Entrevista | Alfredo Miranda Presidente del Centro Zamorano de Buenos Aires

Alfredo Miranda: "Conservar el amor por la tierra de los antepasados no es complicado"

"Nuestro objetivo ha cambiado; al no existir más emigración, hijos nietos y bisnietos, tratamos de mantener vivas las raíces de nuestra tierra"

Alfredo Miranda, con el libro del centenario del centro. |

Alfredo Miranda, con el libro del centenario del centro. | / Cedida

Beatriz Blanco García

Beatriz Blanco García

Pocas instituciones pueden presumir de alcanzar el siglo después de haber superado mil y una vicisitudes. Este es el caso del Centro Zamorano de Buenos Aires, que el pasado junio cumplía cien años con un futuro lleno de proyectos para continuar creciendo. Parte de este empuje se le debe a su actual presidente, Alfredo Miranda, quien tomó las riendas en 2019, tras años en el cargo de Florencia Calvo. Un puesto que lleva con orgullo, no solo por sus raíces zamoranas —ya que desciende de Fermoselle— sino porque ocupa el cargo que también tuvo su padre, en el que se inspira para continuar adelante con un centro que nació por el empeño de un pequeño grupo de emigrantes zamoranos en Argentina en darle una sepultura digna a un sanabrés que había fallecido al otro lado del Atlántico.

El presidente del Centro Zamorano de Buenos Aires, con la capa alistana, regalo de la Diputación Provincial de Zamora por el aniversario de la institución. | Cedida

El presidente del Centro Zamorano de Buenos Aires, con la capa alistana, regalo de la Diputación Provincial de Zamora por el aniversario de la institución. | Cedida / B. Blanco García

–¿Con qué vitalidad ha cumplido el Centro Zamorano de Buenos Aires sus primeros cien años de vida?

–Hemos puesto mucho empeño en estos festejos del centenario. Desde los primeros meses del año empezamos a trabajar en este proyecto, sobre todo en el tema del evento principal. La idea era no superar las 200 personas, pero seguimos hasta las 300. Toda la directiva trabajó muchísimo y todo salió muy bien. Es un año difícil, pero estamos con todas las fuerzas de seguir realizando eventos hasta fin de año y, además, seguir trabajando en proyectos con nuestra federación de Castilla y León para avanzar en diversos temas que nos involucran a todos.

–¿Cómo comenzó a funcionar esta institución, cuál fue su origen?

–En los primeros días del año 1923 fallece un sanabrés del pueblo de Murias. Como no tenía recursos, varios comprovincianos amigos hacen una suscripción para darle sepultura. Surge entre ellos Santiago Alonso, Francisco Barrera, Francisco Prada, Sebastián Carbajo y otros, la idea de imprimir una hoja en forma de estatuto con la denominación de Centro Noroeste Zamorano. Esta hoja fue repartida entre todos los sanabreses más conocidos. En la casa de Francisco Barrera se llama a una asamblea a la que concurren todos los que figuraban como socios fundadores. Como el nombre de Noroeste Zamorano no es del agrado de la mayoría, se le denomina Sociedad Sanabresa de Ayuda Mutua y Recreativa, designando a Sebastián Carbajo para la redacción de nuevos estatutos. A moción de Agapito Villasante, se cobra la primera cuota social y por ser él el primero en hacerlo se le da el número uno de socio.

–¿Cómo va evolucionando esta pequeña agrupación?

–Durante seis años la secretaría funciona gratuitamente en el domicilio de Francisco Barrera, pero en 1929 se alquila una casa, donde se daban bailes muy animados, lo que originó un aumento de asociados. Al término del contrato se alquila otra casa, en la que continuo el aumento de socios por la concurrencia de juventud sanabresa. Como el alquiler de la casa resultaba muy costoso, se realiza una asamblea general, con el fin de comprar una propiedad que cumpliera con acierto y seriedad la misión de ser sede de la institución.

–¿Fue un pequeño paso hacia adelante para el crecimiento de la asociación?

–El nuevo local se inaugura el 23 de octubre de 1938 con un gran asado al que concurren todos los socios y familiares y donde reina gran alegría. Tras siete años, los deseos de ampliación llevan a adquirir otra casa para dar mayor comodidad a los asociados. Un 30 de agosto de 1953 se funda en Buenos Aires el Centro Fermosellano Cultural y Recreativo. El éxito logrado en bailes y festivales acrecienta la cantidad de asociados.

–¿Se reunían allí todos los zamoranos emigrados?

