Un zamorano, premiado por su tesis doctoral sobre la hepatitis C

Miguel Fraile analizó el impacto de los nuevos tratamientos en los pacientes

Miguel Fraile López, médico zamorano con una tesis doctoral sobre hepatitis C premiada.

Miguel Fraile López, médico zamorano con una tesis doctoral sobre hepatitis C premiada.

Carlos Gil Andrés

Carlos Gil Andrés

“Con los tratamientos anteriores, con medicamentos como el Interferón se podían curar alrededor del 20% de los pacientes, y además lo pasaban fatal. Ahora con los tratamientos actuales contra la hepatitis C tu tomas unas cuantas pastillas durante unas semanas, no notas nada y te curas. Para los pacientes fue como un milagro, y la verdad es que a mucha gente le han salvado la vida”.

Es el médico zamorano de 32 años Miguel Fraile López, quien acaba de recibir un premio de la Real Academia de Medicina y Cirugía de Asturias como autor de una de las mejores tesis doctorales de 2021. Tras acabar Medicina en Salamanca en 2014, se formó como gastroenterólogo en el Hospital Universitario Central de Asturias, en Oviedo, donde trabajó su tesis sobre la hepatitis C aunque ahora ejerce en el hospital Marqués de Valdecilla de Santander dedicado sobre todo a las técnicas de endoscopia avanzadas para el diagnóstico y tratamiento no invasivo de tumores del sistema digestivo.

MIguel Fraile (derecha), junto al resto de autores de tesis premiados por la Real Academia de Medicina de Asturias

MIguel Fraile (derecha), junto al resto de autores de tesis premiados por la Real Academia de Medicina de Asturias / L.N.E.

La tesis doctoral parte del año 2015, cuando se empezaron a utilizar los nuevos tratamientos frente al virus de la hepatitis C. “Hemos registrado desde el inicio a todos estos pacientes y analizamos los beneficios que ha supuesto la curación de la hepatitis C”. Y es que “cuando aparecieron estos tratamientos eran muy caros y no todo el mundo podía acceder a ellos. Por tanto, se priorizó el acceso al tratamiento para aquellos pacientes que tenían una enfermedad hepática más avanzada. A estos pacientes les quitas el virus, están curados, pero siguen con un daño crónico en el hígado y corren el riesgo de desarrollar cáncer y otra serie de patologías, como descompensaciones de la cirrosis”.

Era un campo nuevo porque “con los tratamientos anteriores de la hepatitis C la curación era mucho menor. Tratabas muchos pacientes pero solo algunos se conseguían curar y lo que nosotros hemos hecho es evaluar el riesgo que tienen de desarrollo de complicaciones una vez se han curado y luego tratar de estratificar este riesgo para ver, de todos estos pacientes con una enfermedad crónica, cuándo se deben seguir haciendo ecografías y pruebas cada seis meses”.

Además de su gravedad, la hepatitis C era una de esas patologías con estigma social. “La hepatitis C se puede adquirir por muchas vías, pero el boom, la expansión de esta enfermedad se debió a las drogas, por heroína inyectada y estas cosas, un poco parecido al VIH. Por eso el perfil del paciente en los años 80 era un poco similar, aunque también es verdad que hay gente que tiene hepatitis C cuyo contagio ha sido por el medio hospitalario, por vía sexual y otras”.

Una segunda parte de la tesis “ha sido la de evaluar cuál ha sido el impacto sobre el global de los ingresos hospitalarios en el hospital de Oviedo. Y hemos visto cómo gracias a estos tratamientos las descompensaciones de las cirrosis por virus C han disminuido un 30% en muy pocos años”.

Restricciones

Tras las restricciones iniciales, el acceso a los tratamientos se ha normalizado. “Ahora ya cualquier persona que se infecta se puede tratar sin ningún tipo de restricción. El problema fue al inicio, porque como los tratamientos eran tan caros y había muchísima gente que estaba infectada y quería acceder a ellos se priorizó para atender a aquellos que estaban más graves. Se le dio primero a los que lo necesitaban de inmediato para posteriormente ir abriendo el abanico a todo el mundo. Y ya hacia los años 2017-18 se amplió el centro de pacientes candidatos a todo el mundo sin ningún tipo de restricción”.

Una etapa inicial que, recuerda Miguel Fraile, generó muchas protestas. “Claro, hubo quejas, la gente se manifestó. Porque antes tu te infectabas y hacías un tratamiento pero a lo mejor solo se curaba un 20% y además durante el tratamiento la gente lo pasaba fatal. Tu hablas ahora a un paciente del Interferón y se echa a temblar, porque mientras estabas en el tratamiento no podían comer y estaban con una especie de cuadro pseudo gripal durante meses. Mientras que ahora con estos tratamientos tu tomas unas cuantas pastillas durante unas semanas, no notas nada y te curas, era como un milagro. La verdad es que a mucha gente le ha salvado la vida”.

Ahora el campo de trabajo de este doctor zamorano es diferente. “Aunque la parte de formación y de investigación la he centrado en el ámbito de la hepatología ahora me dedico por así decirlo, a la endoscopia digestiva avanzada, en concreto a técnicas de resección de tumores mínimamente invasivas. Eso consiste en que a través de los orificios naturales como la boca o el ano logras el diagnóstico y el tratamiento de neoplasias en estadios iniciales y con ello la curación sin tener luego que requerir a otras cirugías o tratamientos con quimioterapia”.

Por ejemplo, con estas técnicas “si detectas un tumor en un estadio inicial en el esófago puedes quitar un fragmento manteniendo el esófago. Y eso tiene repercusiones en el momento porque requiere menos estancia hospitalaria y menos riesgos para el paciente y también a largo plazo porque conservas la funcionalidad del esófago que es tragar, y eso es para toda la vida. Es una técnica difícil y compleja”.

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