Entrevista | Paco Cañamero Periodista y escritor

Paco Cañamero, periodista y escritor: "Pepe Somoza maltrató a su mujer desde que se casaron y después comulgaba"

"El torero se enamoró del coplista El Príncipe Gitano, se obsesionó con él y quiso quitarse de en medio a su esposa: la envenenó durante un mes"

Paco Cañamero, periodista y escritor, tras la entrevista en el periódico. | Alba Prieto

Paco Cañamero, periodista y escritor, tras la entrevista en el periódico. | Alba Prieto / Susana Arizaga

"Que no haya más pepes somoza". Paco Cañamero no tiene duda: la mujer del novillero zamorano, Lolita Aparicio Carrillo, "sufrió maltrato desde el inicio de su matrimonio", que apenas duró un año. Estaba embarazada cuando le envenenó antes de pegarse un tiro, "una historia que se repite cada día". Guapo, con dinero, "un vividor y bebedor", quería ser torero, pero "para serlo hay que pasar hambre y tú eres un señorito", ya se lo dijo Luis Miguel Dominguín, recuerda el periodista y escritor que novela el crimen machista de la primavera de 1947 en "No verás amanecer". Pepe Somoza tenía otro amor obsesivo en el que se interponía Lolita: El Príncipe Gitano.

–¿Cómo cae en sus manos la historia de este asesinato machista de Pepe Somoza?

–Soy de Aldehuela de Yeltes, donde se ubica la finca donde mató a su esposa embarazada, la envenenó poco a poco con una planta, le inyectaba dosis supuestamente para fortalecer al feto. Desde muy pequeño, oí hablar de "el crimen de Pinilla", nombre de la finca, con mucho dramatismo, convives con ese suceso. Oí hablar de él como un gran criminal, cuyo cadáver fue apedreado por las mujeres cuando lo llevaban al cementerio en el carro para hacerle la autopsia.

–¿Cuándo empieza a darle vueltas a la idea de convertirlo en novela?

–Hacia 2003, llego a Zamora a trabajar como periodista. Soy muy taurino y frecuentaba al bar el Crin 14, en la calle de Amargura, donde se reunía mucho la gente de los toros y oigo hablar del torero Pepe Somoza a los aficionados más mayores de Zamora, a los Crespo Neches, Ramón Sesma, Gordillo que era abogado y me doy cuenta que es el mismo del que yo oí hablar tanto en mi infancia, con la diferencia de que allí era un criminal, un asesino, y aquí decían que había tenido un final muy trágico, muy amargo.

–Pero había una sustancial diferencia en el relato del pueblo de Yeltes y de los zamoranos.

–Sí, en Aldehuela era un criminal, un asesino; y en Zamora, un hombre de una familia bien, muy querida y que había enloquecido, que era estudiante de medicina y que fracasa, con final terrible. A raíz de eso, vas atando cabos y te interesa el personaje, te queda ahí.

–¿Era un maltratador?

–Sí, maltrató siempre a su mujer, hoy habría sido un caso de violencia de género. Mata a su mujer en un mes, para quitarla de en medio y poder irse con El Príncipe Gitano, estaba obsesionado con él, lo cuenta su gente cercana.

PACO CAÑAMERO

PACO CAÑAMERO / Alba Prieto

–¿Cómo conoció a El Príncipe Gitano?

–Fue a hacerse los trajes de luces a Madrid, regresaba para firmar contratos y una noche acude a un espectáculo en el que cantaba la revelación de la copla que tenía 20 años y era guapísimo. Pepe Somoza era el torero más guapo que hubo en Zamora, Salamanca y Valladolid, con diferencia, alto, esbelto. Vuelve a Zamora prendado del cantante.

–¿Ellos se carteaban?

–Sí, se carteaban y habían quedado la Feria de Salamanca en septiembre de 1947. El Príncipe Gitano iba a cantar en la sala del Coliseum, pero nunca se vieron más porque fue detenido por el crimen.

–Pero parece que este crimen machista le persigue.

