Toro se despide del duelo el Domingo de Resurrección

La procesión, el reencuentro entre Jesús Resucitado y la Virgen de la Guía, las tres venias y la suelta de palomas clausuran la Pasión

Los cargadores inclinan las imágenes en una de las tres venias de la procesión

Los cargadores inclinan las imágenes en una de las tres venias de la procesión / MARIA JESUS CACHAZO

Toro ha clausurado su Semana Santa con la procesión del Domingo de Resurrección, en la que la muerte ha dado paso a la vida y en la que el reencuentro entre la Virgen de la Guía y Jesús Resucitado ha reactivado el latido del corazón de los toresanos tras unos días impregnados de luto y duelo.

La austeridad y sobriedad de la Pasión se transformaron en alegría y en un cántico a la vida en la procesión organizada por la Asociación del Santo Sepulcro y la Soledad.

Los cofrades acompañaron a Jesús Resucitado, talla esculpida por Antonio Tomé en el siglo XVIII, y a la querida Virgen de la Guía en el desfile, que fue acompasado por las marchas interpretadas por la Banda de La Cistérniga y por el sonido de la flauta y el tamboril.

A las doce del mediodía, ambas imágenes abandonaron, respectivamente, la iglesia del Santo Sepulcro y la Colegiata, para iniciar por separado un recorrido por las calles más céntricas de la ciudad hasta que, media hora después, se reencontraron en la plaza de Glorieta.

Numerosos toresanos fueron testigos del emotivo reencuentro entre la madre y su hijo resucitado, en el que las tres venias dieron paso a la retirada del velo negro de luto que cubría la imagen de la Virgen de la Guía.

El intenso olor a incienso impregnó la Glorieta, en la que tuvo lugar la simbólica suelta de palomas, a la que siguió un espontáneo aplauso de los numerosos toresanos congregados en la plaza.

Acto seguido prosiguió la procesión conjunta de las dos imágenes cargadas a hombros hasta la Colegiata, en la que fue oficiada la solemne misa.

En el Domingo de Resurrección el ambiente festivo regresó a las calles de la ciudad tras una Semana de Pasión repleta de tradición, singularidad y autenticidad, que los cofrades de las distintas hermandades y los toresanos han compartido con miles de visitantes.

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