–Existía una inquietud entre sanabreses y fermosellanos, ya que, oriundos ambos de la misma provincia, debían unir esfuerzos en pro de una mayor representación en estas tierras. Por ello, en 1956 tiene lugar la fusión del Centro Zamorano Sanabrés y el Centro Zamorano Fermosellano con una gran fiesta, trasmitida por Radio Rivadavia. En el programa se señalaba que con ese acto habían logrado "el espíritu que nos identifica. Muchos somos los zamoranos que vivimos en esta tierra del Plata y hasta la fecha no contábamos con una representación grande y digna de nuestra querida Zamora".

–Aun así, la asociación no paraba de crecer, tanto en socios como en instalaciones.

–Viendo las perspectivas que tenía el centro, la comisión directiva resuelve en mayo de 1966 iniciar la construcción del gran salón y un escenario. Con la entusiasta dirección de Eusebio Calvo y con el desinteresado aporte de socios, esta obra es inaugurada el 27 de diciembre de 1966, durante la presidencia de Juan Bautista García. Allí se forman y actúan conjuntos teatrales y e danzas españolas, que tuvieron mucho éxito en sus presentaciones, tanto locales como en otros centros de la colectividad. Así transcurren 16 años, que ante la importancia que va adquiriendo entre los centros españoles, la comisión directiva decide adquirir el terreno lindero en 1982 y comienza otra historia.

–Una historia vinculada ya a los nuevos tiempos.

–Paso a paso, con lo que se podía recaudar por cuotas sociales y festivales, más préstamos personales de sus directivos, se construye otro salón que, al integrarse al anterior, le da una gran capacidad para realizar banquetes y actos sociales, además de una mayor importancia, al unir los dos lotes en un solo frente típico español. Este edificio es inaugurado el 3 de junio de 1987 por su presidente, Francisco Saavedra. Con fecha 20 de diciembre de 1990, se reconoce al Centro Zamorano de Buenos Aires como entidad mutual. Aquello que dio principio en 1923, hoy, después de un siglo, sigue recibiendo en su casa el amor y cariño de los zamoranos y sus descendientes.

Mi abuelo era fue uno de los fundadores del Centro Fermosellano de Buenos Aires

–¿Qué objetivos tienen en la actualidad?

–Cuando en aquel 1923 esos amigos se reunieron para pagar el entierro de aquel paisano de Murias, creo que no imaginaban la magnitud de su esfuerzo. Ellos deseaban tener una lugar de pertenencia, que les sirviera de unión a todos aquellos emigrantes que, buscando una vida mejor, llegaron a la Argentina. Hoy en día, el objetivo ha cambiado, ya que, al no existir más emigración, tratamos, hijos nietos y bisnietos, siempre basados en el convencimiento, como ellos, de que con esa voluntad y esfuerzo, seguiremos manteniendo vivas las raíces de nuestra tierra.

–¿Cuáles son esas raíces, en su caso particular?

–Mi abuelo era fermosellano y fue uno de los fundadores del Centro Fermosellano de Buenos Aires. Él, como muchos otros, trabajaron siempre para ayudar a aquellos emigrantes que venían a la Argentina. Fue el presidente de la comisión de ayuda para las aguas de Fermoselle, entidad de la que se cumplen 70 años de su inauguración. Mi padre era argentino, vivió varios años en Fermoselle y, ya de grande, descubrió el Centro Zamorano de Buenos Aires. Ahí comenzó otra historia: empezamos a participar toda la familia, se enamoró de este pedacito de Zamora y aquí siguió trabajando hasta sus 95 años. Yo lo fui acompañando muchos años, colaborando en el centro, y sigo sus pasos. Es muy difícil no enamorarse de lo que uno siente en estas instituciones: la ayuda mutua, la gente y las vivencias de los paisanos. Es muy fuerte ese sentimiento.

–Lleva perteneciendo muchos años al Centro Zamorano de Buenos Aires, del que es presidente desde 2019. ¿Cómo resume estos años en el cargo?

–Ya son cincuenta años de permanencia como socio. Cuando asumí el cargo de presidente tenía muchos proyectos que, aunque los veníamos haciendo con Florencia Calvo y la directiva anterior, tenía idea de poder hacer mucho más. Desgraciadamente, la pandemia y 22 meses cerrados no golpearon mal. Hubo que remarla mucho para mantener a flote la institución. Estos edificios tan grandes, aun cerrados, siguen originando gastos. Pero gracias a la ayuda de la directiva, a los socios, a la Diputación de Zamora y a la Junta de Castilla y León, nos levantamos y estamos avanzando muy bien. Mi objetivo es seguir trabajando por esta casa y lograr la unión de todos los Centros Castellanos en Buenos Aires. Mi padre trató de hacerlo en los 90, ya él veía venir este futuro incierto. Aunque muchos no lo vean, solo la unión nos permitirá ser más fuertes y seguir manteniendo estas raíces castellanas en Argentina.