–Sí, a los tres años de haber vivido en Zamora, un amigo médico, Javier Blasco, me dice que es dueño de la finca Pinilla, de labranza y monte para la cría de cochinos. Había leído que escribí del crimen en Tribuna de Salamanca sin los datos que después pude recopilar con esta investigación. Y fuimos a ver la casa en la que ocurrió el asesinato, la misma que veía de niño cuando iba a bañarme al río Yeltes con amigos y decíamos: "Mira, mira, de ahí para allá está Pinilla, la finca del crimen".

–¿Cómo fue esa visita a la casa donde mató a su mujer y se suicidó de un disparo?

–La verdad es era todo como muy tenebroso. Me enseñó la alcoba del matrimonio, la habitación donde se pegó el tiro. A partir de ahí, empiezo a investigar más en serio, a profundizar a partir de los datos que yo conocía, y este amigo me anima a que escriba algo.

–¿Resultó difícil reconstruir los entresijos del asesinato?

–Encontré bastante documentación en la prensa por su faceta de torero, era muy mediático. En los archivos de EL CORREO DE ZAMORA, El Imperio, que era de Falange y, a la vez, de periódicos de Valladolid y de Salamanca, sobre todo, en El Adelanto donde su padre Pedro Gutiérrez Somoza ya trabajaba como fotógrafo, como Pedro Duero.

–¿Hoy habría sido portada del Hola?

–Efectivamente, en aquella época no había revistas del corazón, pero salían las crónicas de los círculos sociales, que se llamaban en los periódicos. Estaba en todos los saraos, en todas las fiestas de la alta sociedad, estaba en todos los saraos, con titulares como "Ha llegado el torero Pepe Somoza", aunque compatibilizaba esta actividad con la carrera de medicina, brillaba más en esos estudios que como torero, pero en aquella época ser torero era una cosa de mucho postín.

–Ser torero era sinónimo de lo que se llamaba ser muy macho en aquellos años, pero se le cruza El Príncipe Gitano..., ¿tenía una segunda vida?

–Sí, claro. Aquí había una ganadería muy importante del marqués de Villagodio, un hombre muy influyente, Alejandro Echevarría, inventores del Talgo, y a su finca venían toreros muy influyentes, uno de ellos Luis Miguel Dominguín que en los años 40 pasaba en Zamora temporadas. Pepe Somoza queda admirado de la marcha, de la personalidad, de la grandeza que atesoraba el maestro.

–¿Quería emular a Luis Miguel Dominguín?

–Claro, y Dominguín es el primero que le da consejos, que le dice que ser torero es un milagro, es muy difícil y que se dedique a ser médico.

Dominguín es el primero que le da consejos, que le dice que ser torero es un milagro, es muy difícil y que se dedique a ser médico

–¿No le vio madera de torero?

–Sí, pero le indica que para ser torero hay que pasar hambre, tener una necesidad real, una vocación muy grande. Pepe era una persona que pertenecía a la alta sociedad de la época, estudiaba medicina, estaba en las antípodas de quienes se dedicaban a la lidia, que venían, generalmente, del hambre, eran duros, lo hacían para sobrevivir y para destacar socialmente, estaba muy bien mirado ser torero, todo el mundo quería ser su amigo, arrimarse a él. Pepe Somoza lucha por conseguirlo en Zamora, Valladolid y Salamanca, provincias sobre las que vertebra su vida.

–¿Cómo acaba en Zamora si su familia era salmantina?

–Su abuelo era magistrado en esa ciudad, pero su padre, en la Salamanca de los años previos a la Guerra Civil era profesor de Filosofía y Letras, ayudante de catedrático, pero se enamora de una joven que trabajaba en un burdel en el barrio chino y aquello es un escándalo. Su padre, el abuelo de Pepe Somoza, le deshereda, le obliga a venirse a Zamora y se instala como fotógrafo en la calle de Santa Clara, como Pedro Duero. En EL CORREO DE ZAMORA, hay muchas fotos en el archivo firmadas por Pedro Somoza o Pedro Duero, es un colaborador habitual.

–¿Cómo era su padre?

–Era una persona brillante. Tenía mucha relación con Miguel Unamuno, con aquella intelectualidad republicana. De hecho, cuando Unamuno viene a Zamora a proclamar la II República en la Plaza Mayor le acompaña y le presenta en el balcón del Ayuntamiento Pedro Duero. Su padre se divorcia de su madre con la nueva ley y él queda bajo la tutela del padre, que impide que pueda volver a tener relación alguna con su madre, que fue una gran señora. Pepe tendría 14 o 15 años y ese hecho le marcará.

