Opinión | Lo común

Abajo la competencia

Ahorros

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Soltaban en alguna de vieja e incorrecta película del Oeste que "el mejor indio es el indio muerto". Y suelto yo ahora que "la mejor competencia es la que no existe". No se suele decir en voz alta, pero está en la esencia de eso que llaman economía de mercado. Se alaba siempre la competencia, porque es la que hace avanzar y mejorar a las empresas, pero eso es la teoría. En la práctica, quien tiene una empresa, sea una gigantesca o un kiosko de chuches, lo que desea es que no haya otro kiosco vendiendo enfrente ni otras empresas que ofrecen idéntica mercancía. Es humano y muy comprensible. La tarea de empresarios y autónomos es pura lucha por la supervivencia. Si caza la gacela el de enfrente, alguno no come. Eso va en los genes de los emprendedores de cualquier tamaño. De ahí que los gobiernos eficaces tengan mecanismos de protección de la competencia, para impedir que los más fuertes acaben con los más débiles.

Que es lo que en España ha acabado sucediendo en demasiados ámbitos de la economía privada. Nuestros mecanismos de protección deben de ser muy flojitos, porque nunca vemos que pongan coto a la tendencia –natural y legítima, ojo– de concentración acelerada en los distintos sectores. Lo de los bancos es paradigmático. Con la excusa de hacerlos más fuertes y competitivos se les regalaron las añoradas cajas locales y provinciales, que tanto quisimos y tanto nos daban. Pero fueron solo los entremeses. Al tiempo y de inmediato, empezó el baile entre los grandes bancos privados. Donde había siete, a cuál más poderosos y "saneado", ahora hay dos, y porque les da corte fusionarlos en uno, no vaya a ser que nos demos cuenta de que la mejor competencia nadie la quiere. Acabará haciendo uno solo, por supuesto, con la excusa de Europa y el mundo, donde se necesitan grandes "campeones internacionales". Pero de momento disimulan con los duopolios. Dos gigantes y algunos enanito, que además suelen ser suyos, para fingir una competencia inexistente. Pasa en los bancos, en las TV y en la mayor parte de los grandes sectores.

Uno de nuestros dos grandes bancos es noticia estos días porque quiere tragarse a uno de los medianos que quedan. Lo ha intentado dos veces y si tampoco le sale, ya habrá una tercera. Hasta que se traguen al tragador y nos quede un único grande, que hará lo que le vengan en gana, porque de eso se trata. Y mientras tanto, ¿a los clientes qué tal nos va? Cada vez peor. Pueblos sin servicios bancarios, barrios marginados, desprecio en la atención presencial y maltrato generalizado a quienes no tienen grandes patrimonios. La falta de competencia genera multimillonarios de la nada, mientras empobrece a la inmensa mayoría. A eso lleva esta concentración sin fin ni límites. Ojalá nos dejen recuperar nuestras pequeñas, ágiles y atentas cajas de pueblo, comarca y provincia. De monstruos vamos sobrados.

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