Muere el intelectual zamorano Lorenzo Pedrero

El profesor de literatura zamorano, Lorenzo Pedrero Rodríguez, acaba de fallecer. La capital pierde a otro intelectual destacado, ácido y de pluma ágil, una figura de peso en el grupo cultural surgido en los años 70 del siglo pasado en Zamora.

El también escritor ingresó en el Hospital Virgen de la Concha donde murió hacia las 19.00 horas, tras experimentar un empeoramiento de su delicada salud hace aproximadamente un mes, según fuentes cercanas a la familia. La misa de funeral será mañana, día 20 de febrero, en la iglesia de Lourdes, a las 16.30 horas. La capilla ardiente está instalada en la sala 2 del tanatorio del Tránsito.

Lorenzo Pedrero, que fue delegado de Cultura del Ministerio en Zamora, conocido por su participación activa en política entre los años 70 y 80 del siglo pasado, vinculado al PSOE en sus primeros tiempos de proyección como cargo público, concejal en el Ayuntamiento de Zamora por esa formación, tuvo sus máximas cotas de popularidad como articulista del LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA durante más de una década, con una colaboración diaria.

Sus análisis de la actualidad política y provincial, con buenas dosis de sátira y muy crítico, con un dominio y manejo brillante del lenguaje sobre el papel, tuvieron gran influencia en la sociedad zamorana.

Sus reflexiones desde estas páginas le granjearon tanto defensores iracundos como detractores viscerales. Lorenzo Pedrero, que ejerció como profesor en el instituto de Claudio Moyano durante prácticamente toda su carrera docente, dejó de escribir tras sufrir un ictus que le limitaría pero que consiguió superar a base de tesón y fortaleza.

Zamora pierde a uno de los intelectuales que compartió tribuna con aquel grupo compuesto Luis Quico, Miguel Ángel Mateos, Ángel San Juan o Antonio Pedrero, entre otros.

Finalista del Premio Adonais con su obra «Un fuerte viento», fue profesor ayudante del insigne Lázaro Carreter en la Universidad de Salamanca; entre 1973 al 1977 fue profesor en Francia en las Universidades de París y de Lille para regresar a España al lograr su plaza en el Claudio Moyano, donde más adelante fue catedrático de Lengua y Literatura.

Su interés por los problemas sociales y la integración de los jóvenes que vivían en condiciones marginales le condujeron a dedicar gran parte de su tiempo libre a la formación de personas que lo necesitaban en los barrios de La Alberca y de Las Llamas, remarcan sus allegados.

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