Su padre se divorcia de su madre con la nueva ley y él queda bajo la tutela del padre, que impide que pueda volver a tener relación alguna con su madre, que fue una gran señora. Pepe tendría 14 o 15 años y ese hecho le marcará

–¿Nunca volvió a ver a su madre tras divorciarse sus padres?

–Nunca, ella se queda en Salamanca viviendo. Incluso, torea en la plaza charra y sufre una cornada, la madre intenta ir a verle a la enfermería, pero su padre le impide el paso, la humilla. Su madre frecuentaba la tumba de Pepe Somoza, llamaba la atención porque era muy esbelta, muy guapa. Creo que al faltarle el amor de su madre no hubo una persona que pudiera ayudarle a mantener el equilibrio emocional.

–¿Era republicano?

–No, no, era muy adepto al régimen franquista. Va voluntario a la Legión, a la Guerra Civil fue propuesto para sargento, pero no acepta, sigue en la lucha ser torero y estudiando en Valladolid.

–¿Se mueve desde niño en una sociedad muy culta?

–Sí, y cuando va a estudiar medicina a Valladolid alterna también con la alta sociedad, allí conoce a a Lolita Aparicio, una chica muy guapa, hija de un coronel de Caballería, el director de la Academia que hay al lado de Campo Grande. Deja los toros y, a los pocos meses de conocerla, se casan en contra de la familia de ella que tenía 22 años, dos menos que él. Fue una boda de postín celebrada ocho meses antes del asesinato en la iglesia de San Pablo de Valladolid, asiste toda la élite, menos su familia materna. La luna de miel es en Valencia, Zaragoza, Baleares, Palma de Mallorca, aparecen en crónicas sociales.

–¿Qué opinaba la familia de Pepe Somoza?

–Que su hija había caído en manos de un golfo, de un degenerado, que era un señorito de postín, bebía mucho. Había evidencia de que la maltrataba desde el principio, la pegaba aunque después fueran a misa, a comulgar y parecieran el matrimonio ideal.

El periodista y escritor Paco Cañamero, en el centro de la imagen.

El periodista y escritor Paco Cañamero, en el centro de la imagen. / Alba Prieto

–¿Vuelve pronto a los ruedos?

–Sí, al regresar de esos viajes dice que vuelve al ruedo, El Príncipe Gitano es le que lía y reaparece el Domingo de Resurrección de 1947 en Zamora, con Enrique Vargas, que ya cantaba y destacó en la copla. Incapaces de matar un novillo, el gobernador civil de Zamora manda detener la corrida, los arresta por escándalo público y los manda al calabozo.

–¿Por escándalo público?

–Sí, porque el resultado final de la lidia es ver la muerte del toro a estoque, tras los diez minutos que tenían para la faena de muerte, les dieron tres preavisos y son incapaces. Es un fracaso muy grande, la gente comenzó a tirar botellas, almohadillas y, ante la previsión de un escándalo público, los detiene, pasan tres días en el calabozo. Les pone una multa de 3.000 pesetas, la más grande conocida a un torero. Se recluye en Pinilla con su mujer.

–¿Esas tres noches mantienen relaciones sexuales?

–Sí, la familia de Lolita con la que hablé tiene una animadversión visceral hacia el coplista. Lolita, en las últimas semanas de vida, envió cartas a su madre pidiéndole que la fueran a recoger porque Pepe se ha vuelto loco y solo piensa en El Príncipe Gitano. La madre le contesta, " hija, con la cuchara que has elegido tienes que comer".

–¿Tuvo acceso a esas cartas?

–Nunca las he visto. Tuve acceso a las diligencias previas y al atestado que cuenta cómo la envenenó con una planta, beleño negro, "planta loca", que cultivaba en la finca Pinilla por sus estudios de medicina, era relajante, la estuvo poniendo inyecciones como un mes hasta que la mató. Ella pensaba que era para relajarla, pero el médico de Aldehuela, que era muy amigo a misa, se dio cuenta de que la mujer estaba muy enferma, la llevan al hospital, descubren que la ha envenenado, pero ya es tarde.

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