Opinión

Memoria intempestiva

¿O no tanto?

OPINIÓN

OPINIÓN

Confieso que no pongo alto en esa máquina de destilar propaganda, quiero decir ideología, en que de mano y manga de la plebecula ha degenerado el medio audiovisual. Pero, como al fin y al cabo uno es rehén del jubileo tramposo que nos condena día a día a la ímproba tarea de matar las horas, no ha mucho tropecé en la TV2, o sea, TV1 bis más soniquete cultural de atrezo, con un reportaje sobre la figura de Francisco Umbral.

Tampoco se trata de loar la prosa del personaje, exceptuando su magnífico quehacer de columnista, valdría fino cronista de una época que no deja de ser la nuestra. Precisamente, pegados a discurso y pantalla ignorando méritos literarios, en el fondo banalidades hermanadas con la fatuidad, supimos que existió un mundo ahora caído en el olvido.

Con su histrionismo, excentricidad y pose a lo enfant terrible, sin ir muy lejos la famosa salida por peteneras de "mi libro", Umbral y las imágenes que ilustraron su trayectoria rememoraban en lo que a nosotros concierne la estampa de una Zamora provinciana, sufrida cuando no forzada mezcla del campo y la ciudad, donde el horizonte vital de sus moradores era algo cotidiano, en la agradable abulia de un pacífico existir. Gentes y costumbres, como refleja ese mural, auténtico fresco de nuestro modesto y común hogar, que es La Golondrina inmortalizada por Antonio Pedrero.

En lo prosístico y narrativo, Umbral dista de ser imprescindible. Pero de él siempre evocaremos, junto a la imagen gris, triste y resignada de la España que habitamos, el inmenso dolor de su tragedia, no otra que la pérdida del chiquillo con quien la vida se mostró no ya avara, sino injusta y abiertamente cruel. La fatalidad de una niñez truncada, siquiera a través de las imágenes de cualquier relato de ocasión, basta para recordarnos que en un país inevitablemente sombrío, con o sin Franco, con dictadura o sin ella, se vivieron dramas inmensos. Sólo por esto, desde una sincera y sentida humanidad, aquella época y aquella España tan denostadas por un presente que, visto lo visto, da de sí lo que da entre corrupciones y mangancias, merecen un sencillo homenaje, en forma por lo poco de nostálgica remembranza. Sin más, con Franco o sin él, con democracia o sin ella.

Y siga la memoria de Umbral en tiempos venideros, que no tienen por qué ser mejores, dando la pertinaz e incorrecta maturranga de su libro. Que titulaba, por cierto…

Suscríbete para seguir leyendo