Aníbal Alonso, Medalla a la Lealtad Empresarial: Un premio a la fidelidad

Aníbal Alonso recibe la Medalla a la Lealtad Empresarial de la Cámara de Comercio después de media vida trabajando para Melquiades

Aníbal Alonso en un expositor de Melquiades durante una feria.

Aníbal Alonso en un expositor de Melquiades durante una feria. / Cedida

L. G.

De repartir en bicicleta a ser el encargado de todo un emblema del sector cárnico zamorano. La vida de Aníbal Alonso demuestra cómo la fidelidad termina teniendo premio. La Cámara de Comercio e Industria ha reconocido a este ciudadano con la Medalla a la Lealtad Empresarial, aunque el mayor de los galardones que tiene en su haber es el de las personas con las que ha tratado en el día a día durante casi cincuenta años y con las que ha trazado verdaderas relaciones de amistad. Ahora, cuando afronta una prejubilación que le tendrá activo a tiempo parcial hasta el año 2025, le ha llegado el momento de recibir un merecido homenaje por parte de la patronal y también de sus propios compañeros.

Aníbal Alonso es la voz de la experiencia. Después de 49 años al servicio de la misma empresa, conoce a la perfección todos los entresijos de un negocio que ha cambiado mucho desde que fuera contratado, por primera vez, cuando apenas era un adolescente. "Mi madre era clienta de la tienda de las Tres Cruces y se enteró de que buscaban aprendiz, así que con 14 años me planté allí, me tomaron nota del nombre y a la semana me llamaron para hacer una entrevista. Empecé a trabajar y hasta hoy", recuerda. Por aquel entonces, el que mandaba era el fundador de la empresa, Melquiades Rodríguez Delgado. "Puedo decir que he tenido la oportunidad de trabajar con tres generaciones de esta empresa. Comencé con el abuelo Melquiades, después lo cogieron sus cuatro hijos, que estuvieron hasta principios de la década pasada, y ahora estamos con la tercera, que ya son los nietos, Melquiades, Luis y Manuel", enumera.

Tras aquella primera entrevista, Aníbal Alonso se estableció en la tienda de la calle del Riego. "Juan, el jefe, me llevó hasta allí en un Austin MG y me presentó a los dos compañeros que había", rememora. "Lo primero que hice fue coger la bicicleta para hacer los repartos, así como las tareas que la actividad requería. Limpiaba, colocaba, rellenaba, hacía pedidos… Pero en poco tiempo empecé a atender al público porque me vieron espabilado", apunta. En 1981, la fábrica se trasladó desde la calle de Obispo Nieto hasta el polígono industrial de Coreses y allí fue llevado Aníbal. "Había una tienda pequeña, pero el trabajo era muy distinto; venían comerciantes de todos los pueblos que tenían tiendas y los mayoristas a por género", ahonda.

La tercera etapa de Aníbal Alonso fue en la tienda de Obispo Nieto, hasta que en 1995 se trasladaron a las instalaciones nuevas de la esquina con la calle de Puebla de Sanabria. "Ahí he estado hasta ahora y seguiré hasta el año 2025 en que me jubile totalmente", señala. A lo largo de todo este tiempo, las cosas han cambiado mucho, como así reconoce el galardonado. "Cuando yo me inicié, el cliente era mayoritariamente rural; además, había mucha gente que todavía se dedicaba a la agricultura y la ganadería, por lo que no era lo mismo", indica. "Luego fuimos pasando al modelo de supermercados y volvió a cambiar, pero eso nunca va a ser igual que una tienda", reivindica.

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