El convento en ruinas de Zamora del que escribió Delibes: Aldea del Palo desaparece

El convento de Aldea del Palo ha acaparado las miradas más sorprendentes desde que se fundara hace más de 500 años gracias a personajes de la talla de San Pedro de Alcántara y la toresana Doña Guiomar de Ulloa, el nacimiento de un templo sobre el que siglos después Miguel Delibes escribió en su célebre obra "El Hereje", en la que este convento situado en San Miguel de la Ribera se hace protagonista durante unas páginas.

El convento fundado por San Pedro de Alcántara permanece hoy en un estado de abandono. En concreto, el deterioro que sufre se ha acelerado en los últimos veinte años, durante los que las piedras, muros y tejados han seguido descomponiéndose a una velocidad de vértigo, según atestiguan las fotografías y la memoria de algunas de las personas más cercanas al edificio. Ahora, reivindican la urgencia de, al menos, limpiar el convento, ya que la maleza amenaza aún más el estado de las ruinas, que hoy se pueden ver reducidas casi a la mínima expresión.

A pesar de su estado, el convento de la Aldea del Palo no figura dentro de la lista Roja del Patrimonio de Hispania Nostra, la principal guía en la que se recoge el inventario de bienes en peligro y que en los últimos días ha incorporado otros dos bienes en Zamora: el edificio principal de viajeros de la estación de ferrocarril de Villanueva del Campo y la estación de ferrocarril de Castroverde de Campos.

El mayor deterioro de este lugar se ha debido producir sin duda en las últimas décadas, como relata Julián Rodríguez Vázquez con tristeza al ver el terrible rastro que ha dejado sobre el convento el paso del tiempo. Como prueba, entre sus recuerdos de infancia se encuentran las tardes en las que se colaba dentro del convento, una jugarreta posible gracias al ahondamiento de la salida de agua que les procuraba el suficiente espacio por el que deslizarse. Y es que en los años sesenta las paredes del convento aún existían, y altas e infranqueables, daban forma a lo que a día de hoy se asemeja a un azucarillo a medio diluir.

Por el camino de estos últimos veinte años se han perdido paredes, piedras y algún sillar roto, según comenta Julián Rodríguez Vázquez, la persona que ha rescatado de su archivo personal algunas analógicas de principios de los años 2000. Hace solo unos días ha regresado para echar una ojeada a aquel lugar en el que tanto tiempo pasó de pequeño y donde hacía años que no examinaba con detalle el estado del convento. En esta última ocasión lo ha acompañado Chano Lorenzo Sevillano, quien se ha encargado de tirar las fotografías actuales y con las que se puede comparar el paso de estos últimos veinte años.

Entre las fotos de hace dos décadas y las de ahora se aprecian las piedras rotas de la fuente de San Pedro, los dos estanques que antiguamente se usaban para las labores del campo han sido devorados por la maleza, y de las paredes, antes medio derruidas, han seguido empeorando, la sombra de lo que un día fueron.

Aún a pesar de lo lastimoso de la imagen, entre la conversación se repite una y otra vez la frase de que el convento de la novela de Delibes "es recuperable". Limpiar el núcleo del convento, la fuente, el pozo, los estanques y asegurarse de que la fachada principal, lo único que permanece en pie, seguirá sobre sí misma muchos años más. "Recuperarlo para que toda la gente del pueblo pueda verlo", según reflexionan los amigos.

Y es que la historia del convento de la Aldea del Palo es tan singular que merece ser conocida por todos, sopesan. El convento habría nacido después del encuentro de Guiomar de Ulloa, señora de las tierras en las que se dispuso el edificio, y Pedro de Alcántara, quien quería fundar un convento franciscano en Aldea del Palo. La fundación del convento llegaría en el año 1561 con la financiación de Guiomar de Ulloa. El convento fue dedicado a La Magdalena como señal de respeto a un antiguo testimonio que decía que en aquel lugar se había asentado un monasterio benedictino.

Los franciscanos descalzos vivirían en el convento de la Aldea del Palo, más tarde rebautizada como San Miguel de la Ribera, desde mediados del siglo XVI y hasta la desamortización del siglo XIX, cuando el convento pasaría a manos privadas, donde a día de hoy permanece.

Desde entonces, los terrenos del convento han servido como huertas, algunas que todavía permanecen. A sus lados incluso se han construido casas modernas durante los años ochenta, una imagen que rompe con la sencillez de la fachada principal que aún permanece en pie. Y es que en su día el convento debió haber sido un edificio humilde de acuerdo con las normas de la orden franciscana.

El caso del convento de la Aldea del Palo recuerda al caso del también franciscano templo de Nuestra Señora del Soto, en Villanueva de Campeán, que aunque declarado Bien de Interés Cultural, también permanece en ruinas tras haber servido de palomar o huerta para sus propietarios tras la desamortización. De nuevo, otro pedazo de patrimonio adolece en Zamora, un pedazo de historia local en ruinas.

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