Opinión

Un debate constructivo, el reto de la Junta pro Semana Santa

La Pasión zamorana no tiene dueño. Tampoco las cofradías que la han hecho grande

Cofrade de la Semana Santa zamorana

Cofrade de la Semana Santa zamorana / Jose Luis Fernández

Desde que en abril de 1897 Ursicino Álvarez pusiera en marcha la Junta de Fomento de la Pasión zamorana, germen de la actual Junta pro Semana Santa, la celebración ha superado no pocos obstáculos hasta convertirse en una de las cinco primeras del país en alcanzar la declaración de Fiesta de Interés Turístico Internacional, un marchamo de calidad al que de forma paulatina se han incorporado en los últimos años otras ciudades. Y ya van 34. En la práctica, la extensión de las distinciones es un regreso a la casilla de salida en busca de la excelencia, de la singularidad que desde aquellas expresiones religiosas del siglo XIII supo evolucionar hacia las primeras cofradías encargadas de escenificar la tradición oral y escrita de la Pasión. Cada debate interno y también social ha dibujado una huella hacia la Semana Santa actual, que camina de la mano de los cambios lógicos y necesarios. Donde algunos ven crisis otros atisban oportunidades de progreso. La última asamblea general de los responsables de las cofradías ha evidenciado que la unidad tiene fisuras y obligado al obispo Fernando Valera a intervenir para "tirar de las orejas" a las cofradías díscolas con el actual equipo directivo. Cerrar en falso las heridas es un gran riesgo que solo se sortea con un sereno debate que, más temprano que tarde, debería llegar.

La presentación de las cuentas de la Junta pro Semana Santa que dirige una mujer por primera vez en su historia, Isabel García, ha supuesto un punto de no retorno. Con el Domingo de Resurrección aún en la retina, tres hermandades de peso, Buena Muerte, Santo Entierro y Vera Cruz, esta última la más antigua con los 516 años que acaba de cumplir, decidieron dar la espantada y no acudir a la cita. Otras dos, Vía Crucis y Tercera Caída, rehusaron apoyar las cuentas y el presupuesto. Aunque la directiva salvó los muebles pese a no contar con unanimidad, la división ya es una realidad. Solo una de las cofradías, la de Jesús Yacente, votó a favor sin que ello impidiera plantear en el turno de intervenciones desacuerdos puntuales. En este escenario, apenas dos semanas después de las celebraciones religiosas, el obispo ha acusado de "deslealtad" a los representantes que se ausentaron de la cita anual, a los que ya ha advertido que hay que tener "cuidado con gastar energías" en divulgar los "fallos" ajenos. A buen entendedor estas palabras bastan.

Callar o colocar vendas a una posible hemorragia solo dañará la excelencia que la Pasión zamorana se ha ganado durante siglos y que hay que volver a poner en valor

Desde el grupo de hermandades críticas la callada ha sido la única respuesta, como si se diera marcha atrás en el reloj para procesionar en el Silencio. Pero ni es Miércoles Santo ni hace falta taparse la cara tras un caperuz, o caperuces, para abrir los siempre bienvenidos debates si nacen de la necesidad de mejorar y avanzar. Un camino que ensalza aún más a la Semana Santa de Zamora cuando se hace de forma sosegada y constructiva, sin personalismos, sin filias ni fobias. La Pasión zamorana no tiene dueño. Tampoco las cofradías que la han hecho grande. Los legítimos representantes que eligen cada una de ellas tienen encomendada una misión que trasciende a cualquier sentimiento personal, porque afecta a miles de personas y a la imagen de Zamora en el exterior.

No hay que echar la vista muy atrás para analizar la polémica incorporación de las mujeres a las hermandades, un debate prácticamente superado a pesar del blindaje de las cofradías que se aferran a sus listas de espera. Entonces, como ahora, la espita la abrieron los obispos. Primero Casimiro López Llorente, en 2006, al firmar un estatuto marco para las cofradías de la diócesis en el que se especificaba que podían ser miembros de una hermandad quienes reunieran las condiciones exigidas "sin discriminación por razones de sexo", corroborando así que el movimiento iniciado en los años ochenta por la Santísima Resurrección era el adecuado. Otro prelado, Gregorio Martínez, exhortó en 2018 a varias cofradías a admitir a las mujeres. El ultimátum consiguió ciertas cotas de normalidad en cuanto a la integración y posibilitó la inscripción en las hermandades de familias enteras.

Los estatutos que rigen el funcionamiento del órgano semanasantero habilitan los cauces necesarios para dirigir propuestas, discrepancias, críticas e incluso cambios en los cargos siempre que estén justificados. El mandato de Isabel García ni es el primero ni será el último. Las acciones siempre generan respuestas automáticas a favor o en contra, mientras que la inacción se instala en la comodidad y en la apatía. Hay prácticamente un año por delante para la Semana Santa de 2025, tiempo suficiente para zanjar esta crisis interna y hacer que la junta de cofradías salga más reforzada que nunca. La división siempre resta, y en el caso de Zamora, precisamente por el arraigo de la Semana Santa en todos los hogares, se traslada de forma inmediata al conjunto de la sociedad.

Con las obras del nuevo Museo de Semana Santa por fin desbloqueadas es buen momento para que todas las personas con responsabilidades en la celebración que enorgullece a los zamoranos den un paso al frente a fin de debatir y avanzar, sin revanchas ni miedos. Callar o colocar vendas a una posible hemorragia solo dañará la excelencia que la Pasión zamorana se ha ganado durante siglos y que hay que volver a poner en valor.