La Tercera Caída de Zamora, ocho décadas de profunda transformación

La Tercera Caída cumple 80 años de desfiles con una nueva esencia atractiva y estéticamente innovadora

Primer desfile procesional de Jesús en su Tercera Caída, en el año 1943.

Primer desfile procesional de Jesús en su Tercera Caída, en el año 1943. / Archivo Hermandad Tercera Caída

Luis Garrido

Luis Garrido

"Esta tarde ha hecho su primera salida la Cofradía de Excombatientes de Nuestro Padre Jesús de la Tercera Caída. El desfile resulta impresionante". Con este mensaje conciso y directo, prácticamente telegráfico, informaba El Correo de Zamora del momento en que la hermandad de San Lázaro puso un pie en la calle por primera vez. Era abril del año 1943 y el nacionalcatolicismo se colaba por todas las rendijas de la sociedad. Así eran las cosas. Francisco Franco fue inmediatamente nombrado hermano honorífico, igual que lo hicieron después personalidades del régimen como Carlos Pinilla, José Antonio Girón o Millán Astray. Con estas bases, es de admirar la forma en que la cofradía ha sabido adaptarse a los tiempos y reinventarse hasta convertirse en una de las más queridas, innovadora en su estética y atractiva para la juventud. Un ejemplo de cómo incorporarse a los nuevos vientos después de ocho décadas de historia que se cumplen en este 2023.

Primer desfile de la Hermandad de Jesús en su Tercera Caída en 1943. | Archivo de la Hermandad

Primer desfile de la Hermandad de Jesús en su Tercera Caída en 1943. | Archivo de la Hermandad / Luis Garrido

El 16 de abril de 1942 fue un día clave para la Hermandad de Jesús en su Tercera Caída. El despacho de Francisco Labadie Otermín, gobernador civil, se convirtió en escenario de la firma del acta de constitución de la cofradía y del nombramiento de Arcadio Rodríguez Cepeda como primer presidente. Encabezaba este zamorano de Villamayor de Campos a un grupo de exmilitares y entusiastas de la Semana Santa que querían "procurar que los lazos de sangre y honor que unen a los excombatientes sean tan íntimos como lo fueron durante la guerra, y dedicar un recuerdo constante y rendirle tributo merecido a los caídos en campo de batalla".

Hubo de pasar un año para poder ver a la Hermandad de Jesús en su Tercera Caída en las calles de Zamora. Lo hizo con la figura prestada del Jesús Nazareno de La Caída, realizada por Ramón Álvarez, y perteneciente a la cofradía del mismo nombre. La imagen procesionó en los sucesivos ejercicios, siendo 1946 su última aparición. En el año 1947 se estrenó el Jesús Caído de Quintín de Torre; las aportaciones económicas de Carlos Pinilla y de la Junta de Fomento de la Semana Santa fueron clave para sufragar la talla. El preboste franquista colaboró también para adquirir La Despedida, encargada en 1957 y realizada por Enrique Pérez Comendador. En 1959, por último, fue bendecida la Virgen de la Amargura, obra del zamorano Ramón Abrantes.

Hasta encontrar su acomodo definitivo en la tarde del Lunes Santo, la Hermandad de Jesús en su Tercera Caída probó distintas ubicaciones dentro del calendario semanasantero. Incluso, hizo aparición en la mañana del Jueves Santo, aunque con muy poco éxito. También han variado a lo largo de los años los itinerarios, que han otorgado protagonismo en diferentes años al Museo de Semana Santa, al monumento a los Caídos del parque de San Martín e incluso a la Catedral.

Ocho décadas de profunda transformación

Ocho décadas de profunda transformación / Luis Garrido

Llegado el tardofranquismo y los primeros años de la democracia, la cofradía comenzó a pasar penurias económicas. Nada que no le ocurriera al resto de hermandades. Sin embargo, los años ochenta trajeron consigo una etapa de resurgimiento asociada a la colaboración estrecha entre la Tercera Caída y el artista zamorano José Luis Alonso Coomonte, que supo entender mejor que nadie los nuevos tiempos de la escultura religiosa y consiguió, con sus creaciones, imprimir al desfile un cambio de estética y vistosidad que, unido a la tradición, conformaron la procesión tal y como se entiende en la actualidad. Sus aportaciones se cuentan por decenas. Las cruces alzadas y las cruces pectorales se intercalan con dos obras de gran tamaño y originalidad, como son la Cruz de Yugos y la Corona de Espinas. Dos piezas inéditas en la Pasión zamorana que dan vistosidad a la procesión.

El renacer de la Hermandad de Jesús en su Tercera Caída se ha visto favorecido por la atracción que el desfile ha generado entre los semanasanteros más jóvenes. Las filas ahora han rejuvenecido y muy poco queda ya de esos inicios posguérricos. Tan solo la túnica de raso negro, que durante años vistió sin la capa blanca, así como el emblema que calca la Cruz Laureada de San Fernando, elegida por las raíces zamoranas de aquel monarca. A día de hoy, la procesión es una de las más apreciadas por los ciudadanos, que esperan cada Lunes Santo el sonido de los clarines para poder ver a Jesús Caído en su discurrir por las calles de la capital. Y, con este, ya van 80 años.

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