celebra Villalar en medio de otra discordia provocada por el mismo gobierno de los partidos de derecha y ultra derecha, PP y Vox, en el día de la misma comunidad.

Un día que tiene su origen unos meses después de la muerte del dictador Franco, cuando el Instituto Regional Castellano-Leonés –integrado por intelectuales, profesores universitarios, periodistas, ecologistas, sindicalistas y políticos– convoca una concentración en la plaza mayor de Villalar para conmemorar con una comida y un festival folclórico la rebelión y derrota comunera, y para reclamar democracia y autonomía. Los escasos asistentes, que habían llegado por caminos y carreteras secundarias para eludir los controles en las principales, fueron disueltos a golpes por la Guardia Civil al intentar colgar un pendón morado en un árbol. Un año después, en 1977, la celebración fue autorizada, asumida por más organizaciones y partidos políticos, y constituyó todo un éxito de participación con cerca de 20.000 asistentes, que en la campa gritaron "Castilla entera se siente comunera", y "Castilla y León por su liberación", y pudieron escuchar el Romance de los Comuneros interpretado por el Nuevo Mester de Juglaría. En 1986 se proclamó por ley como el Día de la Comunidad, en vista del carácter festivo que Villalar había conseguido, sin perder el carácter reivindicativo. La fiesta reunió en sus orígenes a la izquierda social, sindical y política, mientras que la derecha –renuente al principio– acabó uniéndose a la celebración, aunque con menos entusiasmo.

Este espíritu de concordia entre lo festivo y reivindicativo que se consiguió con el paso de los años en Villalar, ha sido sustituido este año por la discordia provocada por el gobierno actual de la Junta, que ha organizado actos festivos paralelos en las capitales y ciudades más pobladas, en un claro intento de evitar el carácter reivindicativo que caracteriza siempre la fiesta de Villalar, donde se dan cita todas las personas que en la comunidad necesitan y reivindican derechos y trabajo. No deja de ser una paradoja política que, con la excusa de extender la celebración a toda la región, sin embargo no llegue a los pueblos afectados por el mayor problema de la comunidad, la despoblación.

Algo parecido ha pasado con el proyecto de Ley de Concordia de la comunidad, elaborado para sustituir al Decreto de Memoria Histórica que aprobó un Gobierno del PP en el año 2018, con el presidente Juan Vicente Herrera. La concordia real que supuso un decreto sobre la memoria apoyado por todos los partidos quiere sustituirse por una ley que, pese a proclamar la concordia, solo ha traído discordia en lo que era un acuerdo fraguado con el paso del tiempo y fruto de la concordia política de años anteriores.

Este espíritu de concordia entre lo festivo y reivindicativo que se consiguió con el paso de los años en Villalar, ha sido sustituido este año por la discordia provocada por el gobierno actual de la Junta, que ha organizado actos festivos paralelos en las capitales y ciudades más pobladas

De la misma manera que en el Día de la Comunidad alegan como disculpa la extensión de la fiesta a todos los territorios –aunque no llegue a los pueblos pequeños– con su concordia proclaman la extensión a todas las víctimas: equiparando el gobierno legal de la II República con el ilegal golpe de estado de Franco; homologando la democracia del periodo republicano con el autoritarismo del franquismo, y negando que Franco dio un golpe de estado y el franquismo fue una dictadura criminal. Blanqueando en definitiva el fascismo disuelto por el paso del tiempo, y absuelto definitivamente por una ley de amnistía y perdón a los cuarenta años de dictadura.

Frente a las paradojas políticas como la de la discordia de la concordia y la del Villallar reivindicativo o festivo, hay que empezar a aclarar conceptos básicos para evitar que la paradoja pase de ser una figura literaria como la del "vivo sin vivir en mí" de la Santa entre pucheros, a una engañifa o un fraude como la de la ley de concordia.

Reiterando los conceptos engañosos de la "ley de la discordia": el 18 de julio de 1936 fue un golpe de estado militar que inició la Guerra Civil con víctimas en ambos bandos; el franquismo fue una dictadura con víctimas en el bando de los demócratas. Y las víctimas del bando golpista vencedor de la guerra recibieron honores y distinciones durante la dictadura, mientras los el bando perdedor de la democracia eran torturados, encarcelados y fusilados. La ley de amnistía perdonó los crímenes de la dictadura. Y no hay equiparación posible: la transición a la democracia ya fue un periodo extraordinario de concordia política, que perdonó a la dictadura a cambio de las leyes de memoria para no olvidar a los enterrados en las cunetas de la democracia actual.

También conviene aclarar para no confundir con paradojas políticas interesadas en la política actual de España lo siguiente: Que lo de Franco fue un golpe de estado cruento, pero lo del procès catalán fue desobediencia civil -incluso tachada de astracanada- sin víctimas, porque no es lo mismo sacar urnas que sacar tanques a la calle. Que la posible banda armada de ETA durante el franquismo fue terrorismo cruel con la democracia; pero no fue terrorismo ni lo de Puigdemont, ni mucho menos las recientes protestas de los tractoristas, que no sembraron terror en ningún caso. Y ya después de conocer el resultado de las elecciones en el país vasco, que no hace falta convocar un referéndum específico para saber qué piensan los pueblos.

En las más mediáticas guerras actuales –las de siempre están olvidadas– también se dan paradojas como que un país "liberado" de la desaparecida Unión Soviética comunista como Ucrania sea invadido por la Rusia de Putin, un gobernante ultraderechista y por ello más imperialista en la defensa y extensión de su nación que los comunistas que proclamaban "proletarios del mundo, uníos", por encima de fronteras y naciones.

Y la más terrible paradoja política de la actualidad: que un pueblo que nunca tuvo tierra propia y sufrió un genocidio nazi con nombre propio, el holocausto, sea el ejecutor del genocidio del pueblo palestino asentado históricamente en su tierra. Lo de los nazis fue genocidio, lo de Israel también. Palestina es un estado legítimo; Israel es un estado invasor.

Volviendo a la patria chica zamorana y a los problemas de despoblación que, según las últimas estadísticas demográficas, parece que se van paliando con la inmigración, también es una paradoja política el ascenso del partido Vox entre la Zamora vaciada, que es el único que se declara abiertamente en contra de la llegada de inmigrantes.

Respecto a esa paradoja política de la "Zamora vaciada y no vacía", contra la que se replica con ahínco que esta tierra no está vacía sino llena de oportunidades de desarrollo como las renovables, el paisaje, las macrogranjas, la caza y el turismo. Decir que la paradoja política que puso nombre a la España y la Zamora que se despuebla, llamándola vaciada en lugar de vacía, lo que pretendía era poner en evidencia lo siguiente: que no se vacía por un fatal destino, ni por falta de méritos propios ni de oportunidades de desarrollo; sino que es vaciada por decisiones políticas.

En Villalar estarán esos pueblos que están perdiendo habitantes, con su ramo de reivindicaciones en el monolito, sin que falte la tortilla y la celebración: Concordia y reivindicación festiva.

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