El año a través de las fiestas en un pueblo sanabrés

Vecinos de la localidad de Santa Colomba de Sanabria

Vecinos de la localidad de Santa Colomba de Sanabria / Manuel Mostaza

Manuel Mostaza Barrios

Aunque el ciclo festivo en gran parte de los pueblos del oeste zamorano haya quedado reducido hasta casi la nada, el calendario anual en muchas de estos lugares estaba cuajado de ritos y celebraciones religiosas que articulaban el tiempo a lo largo del año.

Santa Colomba de Sanabria es una de estas pequeñas localidades; ubicada en el corazón de la tierra sanabresa, llegó a tener algo más de 300 habitantes durante el siglo XIX y la primera mitad del XX.

La emigración masiva ha dejado en poco más de cincuenta los vecinos en la actualidad, aunque la población flotante, sobre todo en primavera y verano, mantiene vivo al pueblo durante todo el año. Es, también, uno de los pocos pueblos sanabreses que sigue organizando fiestas en verano, como veremos a continuación.

El ciclo festivo comenzaba en este pequeño pueblo con la fiesta de San Amaro, el día quince de enero. Días antes de la fiesta, dos vecinos del pueblo iban por otros pueblos cercanos (San Martín, Terroso y sobre todo Requejo, donde había una gran devoción a este santo) pidiendo para celebrar la fiesta. El día del Santo, varios sacerdotes de los pueblos vecinos (Cobreros, Requejo, Sotillo, San Román, San Miguel…) acudían a concelebrar la Misa en la parroquia.

El santo tenía fama de milagroso para curar enfermedades; por ello, ese día, los fieles llevaban exvotos de cera con la forma del miembro afectado: un brazo, un pie, una mano, y allí lo dejaban, delante del mismo. Terminada la misa, el santo era sacado en procesión por las cercanías de la Parroquia y a la tarde solía hacerse baile, en la Plaza. Un dicho popular en los pueblos de la contorna hacía referencia a la magnificencia de esta fiesta: "Los de Santa Colomba / boca del diablo / que mataron siete vacas / para san Amaro".

El año a través de las fiestas en un pueblo sanabrés

El cura, don Joaquín, disfruta de un dulce / Manuel Mostaza

Dos días después, el diecisiete de enero, se celebraba la fiesta de San Antonio Abad, el eremita egipcio que, según la leyenda, alcanzó los ciento cinco años en la soledad del desierto, haciendo frente a las tentaciones que el diablo le planteaba en la tebaida egipcia.

El día anterior, los mozos del pueblo salían a apañar por el pueblo partes del cerdo (animal tan cercano a San Antonio en nuestra iconografía) de manera que algunos vecinos entregaban un pie, otros daban oreja, otros morro… Terminada la misa, el santo procesionaba por el barrio de la Iglesia y a continuación las partes recogidas se subastaban en el cabildo de la Iglesia, y con el dinero recaudado se pagaba la fiesta, que solía continuar con un baile por la tarde. La presencia del cerdo y su búsqueda -casa por casa- quizá esté relacionada con los restos de la (olvidada) presencia judía en la zona durante siglos…

La Fiesta Sacramental se celebraba en el pueblo el segundo domingo y lunes del mes de mayo. Las fiestas sacramentales eran una forma de hacer presente, en cada pueblo, el milagro de la presencia del cuerpo Cristo en la eucaristía, y se celebran en todo el orbe cristiano desde el siglo XIII.

En Santa Colomba, esta fiesta sacramental se hacía coincidir con la fiesta en honor de la Virgen del Rosario. El domingo la fiesta la pagaba el pueblo, mientras que el lunes la pagaba el sacerdote titular de la parroquia, a cambio de la hemina de grano que le daba cada vecino tras la cosecha. El domingo se sacaba en procesión al Santísimo por el barrio de la Iglesia, mientras que el lunes quien procesionaba era la virgen del Rosario.

Desde 1898, la novena para esta fiesta se pagaba con cargo a la finca que está frente a la Iglesia y que había sido donada a ésta para tal fin por uno de los personajes notables de la época en el pueblo, Miguel Rodríguez Saavedra (Miguel treinta), que fue quien adquirió para el pueblo tanto la actual imagen como el manto que la cubre. Por las tardes había baile, unas veces en el Campo y otras en el Mato, baile que en ocasiones se acompañaba de alguna comedia ejecutada por los jóvenes del pueblo.

El año a través de las fiestas en un pueblo sanabrés

Salida de la procesión de San Amaro de la iglesia parroquial de Santa Colomba / Manuel Mostaza

En este sentido, ha de destacarse igualmente que el día 3 de mayo de cada año se celebraba un almuerzo organizado por la Cofradía de la Santa Cruz, almuerzo en el que la cofradía ponía el pan y el vino y los vecinos llevaban la comida. Este almuerzo se celebraba bien en el Mato o bien en el Campo.

La siguiente fiesta se celebraba en el pueblo era la de san Antonio de Padua, coincidiendo con su festividad el trece junio. Esta fiesta se hacía con el dinero que había sobrado en la de san Antonio Abad y consistía en la celebración de una eucaristía en honor al santo, así como una procesión posterior.

El 8 de septiembre se celebraba en el pueblo la fiesta de la Virgen de la Portería. El domingo anterior al día ocho se bajaba en procesión a la virgen del Rosario desde la Iglesia hasta la Capilla, y ese día ocho era allí en la capilla, donde se celebraba la misa que era abajo.

Ese día, sobre las cuatro de la tarde, el cura tocaba a rosario y se subía rezando el Rosario en procesión de vuelta la virgen a la Parroquia. A partir de finales de los años cincuenta, y gracias a la donación que Pilar San Román Rodríguez realizó, el pueblo dispuso ya de una imagen de la Virgen de la Portería, que es la que actualmente se venera en la Capilla y que empezó a procesionar, junto con la del Rosario, durante este día de fiesta.

Finalmente, el ciclo festivo se cerraba en el pueblo el 17 de diciembre, cuando se celebraba la fiesta de la patrona, Santa Colomba, la mártir que da nombre a la parroquia. Esta fiesta la hacía también el cura del pueblo a cambio de hemina de grano ya comentada: ese día venían a celebrar la fiesta varios curas de pueblos de alrededor, acabando el día con un baile en la Plaza.

En la actualidad, la fiesta de septiembre se ha trasladado, desde los años setenta del pasado siglo XX, a la segunda quincena de agosto, oscilando su celebración entre el tercer y cuarto fin de semana de dicho mes. Del resto de fiestas, tanto la fiesta de mayo como la de san Amaro han vuelto a celebrarse y poco a poco se van configurando como fechas para el encuentro de todos los hijos de este pueblo, así como sus descendientes, desperdigados por el conjunto de España…

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