Un pueblo de Zamora casi suspende sus fiestas por falta de vecinos, pero las "salva" en el último minuto

San Vicente de la Cabeza, localidad alistana que lleva 417 años venerando el hueso de la cabeza del mártir para librarse de la rabia y la viruela

La fiesta, a punto de suspenderse por falta de vecinos, salió adelante gracias al trabajo de las mujeres

San Vicente de la Cabeza cumplía ayer, como cada 22 de enero desde hace ya al menos 417 años, con la ancestral tradición de colocarse bajo la protección divina del pan bendito, contra la rabia y la viruela (y otro males) en un ancestral ritual social, consuetudinario y religioso que se remonta cuando menos al siglo XV, aunque la primera constancia escrita data del lejano año 1607.

Incertidumbre hasta ya última hora pues estuvo a punto de suspenderse el canto y la ofrenda del ramo por falta de gente: "Nos pasa como en todos los pueblos de Aliste, cada vez quedamos menos y no hay gente ya para cumplir todo el rito; al final conseguimos salvar el ramo gracias a la unión de las mujeres solteras y casadas que se echaron para adelante" señalan los vecinos.

La hogaza que cura personas y animales

La hogaza que cura personas y animales / Chany Sebastián

Una costumbre inmemorial

Como el gran protector contra los males de la viruela y de la rabia antaño estaba asegurada la presencia de devotos al menos de los 22 pueblos de su contorna. Los devotos cumplieron con el misa y la procesión que tuvieron como sus puntos más álgidos la ofrenda y bendición del Pan Bendito, canto y ofrenda del ramo y adoración de la reliquia. Haciendo honor a ser santo colorao San Vicente como el ramo lucieron lazos y rosas rojas.

Juan Alonso Fernández a sus 92 años es el mayordomo de la iglesia junto a su mujer Paula, ayudados, dada su edad, de sus primos. Moisés Vaquero González llevó la Cruz Parroquial de Plata. La Mayordoma de San Vicente fue este año Visitación Vaquero Peláez. Portaron al mártir Adrián Blanco Rivera y José Pablo Blanco (primos y la pareja que mas veces los han portado). La hachas de autoridades las llevaron Paulino Blanco y Domingo Fernández Alonso.

Ofrecieron y cantaron el ramo (elaborado con rosquillas, caramelos y lazos) divididas en dos grupos, Inmaculada Ferrero Vara, Rocío Fernández Peláez (la más joven), Eugenia Pérez Blanco, Rosa Fernández Peláez, María del Pilar Fernández Galván, Pilar Garrido Ferrero, María González Cisneros y Agustina Rivera Flechoso, bajo la dirección de María del Pilar Ferrero Vara: "gracias a ella se ha hecho este año porque casi se suspende por falta de gente". Se trata de un ramo .

Antaño no solo llegaban devotos de Aliste a adorar la reliquia sino también de Portugal. "Tocadas del mal de la rabia para la que parce ser muy probada su virtud" señalan los manuscritos del Vicario Visitador y Juez Eclesiástico de Arzobispado de Compostela Manuel Cid y Monroy en 1791, una eminencia de la época que gobernó las Vicarias de Aliste y Alba 25 años, hasta ser nombrado arzobispo de Burgos el 13 de noviembre de 1801, por el rey Carlos IV de España.

Cada devoto acudía con las alforjas de la burra repletas de hogazas de pan casero, la suya y la de sus vecinos, que una vez bendecidas regresaban listas para llevar la protección divina a quienes las tomasen: tanto personas como animales domésticos. La despoblación rural ha causado estragos en San Vicente, aún así sus 86 vecinos decidieron un año más mantener su celebración más histórica y religiosa del año.

[object Object]

Ya era un pueblo importante a finales del siglo XIX cuando a ambos lados del río Aliste vivían 235 personas de la agricultura y a la ganadería. Poco a poco fue creciendo hasta situarse con 287 vecinos en 1950, pero su momento de mayor explendor aun estaba por llegar y llegó en 1960 con 307 residentes, época en que sus compañeros de municipio tenían 418 Palazuelo, 384 Bercianos y 176 Campogrande 236.

Era antaño día de encuentros y reencuentros, de comida para familia, allegados y compañeros (quintos) de otros que si estaban en la mili o en la guerra intentaban llevar como salvaguarda un trozo de los lazos rojos que portaba en la procesión San Vicente: "Teníamos que creer en algo y quizás esa fe era la que nos protegía y nos curaba ayundandonos a no perder nunca al esperanza". La reliquia, –se dice que es un hueso de la cabeza del santo–, probablemente llegará a San Vicente en tiempos en que la Vicaria de Aliste pertenecía a la Archidiócesis lusa de Braga.

Suscríbete para seguir leyendo