–¿Qué siente el estar en el cargo que hace tiempo ostentó su padre?

–El mayor de los orgullos. Fue, es y será mi referente en todo. Ojalá pueda igualarlo.

Lo difícil no es que mantengan el amor a la tierra de sus antepasados, lo más difícil es lograr que participen en estas instituciones

–¿Su ejemplo le sirve para ejercer la presidencia ahora?

–Obviamente. Siempre digo que él, sin tener ni la mitad de la tecnología que yo manejo hoy en día, tenía esa visión de futuro que era digna de admirar. Siempre pensaba en el futuro, en lo que iba a ser mañana. Y los hechos demuestran que tenia razón. Un ídolo.

–Han pasado por muchas vicisitudes durante todos estos años, ¿la pandemia por COVID ha sido la peor de los últimos tiempos?

–Sin duda, más que nada por la incertidumbre que tuvimos. Se pueden vivir muchas crisis económicas y sociales. De hecho, los argentinos somos expertos en eso, nos caímos y levantamos mil veces. Pero la pandemia era algo inexplicable, se moría gente y hemos perdido muchos amigos y familia. Fue algo muy fuerte.

–¿Cómo afectó al centro y cómo salvaron la situación?

–Como comenté anteriormente, con mucha voluntad y aportes en dinero, peleándola día a día, porque fueron 22 meses sin actividad. Acá se demostró que el equipo funcionó y salimos. Toda la masa societaria estuvo presente. Zamora y la Junta de Castilla y León nunca nos abandonaron. Soy un eterno agradecido, se lo digo siempre.

–Frente a todo y también con las décadas transcurridas, los miembros son ya nietos y biznietos de zamoranos. ¿Cómo se mantiene el amor por la tierra?

–Lo difícil no es que mantengan el amor a la tierra de sus antepasados, lo más difícil es lograr que participen en estas instituciones. Nos cuesta mucho lograr que sigan nuestros pasos. Por ese motivo es que apelamos a todas las herramientas tecnologías y redes sociales, desde Facebook hasta TikTok, para ponerse a la altura, sobre todo, de los socios más jóvenes. Hemos lanzado numerosas campañas para que manden vídeos de sus familiares zamoranos, para que escriban historias sobre sus padres o abuelos y para que participen en las actividades del Centro tan diversas como tenis de mesa. Es un crear continuo.

–Regresa desde la Diputación Provincial de Zamora las operaciones Raíces y Añoranza, ¿qué supone para los miembros del centro esta oportunidad de viajar a España?

–Como le comenté al diputado José Luis Prieto cuando vino el pasado noviembre a Buenos Aires, le agradecí tanto a él como a Francisco Requejo que se hayan podido activar nuevamente estos planes. Es un semillero para que todos estos participantes de estos planes se vuelquen a participar más en la institución. Es un incentivo muy importante para nosotros que ojalá se pueda mantener.

–Junto a Florencia Calvo y Juan Andrés Blanco ha escrito "100 años de Zamora en Argentina". ¿Ha sido el libro un broche de oro para este aniversario?

–Cuando Juan Andrés, hace unos meses, me comentó la idea, sentí que era como soñar despierto. Sinceramente, nunca pensé que podía pasar algo así siendo yo presidente. Pensé en mi viejo y agradecí al cielo poder vivir este momento. Juan Andrés y yo nos conocemos hace muchos años, me ha ayudado mucho con sus ideas y proyectos y que me haya dejado participar en este libro me hizo tener más fuerzas para seguir luchando por nuestras raíces. Le estoy eternamente agradecido a él y a todo su magnífico equipo. También a la Diputación, que avaló el proyecto y, obviamente, a Florencia Calvo, que supo plasmar en papel gran parte de estos cien años de nuestra historia.

–¿Cuáles son los planes de futuro que se plantean desde la directiva?

–Es una pregunta realmente difícil. Hay una frase que escuché hace un tiempo que dice "El pasado es historia, el futuro es incierto y el hoy es un regalo. Por eso se le llama presente". Cuando una persona o institución nace, no se le dice "vas a vivir 70, 80 o 100 años". Ese presente se construye día a día. Creo que nuestro presente y futuro es el día a día, seguir avanzando, construyendo, con ideas renovadoras, aplicando tecnologías, pero, más que nada, mantener el amor a esa tierra que, aunque este a 11.000 kilómetros, la llevamos en el corazón.

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