Opinión

Cuando el rio suena…

¿Hasta cuándo las huestes del PP seguirán dándonos motivos para la desconfianza?

El que Pablo Casado haya podido convencer a los barones del PP para que le dejen seguir “presidiendo” el partido hasta la celebración del congreso extraordinario que tendrá lugar a primeros de abril, con el único fin de encumbrar a su sucesor, que, salvo sorpresa mayúscula, no debería ser otro que Alberto Núñez Feijóo, es algo que me da que pensar. Y me explico.

Tal y como estaban las cosas el pasado martes, todo hacía presagiar que la mayoría de los barones, en la reunión a que habían sido convocados para el día siguiente por su todavía presidente, iban a exigirle que presentara su dimisión, pues, de manera casi unánime, consideraban que, dado el escándalo que había protagonizado la dirección del partido –tanto monta, monta tanto Teodoro como Pablo- al hacerse público que estaba investigando a la familia y entorno más cercano de la presidenta Díaz Ayuso, cada día que permaneciera cualquiera de los dos en “Génova 13” haría que las encuestas siguieran bajando, lo cual era algo que había que intentar evitar a toda costa.

Conociendo, como conocían, que el secretario general ya había dimitido, se me antoja cuanto menos sorpresivo que quienes al entrar a la reunión iban dispuestos a mostrarle la puerta de salida, hayan permitido al presidente que siga “enredando” un mes y pico más desde la séptima planta del edificio que el mismo se comprometió a vender. Lo de que lo han hecho para permitirle una salida más digna no me lo creo; así que, ya me dirán ustedes...

Se mire como se mire, lo que manifestó el presidente del PP fue una acusación en toda regla contra la que, al menos hasta entonces, era su principal activo electoral

Por eso, pienso yo, algo ha debido influir para que quienes estaban tan indignados, por cómo se habían manifestado tanto el secretario general, en su inmediata contestación al manifiesto de Ayuso, como el presidente, en la entrevista que le hizo Carlos Herrera en COPE, hayan decidido conceder el beneficio de la duda al señor Casado para que pueda tener la posibilidad de dirigirse a todos los afiliados del PP que asistan al referido congreso, y tener así una salida digna del partido cuya presidencia ganó en las únicas elecciones internas que a los efectos ha celebrado desde su formación.

De las palabras que pronunció Pablo Casado en la referida entrevista se podía deducir que la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, había cometido un presunto delito de malversación de fondos públicos, o, en todo caso, había tenido un comportamiento no ejemplar al ofrecer a su hermano un trato de favor para que hiciera negocios con la Comunidad de Madrid durante los días más duros del principio de la pandemia. Se mire como se mire, lo que manifestó el presidente del PP fue una acusación en toda regla contra la que, al menos hasta entonces, era su principal activo electoral. Por tal motivo, queridos lectores, a estas alturas de la película, y siendo ajeno a todo cuanto se cuece en los fogones del PP, no puedo dar crédito a lo que está sucediendo.

En consecuencia digo que, si hace una semana era “devoto” incondicional de la señora Díaz Ayuso, por la forma como ha gestionado la pandemia en Madrid, y por el carisma y la valentía que, creo, atesora, hoy me asaltan las dudas porque, tal y como se han comportado sus compañeros presidentes autonómicos, tengo la impresión que no todos estén dispuestos a poner su mano en el fuego en defensa de la honradez y honorabilidad de la, hasta hoy, aún presidenta de la Comunidad de Madrid.

Esperando que, por el bien del PP, a Isabel Díaz Ayuso le asista la razón, dejo en el aire mis conclusiones al respecto.

¿Hasta cuándo las huestes del PP seguirán dándonos motivos para la desconfianza?

Si yo fuera el señor Núñez Feijóo me lo pensaría muy mucho antes de abandonar su estable sillón de la Xunta para ir a probar suerte en el que le pueda estar esperando en la calle Génova.

De cualquier manera, sigo pensando que es el único que puede intentar poner orden en el PP. Otra cosa es que lo consiga.

¡Suerte D. Alberto!