Al grano

¡Me debe 60 euros, señora ministra!

Carta a la vicepresidenta tercera del Gobierno de una víctima de la biodiversidad silvestre

La vicepresidenta y ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera.

La vicepresidenta y ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera. / EFE

Celedonio Pérez

Celedonio Pérez

¡Sí, me debe usted 60 euros, señora ministra de Transición Ecológica y Reto Demográfico! Y usted dirá ¿y por qué?, si ni le he visto nunca ni cristo que lo fundó. Yo a usted la conozco de vista, la vi en Zamora, en un congreso sobre despoblación, organizado por este periódico en el febrero pre-covid de 2020. No crea que me hizo mucha gracia cuando dijo que para luchar contra la despoblación no era necesario utilizar el BOE. Mire, yo creo que sí porque parte de la culpa de los vacíos en el mapa de España la tienen los que han usado el BOE para incentivar las inversiones en algunos territorios, por eso habría que compensar, pero bueno...

No quiero dispersarme, que el tema es otro. Qué por qué digo que me debe 60 euros, pues porque usted es ecologista y ultraproteccionista de lo suyo, ahí está su defensa de los lobos frente a los ganaderos y de la biodiversidad bien regada frente a la miseria de los agricultores. Lo público, lo colectivo, lo de todos, bien, se ve que se le llena la boca cuando lo dice. Si a mí me parece correcto, la defensa de la naturaleza como patrimonio público..., ¡pero, ojo, qué el coste de mantener la biodiversidad de todos corra a cargo de todos!

Los bichos, bien, todos protegidos por el Estado, pero, leches, si comen patatas, cereales, fruta, uvas, ovejas, terneros, lo que sea, pues hombre, que pague el Estado, que a escote nada es caro.

Me voy a explicar, que como uno no se maneja muy bien, pues eso, que me disperso, que me voy por las ramas. ¡Ah las ramas, por ahí va el quid de la cuestión! Que tengo árboles frutales, pocos, un capricho, pero son míos. Y que todos los años los pájaros me comen el fruto. Las cerezas ni las pruebo, una plaga, oiga, que llegan los tordos, o estorninos, o como se llamen, que todos a lo mismo: a zampar, y se ponen de acuerdo y atacan por turnos. No quedan ni una; el árbol pegajoso, como si lo hubiera chupado una vaca, sí, de las que tiran pedos, esas a las que ustedes también han condenado a muerte.

Que ponga redes, me dicen aquí, en el pueblo. Otros, no, ni se te ocurra, que te denuncian si no están homologadas. Y, claro, la gente está hasta los cojones. Los bichos, bien, todos protegidos por el Estado, pero, leches, si comen patatas, cereales, fruta, uvas, ovejas, terneros, lo que sea, pues hombre, que pague el Estado, que a escote nada es caro. "Tenemos en contra el cielo y los que mandan nos tiran a matar, no queda más que morirse o marcharse", dice mi amigo El Trolas, y que razón tiene.

Ah, y la deuda de 60 euros es porque ya me han comido dos cerezos (la media de producción en España se calcula en 30 kilos por árbol y a un euro escaso por kilo en origen...). Ya le pasaré otra minuta, que veo que ya han empezado con el tercer cerezo. Ah, usted dirá: qué tonterías me cuenta este. Es una anécdota, claro, pero reflexione y dígaselo a Sánchez, el dueño del BOE. Por si cuela.

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